Objetores escolares
Educaci¨®n regula aulas-taller para evitar que los j¨®venes abandonen los institutos antes de cumplir los 16 a?os
Entre 14 y 16 a?os. Desescolarizados o con grave riesgo de abandono escolar por encontrarse en una situaci¨®n familiar y social desfavorecida. Incapaces de alcanzar los objetivos de la Educaci¨®n Secundaria Obligatoria (ESO), a pesar de las adaptaciones curriculares. Y con al menos dos a?os de retraso escolar. As¨ª son Hussein, Enrique o Jos¨¦ Ignacio. Todos ellos alumnos del Aula de Compensaci¨®n Educativa (ACE) de Aluche (adscrita al Instituto Blas de Otero), una de la cuatro v¨ªas que contempla la Administraci¨®n para intentar retener a los j¨®venes en los institutos al menos durante el tiempo que contempla la ley: los 16.
'A m¨ª no me gusta estudiar. En el instituto me dijeron que me fuera a un aula taller, que estar¨ªa mejor porque es menos duro y hay m¨¢s pr¨¢cticas, m¨¢s salidas', asegura Enrique sin gran emoci¨®n. Arete en la oreja, pelo rapado, flequillo te?ido de rubio estilo Tint¨ªn, 15 a?os... Los ocho ACE que hay en la regi¨®n -las antiguas aulas taller- est¨¢n dirigidas a j¨®venes que, como Enrique, son objetores escolares y quieren trabajar ya.
Para ellos se compaginan la ense?anza de unos conocimientos b¨¢sicos que permitan el aprendizaje de un oficio -en el Blas de Otero se imparten peluquer¨ªa y electricidad- con las materias propias de la ESO adaptadas a su capacidad. 'Su nivel es, en el mejor de los casos, de los ¨²ltimos cursos de primaria', comenta Miguel ?ngel Villa, jefe de estudios de esta aula taller. 'Realizan operaciones b¨¢sicas. En lengua cometen muchas faltas, leen por debajo de la velocidad media y tienen un nivel de comprensi¨®n bastante bajo'.
Pero el nivel acad¨¦mico no es el mayor problema. 'Todos presentan problemas sociofamiliares. Son requeridos regularmente por la polic¨ªa, faltan porque tienen que declarar... Hay chavales que presentan patolog¨ªa psiqui¨¢trica o al menos problemas de conducta', comenta Villa. Y recuerda cuando se puso en contacto con una madre por las reiteradas faltas de su hijo y ¨¦sta le contest¨® que lo pusiera en conocimiento del fiscal, para ver si lo encerraban y as¨ª su hijo le dejaba de pegar.
'Espabila, que he apostado fuerte por ti', le dice a Enrique. 'Pues no apuestes muchos duros, no los vayas a perder', le responde el que tiene claro que lo que quiere es dejar de estudiar. En un aula, dos chicas realizan ejercicios de lectura; en la otra, los chicos se aplican a las matem¨¢ticas. 'Aqu¨ª estoy mejor. No me mandan ni me castigan tanto como en el instituto', asegura Hussein, mientras un compa?ero echa sus cuentas y mueve la cabeza al son que le marca el walkman.
'Para un determinado tipo de chavales, las aulas de compensatoria son una medida acertada. Es, quiz¨¢, hoy por hoy, la medida m¨¢s extrema que contempla la Administraci¨®n', dice Villa. Las otras tres medidas, seg¨²n estableci¨® la Consejer¨ªa de Educaci¨®n el pasado septiembre en los institutos de secundaria, son: apoyo a los alumnos m¨¢s dif¨ªciles en las clases ordinarias, sacar a los chavales del aula para apoyos puntuales en las materias en las que presenten m¨¢s retraso -por ejemplo, lengua espa?ola en el caso de los inmigrantes- y grupos espec¨ªficos de compensaci¨®n para los que presentan grandes dificultades de adaptaci¨®n y riesgo de abandono escolar.
Aunque las aulas de compensatoria tengan su p¨²blico, Educaci¨®n quiere mantener su car¨¢cter excepcional y asegura que no van a llegar a m¨¢s de 25 -es decir, para mil chavales m¨¢ximo- en toda la Comunidad. 'Lo que queremos evitar es que se mande a un joven aqu¨ª porque en la clase tiren una tiza, y guardar las plazas para quien las necesita de verdad', se?alaron fuentes de la consejer¨ªa. Por ello es prescriptivo que la Direcci¨®n General de Promoci¨®n Educativa y no los centros sea la que remita a los chavales all¨ª.
Las salidas de las aulas de compensatoria son tres. Al menos sobre el papel. 'Los que acaban el aula de compensatoria -que duran un m¨¢ximo de dos cursos- pueden ponerse a trabajar como aprendices o incorporarse a un programa de garant¨ªa social para perfeccionar el oficio. Tambi¨¦n podr¨ªan reincorporarse al instituto, pero me imagino a pocos de estos alumnos volviendo al sistema educativo porque vienen muy tocados por ¨¦l. Lo que es cierto es que es una buena alternativa a la desescolarizaci¨®n o a entrar en la rueda de las expulsiones', asegura Villa.
En el aula de peluquer¨ªa las cabezas de pl¨¢stico est¨¢n por todos los lados. Pelos te?idos, cortes ex¨®ticos... Los grupos son como m¨¢ximo de 15 personas. 'Con m¨¢s es imposible trabajar'. Porque la labor de los cinco profesores del centro va m¨¢s all¨¢ que la de ense?ar. 'Estamos en contacto permanente con las familias. Y si algo tenemos claro es que debemos crear un gancho afectivo con los j¨®venes para retenerlos. Porque todos presentan mucho rechazo hacia el sistema educativo. A?ade a eso toda la virulencia de la adolescencia', dice Villa, que a?ade: 'Muchas veces somos el ¨²nico modelo de autoridad que tienen y les cuesta much¨ªsimo aceptar las normas'.
Por eso no entiende que la Administraci¨®n no les mime m¨¢s. Este curso, el primero en que las aulas pasan a depender directamente de los institutos, los directores han tardado mucho en recibir el dinero para ponerlas en marcha. A¨²n hay una en el Instituto P¨ªo Baroja y otra en el Vista Alegre que no han comenzado a andar por ello. 'Nosotros todav¨ªa estamos esperando para comprar los ordenadores. Y si la inform¨¢tica es clave para enganchar a los chavales, no entiendo por qu¨¦ eso no lo cuidan m¨¢s'.
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