Inmigrantes menores de edad ejercen la prostituci¨®n en la zona de la Casa de Campo
Los vecinos de Bat¨¢n piden la intervenci¨®n del Defensor del Menor y de la polic¨ªa
Vecinos de la zona de Bat¨¢n y del Alto de Extremadura, barrios cercanos a la Casa de Campo, aseguran que j¨®venes menores de edad ejercen la prostituci¨®n en la zona. 'Son chicas de 13 y 14 a?os, casi todas africanas o procedentes del este de Europa. Las vemos en los autobuses, en las calles, se nota que son cr¨ªas', explica Manuel Dorado, presidente de la Asociaci¨®n de Vecinos Casa de Campo-Bat¨¢n, que el lunes convoc¨® una asamblea a la que acudieron unas mil personas. La concejal de Seguridad, Mar¨ªa Tard¨®n, se re¨²ne ma?ana con los vecinos para tratar el problema.
Ante esta denuncia, el defensor del Menor, Javier Urra, ha decidido intervenir. Urra ha pedido al delegado del Gobierno, Francisco Javier Ansu¨¢tegui, que investigue si en la Casa de Campo hay menores ejerciendo la prostituci¨®n, entre las 1.200 mujeres que ofrecen sus servicios. 'Si se demuestra ser¨ªa grav¨ªsimo, pero nos dar¨ªa la posibilidad de intervenir', advierte Urra. La concejal Mar¨ªa Tard¨®n, al conocer estos hechos, ha alertado a la Polic¨ªa Municipal para que extreme las medidas encaminadas a detectar si hay menores entre las prostitutas de la zona.
La Polic¨ªa Municipal patrulla regularmente la Casa de Campo, si bien le resulta muy dif¨ªcil determinar los a?os que tienen estas chicas, que suelen moverse con documentaci¨®n falsa en la que figura m¨¢s edad de la que en realidad tienen. La f¨®rmula m¨¢s certera para establecer los a?os de estas j¨®venes ser¨ªa realizarles una radiograf¨ªa que determine el crecimiento de los huesos del antebrazo o un examen ginecol¨®gico.
La sospecha de que menores se prostituyen en las calles de Madrid existe desde hace tiempo. En junio de 2000, Urra ya envi¨® una carta a Ansu¨¢tegui en la que le ped¨ªa que investigara si hab¨ªa muchachas de menos de 18 a?os buscando clientes en la zona de la plaza de Cuzco. La investigaci¨®n result¨® negativa.
Las prostitutas ejercen las 24 horas del d¨ªa en la Casa de Campo. En ropa interior de colores chillones y con botas de plataforma, se dejan ver desde las inmediaciones de Bat¨¢n y se adentran hacia el interior del parque. Las africanas se sit¨²an en el l¨ªmite del barrio de Bat¨¢n con la Casa de Campo. 'Puedes encontrar gente manteniendo relaciones sexuales hasta en los portales y en los cajeros autom¨¢ticos', denuncia Paco, un miembro de la asociaci¨®n de vecinos. La fila de chicas que ofrecen sus servicios llega al Parque de Atracciones, por donde cada d¨ªa pasan cientos de ni?os.
Los conductores aminoran la marcha cuando se adentran en la zona para poder as¨ª examinar la oferta. En un solo d¨ªa pasan 55.000 veh¨ªculos por la Casa de Campo, seg¨²n datos de Ecologistas en Acci¨®n. Las prostitutas se contonean, ense?an el trasero y se abren de piernas al paso de los veh¨ªculos. Algunas esperan en grupos de tres o cuatro, otras caminan solas. Los coches paran y negocian el precio. La prostituta se sube y el conductor se adentra por el bosque. La llegada de mujeres a la Casa de Campo que han sido desalojadas de otras zonas de Madrid ha provocado un descenso en las tarifas. Una felaci¨®n cuesta 1.000 pesetas, y un servicio completo, 5.000.
M¨¢s adelante, en el Zoo, esperan los homosexuales. All¨ª la actividad sexual no se desarrolla en los coches, sino al aire libre, entre la maleza. Al llegar al lago, el panorama cambia. Muchachas procedentes de pa¨ªses del Este, de aspecto ani?ado, se colocan cerca de los bares y bajo la luz de las farolas. Al paso de los coches, sacan la lengua e intentan abrir las puertas para captar clientes.
Las prostitutas que los vecinos creen que no han alcanzado la mayor¨ªa de edad sufren su explotaci¨®n cerca del Parque de Atracciones y en la zona del lago. 'El otro d¨ªa estaba haciendo deporte y me abord¨® una ni?a que no deb¨ªa de tener m¨¢s de 12 o 13 a?os', cuenta Eduardo, que lleva 30 a?os en Bat¨¢n.
Los vecinos se quejan de que han convertido el autob¨²s E1 -l¨ªnea gratuita que cubre el trayecto de Pr¨ªncipe P¨ªo a Bat¨¢n hasta que vuelva a funcionar por completo la l¨ªnea 10 del metro- en un basurero. Las prostitutas, seg¨²n los vecinos, al no tener que pagar billete, se re¨²nen, comen, tiran la basura y hasta hacen sus necesidades en los autobuses. 'El otro d¨ªa mi hijo se sent¨® encima de una compresa', cuenta Rosa, otra vecina afectada. Esta l¨ªnea es la que utilizan las africanas, que se defienden de las acusaciones. 'Nosotras no tiramos papeles al suelo, eso lo hacen las blancas. Nos metemos aqu¨ª para no tener fr¨ªo y poder charlar con las amigas', cuenta Becky, una nigeriana que afirma tener 25 a?os. Precisamente, el viernes la polic¨ªa inform¨® sobre la desarticulaci¨®n de una red que introdujo en Espa?a a 150 mujeres, la mayor¨ªa nigerianas, para prostituirlas.
Becky est¨¢ sentada al fondo del autob¨²s con 14 compa?eras con las que comparte su cena: un paquete de galletas. 'No podemos irnos a casa, porque hay otros durmiendo en nuestras camas', explican. Francisco Romero, conductor de la l¨ªnea E1, afirma que nunca ha tenido problemas con ellas. 'Alguna te hace una gracia, te coge del carrillo, pero son bastante educadas'.
Los responsables municipales llevan a?os estudiando qu¨¦ hacer con la prostituci¨®n de esta zona. El alcalde pens¨® en trasladarlas al Cerro de Garabitas y llevar hasta all¨ª ambulancias y aseos. M¨¢s tarde, Mar¨ªa Tard¨®n anunci¨® que la Polic¨ªa Municipal denunciar¨ªa a las mujeres por exhibici¨®n imp¨²dica, pero el fiscal jefe de la Audiencia, Mariano Fern¨¢ndez Bermejo, replic¨® que esa medida era ilegal, porque las chicas estaban ejerciendo 'con el uniforme propio de su profesi¨®n'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.