Los 'afterhours' exceden incluso los horarios que el Consell extiende en casos extraordinarios
?Puede un local de copas permanecer abierto 24 horas? Con la ley en la mano la respuesta es no. Sin embargo, muchos de los llamados afterhours no s¨®lo sobrepasan los l¨ªmites horarios extraordinarios de los que gozan sino que burlan la normativa hasta dar entrada a clientes durante las 24 horas del d¨ªa.
Los excesos horarios de los afterhours provocan las iras, por lo que consideran competencia desleal, de las discotecas. ?stas tienen permiso de apertura, en fines de semana y verano, hasta las 6.30 horas. As¨ª lo marca una orden reguladora de los horarios p¨²blicos para el 2001 aprobada por la Comisi¨®n de Espect¨¢culos y Actividades que preside el consejero de Justicia y Administraciones P¨²blicas, Carlos Gonz¨¢lez Cepeda.
Esa norma permite, en el m¨¢ximo, a los pubs, caf¨¦s-teatro, caf¨¦s-concierto, caf¨¦s-cantantes, locales de exhibiciones especiales y locales de atracciones abrir hasta las 3.30 horas. Y a las discotecas hasta las 6.30 horas.
El modelo afterhours no aparece como tal. Y tampoco en la normativa del Ayuntamiento. Sin embargo, algunos gozan de permisos especiales hasta las 9.00 y en un caso concreto, seg¨²n la Consejer¨ªa, hasta las 10.00 horas.
La inspecci¨®n de la Generalitat impuso el a?o pasado alrededor de una docena de sanciones por violaci¨®n de la normativa vigente. A su vez, desde el ¨¢rea de Disciplina Urban¨ªstica del Ayuntamiento, en manos del concejal Alfonso Novo, se han realizado un sinf¨ªn de inspecciones cuyo gran obst¨¢culo para prosperar es la complejidad burocr¨¢tica.
La trampa en el caso de los afterhours es compleja. De entrada, son locales discretos, bien insonorizados, con escasos reclamos externos, no concentran aglomeraciones en las entradas ni congesti¨®n de veh¨ªculos. Por tanto, a no ser que en una inspecci¨®n rutinaria se advierta la irregularidad -que muchas se camufla exhibiendo una licencia de bar, que permite abrir desde las 6.00 ¨® se explica que los clientes son los ¨²ltimos que se resisten a marcharse- o por protestas vecinales. Pero a¨²n coincidiendo ambos supuestos, las inspecciones se realizan y tras un largo proceso se insta al cierre voluntario. Si no se cumple, se exige el cierre. Y, por ¨²ltimo, se procede al precinto. Como al final todo se reduce a mayores o menores sanciones econ¨®micas, todo vuelve a empezar porque para la caja de estos locales no suelen suponer desembolsos imposibles de asumir.
Adem¨¢s de la casi impunidad legal que ampara los afterhours desde el punto de vista administrativo, el gran problema es destapar y acabar con muchas de las pr¨¢cticas que encubre su discreci¨®n.
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