La dif¨ªcil ¨®pera barroca
Un goteo incesante de p¨²blico fue desfilando hacia la puerta hasta dejar medio vac¨ªa la Sala Iturbi del Palau. Se interpretaba el Orlando de Haendel, cuyo libreto est¨¢ lejanamente basado en la obra hom¨®nima de Ariosto.
Este abandono no debe atribuirse s¨®lo a la incapacidad del aficionado actual para tolerar toda aquella m¨²sica que desconoce (antigua y contempor¨¢nea, principalmente), sino que enlaza con un fen¨®meno que el mismo Haendel tuvo que contemplar: el fracaso reiterado de sus ¨®peras serias, mientras se produc¨ªa el ascenso imparable de la Beggar's Opera y todo lo que ella significaba.
No es ¨¦ste el lugar para analizar el proceso. Pero, en disculpa del p¨²blico que huy¨®, cabe decir que la adaptaci¨®n del libreto de C. S. Capeci era infumable -entrando as¨ª en la norma m¨¢s generalizada de la ¨¦poca-, y que ni siquiera la m¨²sica de Haendel consigui¨® darle una progresi¨®n dram¨¢tica capaz de enganchar a los asistentes durante tres horas.
Esa misma m¨²sica s¨ª que bast¨® para convertir alguna de las escenas, consideradas aisladamente, en ejemplos magn¨ªficos de profundidad teatral y de intensidad expresiva, fruto de recursos que empezaron a renovar las formas oper¨ªsticas vigentes durante el siglo XVIII. Ah¨ª est¨¢n, entre otras muchas delicias, el tr¨ªo final del primer acto, el Verdi allori de Medoro y el Ah Stigie larve! de Orlando en el segundo, o el Gi¨¤ l'ebro mio ciglio en el tercero. Pero, a pesar de sus bellezas, el drama de Orlando nos conmociona s¨®lo en momentos determinados. No nos envuelve de principio a fin. Ese fue el problema de la ¨®pera barroca, y por eso tuvo que cambiar.
El Gabrieli Consort and Players cumpli¨® dignamente con su cometido, aunque se mantuvo lejos del nivel alcanzado estos ¨²ltimos meses -tambi¨¦n en el Palau- por otros especialistas en m¨²sica antigua: Jacobs, Harnoncourt y Kuijken. Cantantes de relativa entidad vocal e instrumentistas algo mon¨®tonos, supieron todos ellos, sin embargo, enfrentarse con correcci¨®n y conocimiento del estilo a las dificultades -nada peque?as- que Haendel plantea aqu¨ª.
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