Veinte a?os despu¨¦s
Este a?o 2001 se va a celebrar el veinte aniversario de la aprobaci¨®n del estatuto de Autonom¨ªa para Andaluc¨ªa. Para entonces se habr¨¢ incorporado totalmente una nueva generaci¨®n de andaluces y nuestras instituciones hemos de suponer que han de estar plenamente consolidadas.
Frente a ello hemos de reflexionar en que los andaluces hemos perdido en estos veinte a?os nuestra capacidad para pensar colectivamente, que hemos perdido aquel sentido y aquella orientaci¨®n que tuvimos cuando aprobamos nuestro Estatuto para identificarnos y defendernos como un todo unitario y sin fisuras.
Hoy la realidad es otra. Los andaluces tenemos otra forma de ver las cosas. Cada uno de nosotros se identifica con lo que tiene. Como m¨¢ximo, llegamos a identificarnos con un grupo o con un colectivo en el que participamos y que tiene nuestras simpat¨ªas: nuestra asociaci¨®n, nuestra hermandad, nuestro partido pol¨ªtico, nuestra pe?a.
Los andaluces nos hemos narcotizado a nosotros mismos, en los entresijos del sistema que se ha ido montando a lo largo de estos veinte a?os y se trabaja en perspectiva inmediata, en el d¨ªa a d¨ªa y en el corto plazo.
Creo que es en la pol¨ªtica donde debemos buscar las claves de lo que nos est¨¢ pasando, las causas de esa nueva situaci¨®n de dependencia en la que imperceptiblemente hemos venido cayendo, y contra la que debemos luchar, si queremos contar con unas perspectivas de futuro en el siglo XXI.
Nuestra realidad pol¨ªtica refleja un sistema de democracia, un 'pa¨ªs oficial', que en realidad funciona de otra manera muy distinta. El pa¨ªs real, es en Andaluc¨ªa otra cosa. En el pa¨ªs oficial, las instituciones y los partidos desarrollan sus programas para ejercer las competencias auton¨®micas y atender a las demandas de los ciudadanos. Pero en el pa¨ªs real las competencias efectivas no est¨¢n en Andaluc¨ªa, sino en el exterior, y los programas de los partidos se elaboran solamente para conseguir votos.
En el pa¨ªs oficial, los poderes p¨²blicos desarrollan pol¨ªticas y aprueban subvenciones al servicio de las necesidades generales de Andaluc¨ªa; pero en el pa¨ªs real esas pol¨ªticas y esas subvenciones son simples mecanismos para la captaci¨®n del voto, instrumentos de una l¨®gica de clientelismo, que se ha extendido imperceptiblemente a todos los rincones de Andaluc¨ªa.
La Andaluc¨ªa real es un mundo s¨®rdido, presidido por la influencia de grupos de intereses, ajustados a un clientelismo galopante, donde el que discrepa s¨®lo tiene una salida: el silencio.
Y es que el sistema de poder establecido, basado en la separaci¨®n entre el pa¨ªs oficial y el pa¨ªs real, ha acabado por afectarnos a todos, a toda la clase pol¨ªtica, y a todos los partidos pol¨ªticos. Y todos nos hemos ido ajustando, de forma m¨¢s o menos deliberada o inconsciente, a esa realidad ficticia.
A todo ello hemos de sumar el lamentable espect¨¢culo del PA: un partido que apost¨® inicialmente por asegurar la estabilidad institucional, pero que en la ¨²ltima legislatura ha firmado un pacto de coalici¨®n que se ajusta al modelo de esa Andaluc¨ªa real, es decir, un pacto vac¨ªo, sin contenidos pol¨ªticos, pero basado en el intercambio. O sea, votos a cambio de dinero.
Estos son los mimbres de la nueva realidad de Andaluc¨ªa. Este es el balance que podemos ofrecer a esas nuevas generaciones de andaluces, que no conocieron otra cosa que la autonom¨ªa. Y estos es lo que explica precisamente, que los andaluces nos hayamos volcado en nuestros propios asuntos, en el ego¨ªsmo particular de cada uno, y que no queramos saber nada de la pol¨ªtica.
Frente a todo esto, y estoy plenamente convencido de ello, la ideolog¨ªa del andalucismo es el ¨²nico tesoro que nos queda a quienes, todav¨ªa, estamos dispuestos a resucitar aquel esp¨ªritu de rebeld¨ªa y de protesta que se expres¨® en los or¨ªgenes de nuestro proceso auton¨®mico, cuando los andaluces fuimos capaces de decir que NO a las previsiones de los pol¨ªticos de Madrid, y a las presiones y las influencias de los nacionalismos del norte, nacionalismos excluyentes.
Creo que es importante que las nuevas generaciones conozcan lo que entonces pas¨®, porque as¨ª tendr¨¢n otros argumentos para valorar la situaci¨®n presente, y para conocer qui¨¦nes son los aut¨¦nticos responsables. Es importante que recuerden que entonces exist¨ªa un partido, llamado Partido Socialista de Andaluc¨ªa, que fue el n¨²cleo de impulso a todo ese proceso; cuando los andaluces fuimos un todo. Cuando est¨¢bamos plenos de energ¨ªa colectiva. Un partido que ahora tambi¨¦n existe y que renace con fuerza.
Quienes mantenemos todav¨ªa un resquicio de esp¨ªritu cr¨ªtico, quienes aspiramos a¨²n a construir una nueva conciencia social andaluza, superadora de los ego¨ªsmos y de la apat¨ªa colectiva, debemos emprender un camino que discurra por fuera del sistema pol¨ªtico establecido. Debemos fijar un nuevo punto de partida, situarnos ante un nuevo horizonte que est¨¦ en contacto directo con los andaluces, y no con las instituciones y con la pol¨ªtica existente.
Hoy los partidos existentes se han vuelto viejos; los s¨ªntomas de esclerosis de los partidos son muy fuertes en Andaluc¨ªa donde contrariamente a lo sucedido en otras partes de Espa?a, no ha habido atisbo de renovaci¨®n (ni en IU, ni en el PSOE, ni en el PA). La pol¨ªtica andaluza, la pol¨ªtica oficial, se ha demostrado opaca, y falta de credibilidad y de transparencia.
Hoy, como hace veinte a?os, las claves de la pol¨ªtica andaluza se determinan fuera de Andaluc¨ªa, y los andaluces no controlamos nuestro propio destino. Andaluc¨ªa sigue siendo una tierra plena de recursos, de capacidad humana, de energ¨ªa social y cultural, pero carece de espacios pol¨ªticos de impulso y encauzamiento de esa energ¨ªa colectiva. La falta de protagonismo de Andaluc¨ªa y su p¨¦rdida de dinamismo social constituyen un diagn¨®stico preocupante, que no ha conseguido ser reconducido con la incorporaci¨®n del PA al gobierno de coalici¨®n.
Es necesario avanzar hacia un proyecto de renovaci¨®n de la pol¨ªtica andaluza, hacia la refundaci¨®n de la pol¨ªtica en Andaluc¨ªa, es una tarea larga y compleja, de car¨¢cter colectivo y de desarrollo a medio o largo plazo; una tarea que exige una nueva definici¨®n del sistema de demandas y de necesidades colectivas de los andaluces, que exige nuevas respuestas y nuevas estrategias de aproximaci¨®n a los problemas basadas en la transparencia y en la mayor eficacia gestora.
Refundar la pol¨ªtica en Andaluc¨ªa significa, para nosotros, superar las rencillas, los particularismos, para situarnos en otro plano, en el plano de los intereses generales de todos los andaluces.
Y desde esa perspectiva, me parece que la primera condici¨®n que debemos exigir al tambaleante aparato del PA es la denuncia inmediata del pacto de coalici¨®n. El andalucismo no debe seguir ni un d¨ªa m¨¢s atado de manos mediante un pacto vac¨ªo de contenidos pol¨ªticos y lleno de ocultos intereses. Nuestros votos, los votos que recibimos de los ciudadanos, no pueden venderse por un plato de lentejas.
Quiero desde estas l¨ªneas, que todos los andaluces que han mantenido una lealtad a alg¨²n partido, reflexionen ahora en un futuro que est¨¦ m¨¢s all¨¢ de los propios partidos. Quiero que todos los andaluces piensen, simplemente, en la posibilidad de volver a ser lo que fuimos.
Pedro Pacheco Herrera es Alcalde de Jerez y Diputado del Parlamento Andaluz
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