Magdalena y su 'caun¨¢'
Me gustan las personas que prestan su voz a quienes tienen dificultades para hacerse o¨ªr. Me gusta, por eso, Magdalena ?lvarez, que ha sido capaz de poner su alma y su formidable dial¨¦ctica al servicio de 400.000 andaluces a los que el gobierno de Aznar les ha privado no ya de la palabra sino incluso de la existencia. Me gustan las luchas desinteresadas. Admiro en el pol¨ªtico su compromiso con las gentes que no disponen m¨¢s que de su voto para intentar hacerse due?as de su destino. Y Magdalena es de esa pasta. Se trata de una mujer que, por lo dem¨¢s, se viene ocupando, desde hace a?os, de cosas que, hasta llegar ella, hab¨ªan sido coto cerrado para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n; es decir, para las mujeres. Me refiero a la econom¨ªa y las finanzas p¨²blicas. Ah¨ª es nada.
La econom¨ªa, como le ocurre a la medicina o al derecho, tiene una jerga propia que sus mu?idores suelen hacer oscura (mejor a¨²n, obscura) para hacerse as¨ª interpretes exclusivos de tal disciplina. Suelen olvidar que est¨¢n hablando de cosas tan importantes para todos como el trabajo, los salarios, el ahorro o el comercio y que a cualquier mortal le gustar¨ªa enterarse de lo que dicen. Ya s¨¦ que es dif¨ªcil, pero la verdad es que, tras o¨ªr durante estos ¨²ltimos a?os a Magdalena, me he dado cuenta de que es posible conseguirlo. Cuando el lenguaje se vuelve incomprensible, ah¨ª est¨¢ ella para encender la luz y, en pocas palabras, dichas todas ellas poniendo el acento en la vocal m¨¢s abierta, recuperar el nombre de las cosas cotidianas.
Hace unos meses, cuando el Banco Central Europeo subi¨® los tipos de inter¨¦s y, con ello, el coste de las hipotecas, un importante miembro del Gobierno declar¨® p¨²blicamente que se trataba de una decisi¨®n muy buena para la econom¨ªa espa?ola aunque fuera mala para los ciudadanos. Tan parad¨®jica afirmaci¨®n es un ejemplo del extremo al que puede llegar un 'experto'. Magdalena, que nunca ha olvidado que la econom¨ªa es, etimol¨®gicamente, la 'ley del hogar', jam¨¢s habr¨ªa dicho una cosa as¨ª. No porque ella no sea experta y due?a de la ciencia, que lo es y mucho, sino porque trata de ser clara para que se le entienda todo. Y vaya si se la entiende. Tal vez sea ¨¦sta la causa del mal momento que est¨¢ atravesando.
La pol¨ªtica y las finanzas tienen mala convivencia. M¨¢s aun en estos tiempos de globalizaci¨®n en que la pol¨ªtica parece haberse sumergido y hacen fortuna quienes pontifican sobre la perniciosa influencia de los votos sobre la econom¨ªa. Los mercados, sobre todo los financieros, que compran y venden hasta el pensamiento, dictan su ley y no admiten contradicci¨®n. A tal punto hemos llegado que, como acabamos de comprobar, ha resultado indiferente saber a qui¨¦n votaron realmente los ciudadanos de Estados Unidos para ejercer la presidencia, porque el tiempo que habr¨ªa tenido que invertirse en llegar a ese conocimiento habr¨ªa da?ado a los mercados. Dan ganas de volver a gritar 'eppur si muove'. Y es que el simple transcurso de los a?os se ha venido encargando de barrer los pretendidos dogmas econ¨®micos. Ayer fue el paradigma mercantilista; m¨¢s tarde, el keynesiano; despu¨¦s, la escuela de Chicago tom¨® el cetro y hoy se afirma con rotundidad que el crecimiento estable ha terminado con el ciclo. Al final, el g¨¦lido soplo de las crisis termina por poner en evidencia que, en econom¨ªa, el ¨²nico paradigma v¨¢lido es que no existe ninguno.
Me vienen a la cabeza todas estas reflexiones al ver la pasi¨®n con la que se ha polemizado sobre el ahorro de los andaluces y sus instituciones. Unos y otros han expuesto sus opiniones y no es mi prop¨®sito ahora polemizar con ellas. Ni siquiera lo har¨¦ con quienes son capaces de descalificar, en Madrid, una sentencia judicial porque el fallo en cuesti¨®n perpetra, dicen, una agresi¨®n al poder legislativo, al mismo tiempo que, en Andaluc¨ªa, son capaces de subordinar el cumplimiento de una ley del Parlamento a la voluntad de unos cuantos ciudadanos. Me limitar¨¦ a decir que si record¨¢ramos lo discutibles que son las verdades de la econom¨ªa, dejar¨ªamos tanta pasi¨®n para mejores querellas y acaso ganar¨ªamos todos un poco de perspectiva.
Esa perspectiva es la que hoy me lleva de nuevo hasta Magdalena. Muchos de los lectores se acordar¨¢n del cuento del escorpi¨®n y la rana. El temperamento, amigos, es el temperamento, concluye su moraleja. Aqu¨ª a eso lo llamamos caun¨¢ (ca uno es ca uno y tiene su caun¨¢). Y hay que saber que la caun¨¢ de Magdalena es fuerte y exigente, autoexigente tambi¨¦n. Como lo es su dignidad, su ciencia y su capacidad de trabajo. Tambi¨¦n su honradez. Y termino: ?aguanta la sociedad de igual forma el temperamento fuerte en un hombre que en una mujer? A prop¨®sito, que no se me olvide: ?se han enterado ustedes de que, con Magdalena ?lvarez al frente de la pol¨ªtica econ¨®mica, las cajas de ahorro andaluzas han superado en un cinco por ciento el nivel medio de beneficios de estas entidades?
Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n Mart¨ªnez es diputado a Cortes del PSOE por la provincia de C¨®rdoba y ex ministro de Trabajo.
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