Instantes de cumbre
Nunca, ni cuando las dirig¨ªa, dejaba Stanley Kramer de ser ante todo un productor de pel¨ªculas. Emergi¨® de la sombra de David O'Selznick, como organizador de altos vuelos, y puso algunas semillas de un primer, y prematuro, cine independiente, dentro del propio Hollywood, con la fundaci¨®n en 1947 de la Screen Plays Corporation, que no tard¨® en convertirse en lo que realmente era, la Stanley Kramer Productions. Hab¨ªa en ¨¦l un rasgo de buena megaloman¨ªa
De este impulso proceden admirables obras que forjaron el c¨¦lebre estilo o marca o sello Kramer, como El ¨ªdolo de barro, dirigida en 1948 por Mark Robson; Hombres, primera gran pel¨ªcula de Marlon Brando, que dirigi¨® Fred Zinnemann en 1950; Muerte de un viajante, incorporaci¨®n de Arthur Miller a la pantalla, con direcci¨®n de Laszlo Benedek, en 1951, y en 1952, dirigida por Zinnemann, la legendaria Solo ante el peligro. La etapa de Kramer productor de filmes dirigidos por otros se cierra en el periodo que va de 1954, con El mot¨ªn del Caine, a 1962, con ?ngeles sin para¨ªso, que supuso la incorporaci¨®n a Hollywood del pionero del cine subterr¨¢neo neoyorquino John Cassavetes. Y en el enunciado de este abanico de joyas del llamado sello Kramer aflora lo m¨¢s inteligente y libre de su vasta obra.
Nunca -salvo en dos filmes procesales de excepcional vigor e inspirados en sucesos, Inherit the wind y El juicio de N¨²remberg o Vencedores y vencidos, realizados uno detr¨¢s del otro entre 1960 y 1961, sin ruptura de esp¨ªritu, en un mismo aliento de energ¨ªa creadora de cine libre- el director Kramer alcanz¨® la sagacidad del productor Kramer. Fugitivos y La hora final, realizadas un par de a?os antes, se acercan a esas dos obras maestras y en cierto modo las preparan y las abren camino. Pero el resto de sus trabajos de direcci¨®n, desde la petulante No ser¨¢s un extra?o y la torpe espa?olada Orgullo y pasi¨®n, a la sosa farsa de El mundo est¨¢ loco, loco, loco y el artificio de la comedia Adivina qui¨¦n viene a cenar esta noche, son grandes aparatos de producci¨®n puestos en manos de un director acartonado y sin identidad estil¨ªstica.
Lo mejor del cine dirigido por Kramer hay que buscarlo en sus lujosos y a veces exactos repartos, que en Inherit the wind, gracias al choque de los geniales trabajos de Spencer Tracy y Fredric March, y en Vencedores y vencidos, donde se produce un asombroso acoplamiento del inmenso Tracy con instantes prodigiosos de Montgomery Clift, Judy Garland, Richard Widmark, Burt Lancaster y Marlene Dietrich, rozan aut¨¦nticos instantes de cumbre.
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