Superados
Pese a tratarse de un amistoso, la goleada encajada por Espa?a en el Villa Park de Birmingham ha tenido un impacto disuasorio semejante al de una de las tantas derrotas acumuladas por la selecci¨®n en los cuartos de final de cualquier torneo ofical. Los tres goles encajados el mi¨¦rcoles ante Inglaterra confirman que la eliminaci¨®n de la Eurocopa no solamente obedeci¨® a los aciertos de Francia sino tambi¨¦n a los errores espa?oles, y suponen tambi¨¦n en cierta manera un acto de rendici¨®n por parte de quienes confiaban en el equipo, cansados de alimentar falsas expectativas, as¨ª que se han dicho que se impone una recapitulaci¨®n antes de abordar la fase final del pr¨®ximo campeonato.
Los motivos que sirvieron para explicar la diferencia de Espa?a ante Francia son, al fin y al cabo, los mismos que ahora se utilizan para argumentar la distancia respecto a Inglaterra: las jugadas a bal¨®n parado o cuanto rodea al juego y no concierne propiamente a la pelota. A los jugadores se les acusa de desatenci¨®n y a veces de una menor implicaci¨®n con la selecci¨®n que la que pueden tener por ejemplo los ingleses. Entre los futbolistas, los hinchas y los periodistas, el esp¨ªritu de club acostumbra a supurar por encima del equipo espa?ol, de manera que el factor identificaci¨®n es menor que en los contrarios. Falta quiz¨¢ tradici¨®n y sentido de selecci¨®n, cosa ya largamente debatida.
Hay, sin embargo, un factor futbol¨ªstico a considerar. Espa?a ha llegado a la derrota por dos v¨ªas opuestas. Clemente acab¨® siendo v¨ªctima de su juego directo, racial, contrario a la naturaleza de los futbolistas que estaba produciendo por entonces el f¨²tbol espa?ol. La alternativa era Camacho, y la afici¨®n se entreg¨® al nuevo dise?o del equipo, presidido por los futbolistas de toque, el juego por las banda, respetuoso con una generaci¨®n talentosa.
Hoy, sin embargo, el seleccionador se encuentra en un serio apuro. La selecci¨®n recuerda en cierto modo al Bar?a, un equipo fatigado, al que todo le cuesta mucho, fr¨ªo, v¨ªctima de un rondo desfasado, permeable en las jugadas a bal¨®n parado, incapaz de evolucionar en la cancha. A diferencia del Madrid y del Deportivo, nadie ha resuelto todav¨ªa c¨®mo debe jugar el Barcelona, y as¨ª le va. La ?o?er¨ªa, el juego pla?idero, reiterativo de los ¨²ltimos partidos, exige medidas futbol¨ªsticas m¨¢s que lamentos patri¨®ticos, y a Camacho le conviene ser exigente en lugar de condescendiente. El resultado de Inglaterra obliga a un inventario de futbolistas para decidir a qu¨¦ se juega y pide una intervenci¨®n federativa. A Espa?a le corresponde dar el paso que en su d¨ªa dieron los clubes, que si bien se manejan en la abundancia que dan los extranjeros tambi¨¦n supieron organizarse para optimizar sus recursos. El equipo espa?ol, al fin y al cabo, no deja de ser el reflejo de una federaci¨®n superada en muchos asuntos respecto a los clubes. A veces da la sensaci¨®n de que nadie se toma la selecci¨®n en serio. Es una cuesti¨®n de exigencia.
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