Modernidad con el Albaic¨ªn al fondo
En los conciertos de abono de viernes, s¨¢bado y domingo, la Orquesta Nacional, con el director em¨¦rito a su frente, ha estrenado esta semana una obra de t¨ªtulo que parece anecd¨®tico y de calidad e imaginaci¨®n l¨²cidas que dejan atr¨¢s la an¨¦cdota para pisar la segura luz de la categor¨ªa. Se trata, como ha sido ampliamente difundido, de Halfb¨¦niz, contracci¨®n de los apellidos de Crist¨®bal Halffter y de Isaac Alb¨¦niz, creada por encargo de la Sociedad Estatal Nuevo Milenio, al que el maestro madrile?o ha respondido con lo mejor de su saber y su sentir.
Casi agotado el campo de las orquestaciones -el joven Halffter hizo una, muy bella, de la Rapsodia espa?ola, instrumentada inicialmente por Tom¨¢s Bret¨®n- ahora ha tocado turno a las reinvenciones, a la denominada 'm¨²sica sobre m¨²sicas', un h¨¢bito cuyo uso se pierde en las lejanas perspectivas de la historia. Halffter es partidario de explicar su m¨²sica y lo hace con desenfado y, a veces, con osad¨ªa. Pero hay una explicaci¨®n que no suele fallarle: la que hace desde la propia m¨²sica. As¨ª en este caso, cuando toma algunos esquejes tem¨¢ticos de El Albaic¨ªn, nocturnal y distanciado, para armar lo que califica de divertimento en un gesto de modestia o, quiz¨¢, en una exigencia de libertad. Sin embargo, la concisa partitura supone mucho m¨¢s en sus formulaciones instrumentales (excepcionalmente bello el comienzo) y en sus explosiones de sonidos, colores y potencias. Entonces se alza en nuestro ¨¢nimo una impresi¨®n: la de hallarnos ante un albecinismo sin copia ni, apenas, citas textuales, pero con esa rara fuerza barroca que liga, con facilidad, al autor de la Iberia con el de su transformaci¨®n.
Obra nada f¨¢cil, ha de encomiarse el trabajo de la ONE y el de Fr¨¹hbeck de Burgos. El ¨¦xito fue grande y encerraba una lecci¨®n, pues un p¨²blico an¨¢logo al que, en 1960, protestara las Microformas de Halffter, le recompensa ahora con largas y entusiastas ovaciones por su nueva obra.
La otra mitad del programa la dedic¨® Fr¨¹hbeck a la m¨¢s dif¨ªcil y, quiz¨¢, m¨¢s hermosa sinfon¨ªa de Brahms: la n¨²mero 3, en fa mayor. La buena factura de todas las versiones no agota, por supuesto, la hermosura de las obras, mas si circularon por el cauce certero, cualquier comentario detallado se tornar¨ªa cominero frente a la fundamental. El p¨²blico pens¨® lo mismo al no escatimar aplausos a dos de nuestros j¨®venes setentones.
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