Agravios
El alcalde de Sevilla ha logrado lo que parec¨ªa imposible: que se inicie el debate sobre la capitalidad andaluza que se eludi¨® hace veinte a?os y que entraba en el repertorio de cuestiones indiscutibles, como si formase parte del orden natural. Todo empez¨® con un discurso ante el Club Siglo XXI de Madrid en el que reivindic¨® frente a Chaves un estatuto de grandes ciudades que excluyera a las que no fueran capitales de comunidad aut¨®noma, marginando a M¨¢laga -a¨²n no se sabe por qu¨¦- de un proceso iniciado hace tiempo por las siete ciudades espa?oles con m¨¢s de medio mill¨®n de habitantes.
Fue entonces tambi¨¦n cuando Monteseir¨ªn comenz¨® a manejar el concepto de 'capital integral', una idea que no hubiera sido capaz de reivindicar ni Franco y que consiste en que una capital, por el hecho de serlo, debe de concentrar todo el poder. En realidad, Monteseir¨ªn no hac¨ªa sino expresar p¨²blicamente un absorbente concepto de capitalidad que es anterior y ha provocado iniciativas tan chuscas como la de intentar llevar a la Cartuja, en lugar de a M¨¢laga, la sede de la Capital Medioambiental del Mediterr¨¢neo.
Para m¨¢s escarnio, en defensa de sus tesis Monteseir¨ªn exhibi¨® unos datos con los que pretend¨ªa demostrar que la econom¨ªa sevillana estaba a la cabeza de Andaluc¨ªa y extra¨ªa como consecuencia que, en vez de repartir juego, deb¨ªan de aumentarse a¨²n m¨¢s estas diferencias creando un 'distrito financiero'.
El hecho de que Celia Villalobos fuera sustituida en la alcald¨ªa de M¨¢laga por una persona civilizada le quit¨® morbo al asunto, pero, inevitablemente, casi todos los alcaldes andaluces se han visto obligados a responder a Monteseir¨ªn para evitar ser considerados por sus electores como unos calzonazos. Finalmente, Chaves, que no mand¨® callar en un principio a Monteseir¨ªn, ha actuado salom¨®nicamente, culpando a todos por igual. De nuevo se tiende a reprochar a los que se sienten agraviados, como si estos fueran unos envidiosos incurables. Se olvida que las encuestas dicen que la inmensa mayor¨ªa de los andaluces afirman que Sevilla es la gran mimada de la Junta y que aumentan sin cesar los que creen que el Gobierno andaluz no act¨²a con equidad. El sentimiento de agravio existe y se incrementa porque todos los partidos entonan discursos localistas para contentar a sus electores. Esto no se arregla con pactos y ni siquiera haciendo callar a Monteseir¨ªn: hacen falta metas comunes y evitar los agravios, que no son imaginarios.
Pero si los partidos nacionales o regionales se empe?an en hacer pol¨ªtica localista, terminar¨¢n surgiendo partidos netamente localistas. Ya hay quienes en la derecha malague?a comentan en privado que M¨¢laga merece ser una autonom¨ªa uniprovincial, como Cantabria. Ser¨¢ un desatino, pero puede tener consecuencias pol¨ªticas: en M¨¢laga bastan unos 40.000 votos para obtener un diputado en el parlamento andaluz y, visto el panorama, no es raro que un solo diputado pueda decidir qui¨¦n gobierna. Una eventualidad como ¨¦sta desatar¨ªa mimetismos que nos har¨ªan volver a los reinos de taifas.
No es pol¨ªtica-ficci¨®n. Cosas m¨¢s raras hemos visto. Sin ir m¨¢s lejos, el fen¨®meno GIL.
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