Hotel para desesperanzados
Decenas de personas viven entre escombros, ante el recelo de sus vecinos, en una vieja f¨¢brica de Tetu¨¢n
Son refugiados pol¨ªticos, inmigrantes o ex toxic¨®manos. Nadie sabe cu¨¢ntos son, aunque superan con creces el medio centenar. Viven entre toneladas de escombros y basura en una enorme f¨¢brica abandonada de la calle del General Yag¨¹e, en pleno distrito de Tetu¨¢n. No tienen agua ni luz y les resulta dif¨ªcil soportar el fr¨ªo que se cuela por donde en el pasado hubo puertas y ventanas.
'Esto es un gran cementerio de sue?os', susurra Agron Kasniqi, un albanokosovar de 39 a?os, mientras arroja una madera a la fogata que ha construido junto a su catre. Tiene 39 a?os y huy¨® de Kosovo en 1992 'por la discriminaci¨®n de los serbios'. Como Agron, decenas de personas de Marruecos, Argelia, Rumania y Polonia llegaron a Espa?a con la esperanza de 'trabajo y una buena vida'. Hoy forman una heterog¨¦nea comunidad repartida por las cinco plantas y dos s¨®tanos de la antigua planta de embutidos Cabo. Espacio es lo ¨²nico que tienen en abundancia. La f¨¢brica ocupa casi toda una manzana entre las calles de L¨¦rida, Lazaga y San Enrique.
Los vecinos especulan alarmados sobre el n¨²mero de personas que se han establecido aqu¨ª. Algunos dicen que m¨¢s de 200. Ismael, un marroqu¨ª de Tetu¨¢n de 18 a?os, no cree que haya 'm¨¢s de 60, aunque es imposible saberlo porque la gente entra y sale constantemente'. Ellos, como casi todos los inmigrantes que aqu¨ª viven, est¨¢n en situaci¨®n irregular.
Agron vive en el antiguo cargador de camiones. Un espacio de m¨¢s de 1.000 metros cuadrados con techos de ocho metros de altura. Le acompa?an junto al fuego Ismael y un amigo, Mustaf¨¢. ?ste se ocult¨® en los bajos de un autocar de turistas en agosto. 'Se equivoc¨® y cogi¨® un autob¨²s que no iba a Espa?a. Estuvo seis d¨ªas escondido, viajando por Marruecos', bromea Ismael.
La mayor¨ªa de los habitantes ocupan la segunda planta, aunque otros se han instalado m¨¢s arriba o en los s¨®tanos. La convivencia entre ellos parece buena. Raquel y Chelo, dos inquilinas madrile?as de 25 y 23 a?os, dicen haber hecho amigos. 'Cada uno va a lo suyo y respeta al otro. Hay buen ambiente', afirman. Han convertido un despacho de la planta baja en su habitaci¨®n. 'Es que somos pareja', comentan con orgullo. Hace tres a?os que siguen tratamiento con metadona para dejar su adicci¨®n a la hero¨ªna. Tienen antecedentes policiales, y 'con este pasado, nadie nos da trabajo', se queja Chelo.
Como muchos de sus compa?eros, Raquel y Chelo se duchan en los ba?os municipales de la calle de Bravo Murillo. Raquel sobrevive con el dinero que le da su madre. 'Cuida a mi hija, que tiene cuatro a?os', comenta.
En el almac¨¦n de lo que era el laboratorio de la f¨¢brica, Mohamed y Kamal comparten con otro amigo la habitaci¨®n m¨¢s lujosa del lugar. Est¨¢ completamente cubierta con alfombras y tejidos para refugiarse del fr¨ªo. En los armarios, la ropa est¨¢ bien plegada. Como todos, se iluminan por la noche con velas y linternas y cocinan con peque?as cocinas de gas. Son de Argelia, tienen 22 y 24 a?os, y salieron de su pa¨ªs huyendo del enfrentamiento entre los islamistas y el Gobierno. Kamal reparte publicidad en la estaci¨®n de Atocha. Gana 4.000 pesetas por d¨ªa, pero 's¨®lo trabajamos una o dos veces a la semana', a?ade. Abdul vive en una estancia cercana. Tambi¨¦n es de Argelia y lleva 9 a?os en Espa?a. Hace ocho meses que duerme en la f¨¢brica, porque 'beb¨ªa mucho' y su madre y su mujer le echaron de casa, donde v¨ªv¨ªa con sus hijas gemelas. 'Espero volver. Hace dos meses que no bebo', remarca.
Los vecinos de la zona se muestran alarmados. Clara Rodr¨ªguez, due?a de una tienda de cosm¨¦tica, coordina la recogida de firmas por la que 1.000 vecinos denuncian la situaci¨®n de la planta y el aumento de delitos. 'Viven en unas condiciones terribles. Tambi¨¦n ha habido robos y da?os en los coches. Aunque s¨®lo sean dos o tres los conflictivos, hay gente indignada y puede surgir un brote racista', declara.
El destino del solar est¨¢ pendiente de que se resuelva el conflicto entre los propietarios y acreedores y trabajadores de la empresa. El par¨®n dura m¨¢s de tres a?os. El fuego es por el momento el ¨²nico motivo que ha atra¨ªdo a las autoridades a la f¨¢brica. Hasta tres veces han venido los bomberos en las ¨²ltimas seis semanas. En una de ellas, el pasado 22 de enero, encontraron el cad¨¢ver de un joven argelino en el hueco de un ascensor. Llevaba dos semanas muerto.
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