'Yo tambi¨¦n tengo malos pensamientos'
A Donato Gama da Silva (R¨ªo de Janeiro, 1962) el carrete de la vida futbol¨ªstica le ha dado para convertirse en ¨ªdolo del Vasco da Gama en los ochenta y en jugador venerado en el Atl¨¦tico de Madrid a principios de los noventa. Quiz¨¢ Jes¨²s Gil crey¨® que, al traspasarlo al Deportivo, en 1993, se libraba de un futbolista en declive. Grave error. Este centrocampista reconvertido en defensa central nunca ha tenido el brillo de los grandes astros, pero es ya una leyenda viva del deportivismo. Semana a semana, Donato parece desafiar las leyes de la naturaleza: con 38 a?os, se mantiene como una pieza indispensable en un equipo que lucha por el t¨ªtulo de Liga y se bate con los mejores de Europa -ah¨ª qued¨® su extraordinario marcaje a Shevchenko, del Milan, quien pasa por ser el delantero m¨¢s r¨¢pido del continente-. Adorado por la hinchada, nunca ha perdido su car¨¢cter apacible y humilde, ni tampoco su inquebrantable fe en Dios, como buen miembro del grupo evangelista de los Atletas de Cristo. No tiene planes sobre su retirada: todo lo conf¨ªa a la voluntad del Alt¨ªsimo.
Pregunta. La gente ya le llama El Abuelo. ?No le molesta?
Respuesta. No; puede que, al principio, me empezase a llamar as¨ª alg¨²n periodista con mala intenci¨®n, pero s¨¦ que le gente me lo dice ahora con cari?o.
P. Dicen que es mayor de lo que declara.
R. Y no lo entiendo, porque deber¨ªa ser al contrario: si me ven bien, tendr¨ªan que pensar que soy m¨¢s joven.
P. ?Y los compa?eros no le hacen bromas?
R. No, no. Todos me respetan y conocen muy bien mi forma de ser y de pensar.
P. ?Nota en los futbolistas j¨®venes una mentalidad distinta a la de su generaci¨®n?
R. Ha cambiado mucho, s¨ª. A los j¨®venes les falta un poco de humildad. Cuando yo empec¨¦, respetaba mucho a los mayores y estaba dispuesto a hacer encantado cualquier cosa que me mandaran: atarles los cordones de las botas o ir a por un caf¨¦. En el Reino Unido se siguen cuidando ese tipo de cosas. Pero, en general, la situaci¨®n ha cambiado.
P. A pesar de lo bien que se encuentra, tiene que notar que las fuerzas van decayendo.
R. Pero al f¨²tbol no se juega s¨®lo con los pies. Tambi¨¦n es una cuesti¨®n de pensar y, sobre todo, de pensar r¨¢pido. Si esto consistiese s¨®lo en correr, los mejores ser¨ªan Carl Lewis o Ben Johnson. Yo trato de ir adapt¨¢ndome a las circunstancias. Los a?os pasan, lo s¨¦ muy bien, y tengo que sufrir. Pero eso me gusta, porque nunca pude estar parado. Y creo que a¨²n puedo seguir aprendiendo. Se trata de saber lo que tu cuerpo puede aguantar y hasta d¨®nde pueden llegar tus fuerzas. Por eso pido a Dios que me ayude a saber cu¨¢ndo debo dejarlo.
P. Como todo juego, el f¨²tbol est¨¢ sometido al azar y, por tanto, sus resultados son a veces caprichosos o impredecibles. ?Una persona creyente est¨¢ m¨¢s preparada para vivir esa situaci¨®n?
R. Yo no me considero mejor que nadie. Soy un seguidor de Jesucristo y una persona temerosa de Dios, lo que quiere decir que no vivo s¨®lo para lo material. Esto es porque creo que tenemos una parte espiritual que es fundamental para nosotros. Pero tengo los mismos problemas que todo el mundo y no soy un santo: hago cosas malas, tengo pensamientos malos, me peleo con los compa?eros... Pero s¨¦ que no estoy solo, porque tengo una relaci¨®n con Dios.
P. Los brasile?os siempre andan juntos. ?Son como un clan?
R. Somos muy apegados unos a los otros. Es l¨®gico: la mentalidad, el idioma, el tipo de bromas que nos gastamos... Yo, por ejemplo, me sent¨ª muy solo cuando Baltazar se fue del Atl¨¦tico de Madrid. Cuando tienes compatriotas tuyos, el tipo de ambiente es distinto, hay un cachondeo entre nosotros. A Rivaldo le van muy bien las cosas en el Barcelona, pero no tiene el ambiente que ten¨ªa aqu¨ª, con muchos brasile?os, y lo echa de menos.
P. ?Vender¨ªa su alma por jugar otros 20 a?os?
R. Jam¨¢s. No vender¨ªa mi alma por nada. Cristo pag¨® en la cruz un precio muy alto por ella.
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