La obra de Lendoiro
La reciente historia del Deportivo es quiz¨¢ la m¨¢s fascinante del f¨²tbol espa?ol, pues ning¨²n otro club se ha atrevido a atacar el viejo sistema de clases con tanta energ¨ªa y descaro. La nueva generaci¨®n de aficionados puede pensar que el equipo gallego es un cl¨¢sico en el gotha de la Liga, donde acompa?a a la vieja aristocracia que encabezan el Real Madrid y el Barcelona.
Para los que han visto al Deportivo perturbar la hegemon¨ªa del Madrid y del Bar?a habr¨ªa que recordar que se trata de un equipo indefinido durante d¨¦cadas. M¨¢s que ning¨²n otro, el Deportivo acu?¨® la expresi¨®n 'equipo ascensor': vagaba entre Primera y Segunda como se transita por el limbo. Estaba en el f¨²tbol para acompa?ar, para servir de lanzadera a j¨®venes prometedores que har¨ªan historia. Nadie so?¨® en mantener a Luis Su¨¢rez o Amancio en el Depor. No era su papel. Lo suyo era aceptar su hist¨®rica condici¨®n de modesto.
?C¨®mo se puede hablar en estos t¨¦rminos de un equipo que ha conquistado una Liga y una Copa, que ha estado a un mil¨ªmetro de ganar otra Liga y ha disputado repetidas veces la Copa de Europa, que acaba de vencer en el Camp Nou y que se dispone a desafiar el pr¨®ximo s¨¢bado al Madrid? Bien, toda esta saga de ¨¦xitos se ha producido por obra de un hombre que rechaz¨® las ideas convencionales y decidi¨® convertir al Deportivo en una potencia del f¨²tbol espa?ol.
Hace diez a?os, el club estaba a un paso de descender a Segunda B. No era la mejor posici¨®n para lanzar un mensaje ambicioso. Su ¨²nico capital era un juvenil zurdo que estaba destinado a seguir los pasos de Amancio y Su¨¢rez. Diez a?os despu¨¦s, Fran sigue en el Deportivo. Lo decidi¨® Lendoiro contra viento y marea, como tambi¨¦n que hab¨ªan terminado las horas amargas.
Lendoiro tuvo lo que es raro en el f¨²tbol: una idea y la ambici¨®n de llevarla a cabo. Su idea pasaba por sacar a su club de la miseria y convertirlo en un grande. Le tacharon de iluso y megal¨®mano, pero todo lo que hizo tuvo sentido y precisi¨®n. Mantuvo a Fran, contrat¨® por sorpresa a Bebeto y Mauro Silva, convenci¨® a los descre¨ªdos, gener¨® el entusiasmo de una ciudad que sent¨ªa m¨¢s pasi¨®n por el hockey sobre patines que por el f¨²tbol, abander¨® la causa de un estadio sin pista de atletismo y comenz¨® a cobrar dividendos.
Es lo que pasa cuando hay un proyecto firme en la cabeza de los dirigentes. Un club que no sab¨ªa su lugar en el f¨²tbol comenz¨® a crecer al amparo del contundente proyecto de Lendoiro, que no era filfa. Estuvo listo incluso cuando patin¨® y form¨® una ONU indigesta. Corrigi¨® su error, dio el necesario toque espa?ol al equipo y nunca olvid¨® que los grandes clubes est¨¢n hechos con los mejores jugadores. De Bebeto pas¨® a Rivaldo y de ¨¦ste a Djalminha, futbolistas que ganan partidos y venden entradas. Todo lo que parec¨ªa imposible en 1990 es perfectamente posible ahora mismo. El Deportivo es un grande indiscutible, y el m¨¦rito corresponde al hombre que lo construy¨®. Lendoiro.
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