Inmigraci¨®n e ideolog¨ªas
Uno de los aspectos m¨¢s atractivos del debate sobre inmigraci¨®n es que sirve para recordarnos muchas de las caracter¨ªsticas de la nueva pol¨ªtica. Para empezar, los flujos migratorios muestran claramente la dificultad de seguir manej¨¢ndonos con una visi¨®n de la sociedad encapsulada sobre s¨ª misma, esa imagen que le era tan cara al Estado-naci¨®n tradicional. Sin poder negarse la pervivencia de las fronteras y de la capacidad de acci¨®n jer¨¢rquica del Estado, aparecen, sin embargo, profundamente condicionadas en su eficacia por esta nueva situaci¨®n de movilidad demogr¨¢fica. Y del mismo modo que estamos rompiendo con la imagen de diferentes sociedades cerradas superpuestas, nos aproximamos tambi¨¦n a otra que nos desvela un creciente pluralismo interno en todas ellas. En la gesti¨®n de este pluralismo y/o multiculturalismo y en el dise?o de estrategias de colaboraci¨®n transnacionales -eso que ya se llama gobernancia global- nos jugamos gran parte de nuestro futuro. ?Est¨¢n preparadas las ideolog¨ªas pol¨ªticas tradicionales para afrontar este nuevo escenario? Entremos lo m¨¢s discreta y modestamente posible en este tema inmenso al hilo de la actual discusi¨®n sobre la inmigraci¨®n.
Como se percibe en el dise?o de la Ley de Extranjer¨ªa, el PP tiene graves dificultades para ser congruente con una posici¨®n liberal. S¨®lo los liberales abogan -dentro de ciertos l¨ªmites, claro est¨¢- por extender tambi¨¦n su af¨¢n desregulador al campo de la movilidad del trabajo, supeditando cuestiones de soberan¨ªa o de identidad a criterios de eficacia econ¨®mica. Esta visi¨®n coincide con los recientes resultados de un informe promovido por el Ministerio del Interior brit¨¢nico, en el que se demuestra que la inmigraci¨®n ha contribuido a mejorar la econom¨ªa, a reducir la inflaci¨®n y a aumentar el crecimiento. Contrariamente a lo que se suele creer, los beneficios que el Estado obtiene de los inmigrantes a trav¨¦s de los impuestos que pagan superan en un 10% a lo que se llevan en forma de prestaciones sociales (Financial Times, 29 de enero de 2001). Es tambi¨¦n la posici¨®n seguida por lo general por las diferentes administraciones de los Estados Unidos, de tradici¨®n mucho m¨¢s aperturista que la europea a este respecto. Este entusiasmo no es compartido, sin embargo, por otros sectores de la derecha, que sigue presa de la contradicci¨®n entre su rama neoliberal, favorable a la apertura de mercados, y la neoconservadora, m¨¢s atenta al cierre del Estado en el aspecto cultural y a las visiones identitarias nacionalistas. Es de prever que la contradicci¨®n se ir¨¢ agudizando, y las desregulaciones que en algunos aspectos promueve la mundializaci¨®n se busquen compensar con nuevas regulaciones en otros.
La izquierda se encuentra sujeta a una contradicci¨®n similar, solo que de signo contrario: mayor ¨¦nfasis en el cierre estatalista frente a los flujos financieros internacionales o, cuando menos, b¨²squeda de un control de ¨¦ste y otros aspectos de la mundializaci¨®n econ¨®mica desde instancias supranacionales, y mayor apertura hacia formas de integraci¨®n ¨¦tnica y cultural plural; hacia un modelo de ciudadan¨ªa m¨¢s inclusivo. Si bien creo que ¨¦stas son las posiciones b¨¢sicas en las que va cristalizando la tradicional divisi¨®n izquierda-derecha en el nuevo mundo de la pol¨ªtica, no es de excluir que se produzcan distorsiones derivadas del propio juego Gobierno /oposici¨®n; por ejemplo, que un Gobierno de izquierdas en el poder se vea presionado por consideraciones de inter¨¦s nacional o el estado de ¨¢nimo de amplios grupos de la poblaci¨®n. Pero, sobre todo, que las posiciones ante la inmigraci¨®n comiencen a constituir una polarizaci¨®n de naturaleza propia: el polo inclusi¨®n / exclusi¨®n en el demos o comunidad pol¨ªtica.
Por decirlo en otros t¨¦rminos, la cuesti¨®n de la inmigraci¨®n nos obliga necesariamente a repensar algo que es clave para la identidad de la pol¨ªtica democr¨¢tica: el mismo concepto de ciudadan¨ªa. Y esto no s¨®lo hacia dentro, en el interior de cada Estado, sino en un entorno supranacional donde aquel concepto est¨¢ siendo tambi¨¦n sometido a prueba. Parece evidente que vamos en la direcci¨®n de pol¨ªticas de inmigraci¨®n comunes para toda la UE. Solamente as¨ª conseguiremos racionalizar este ca¨®tico proceso. Lo fascinante es que quiz¨¢ no sea demasiado ut¨®pico pensar que en este esfuerzo conseguiremos asentar tambi¨¦n una m¨¢s profunda ciudadan¨ªa europea.
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