Espa?a paga el peaje de la indiferencia
Inglaterra concede mucha m¨¢s importancia al duelo de selecciones de ma?ana en Birmingham
La selecci¨®n espa?ola retomar¨¢ ma?ana en Birmingham el cap¨ªtulo de grandes duelos internacionales. Le espera una expectante Inglaterra, ahora dirigida por el sueco Sven Goran Eriksson, cuya designaci¨®n ha generado una pol¨¦mica de primer orden. La afici¨®n y la cr¨ªtica inglesa han concedido a este partido una importancia casi exagerada, infinitamente superior a la que se observa en el entorno del equipo espa?ol, que est¨¢ penando el fracaso de la Eurocopa. Los jugadores y el seleccionador, Jos¨¦ Antonio Camacho, aseguran que cualquier enfrentamiento con Inglaterra tiene una m¨ªstica especial, a pesar de que el encuentro se dispute fuera del santuario de Wembley, que est¨¢ a punto de demolerse. Es cierto que no faltan atractivos, pero tambi¨¦n es notoria la sensaci¨®n de desencanto con la selecci¨®n, tantas veces decepcionante cuando tiene que concretar las esperanzas que se depositan en ella.
Como parece que el cr¨¦dito a la selecci¨®n se termin¨® en la Eurocopa, al equipo le toca el duro papel de arrastrar a los aficionados, que est¨¢n atacados por el escepticismo. La distancia es enorme. Todo el entusiasmo depositado en los clubes espa?oles se ha convertido en indiferencia en lo que corresponde a la selecci¨®n. Tal y como est¨¢n las cosas, la gente apenas est¨¢ ilusionada por el trayecto de Espa?a hacia el Mundial del pr¨®ximo a?o. La clasificaci¨®n se da por hecha, y partidos como ¨¦ste frente a Inglaterra recuerdan a todos aquellos que generaron unas expectativas enormes antes de la Eurocopa y que finalmente no sirvieron para medir al equipo.
En la etapa de desapego actual, la selecci¨®n tiene una desaf¨ªo casi imposible: convencer a la gente de que todav¨ªa es posible situarse entre las grandes potencias del f¨²tbol mundial. Eso que se da por seguro entre los clubes, no est¨¢ al alcance del equipo nacional. Contra ese prejuicio tendr¨¢n que luchar Camacho y sus futbolistas durante el a?o que falta hasta el Mundial, y a¨²n m¨¢s. Se dir¨ªa que s¨®lo un d¨ªa despu¨¦s de la final, y si Espa?a la ha ganado, ser¨ªa posible la reconciliaci¨®n entre la gente y el equipo.
Mientras tanto, prosigue la traves¨ªa del desierto. Camacho est¨¢ enredado en una situaci¨®n muy complicada. Una victoria frente a Inglaterra no significar¨ªa demasiado en el ambiente futbol¨ªstico nacional. No hace un a?o, Espa?a parec¨ªa a la cabeza de Europa por resultados y juego. Lo que sucedi¨® despu¨¦s pesa mucho en el ¨¢nimo general como para sacar m¨¢s consecuencias de las justas tras el partido de ma?ana en Villa Park. Si la victoria ser¨ªa recibida con un punto de cinismo, la derrota abundar¨ªa en el clima de desconfianza hacia la selecci¨®n, que no se ha recuperado desde el verano. Al fracaso ante Alemania sigui¨® una derrota con Holanda. Una decepci¨®n en Birmingham se interpretar¨ªa como la se?al de la curva declinante. En estas circunstancias, a Camacho le queda poco espacio para moverse.
Al t¨¦cnico todav¨ªa le queda un basti¨®n: los jugadores. El clima en el equipo parece positivo. No se escuchan quejas, ni se advierten corrillos desestabilizadores. Camacho cuenta con la lealtad de las vacas sagradas -Guardiola, Ra¨²l y Luis Enrique, por citar a los que han acudido a Inglaterra- y con la obediencia de los m¨¢s j¨®venes. Quiz¨¢ en estos momentos de desaliento sea conveniente el refuerzo de los v¨ªnculos entre los futbolistas y el seleccionador. M¨¢s de una vez, el f¨²tbol ha visto las haza?as imprevistas de equipos que se han visto en la necesidad de combatir en solitario frente al escepticismo o la cr¨ªtica agresiva.
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