600.000 refugiados serbios viven diseminados por Yugoslavia a la espera de ayuda urgente
Procedentes de Bosnia, Croacia y Kosovo, se hallan en una situaci¨®n de pobreza absoluta
En Zemun, barrio de Belgrado, se encuentra un pabell¨®n de deportes llamado Hala Pinki. El edificio sigue utilizando sus instalaciones deportivas, pero en los locales donde hab¨ªa oficinas y tiendas han sido alojadas unas 400 personas procedentes de Kosovo. Han llegado hace un par de meses y desde entonces s¨®lo disponen de unos pocos metros cuadrados que se han repartido en habitaciones hechas con mantas suspendidas de cuerdas. En el piso de arriba est¨¢n los serbios y en el de abajo los gitanos. All¨ª los ha colocado el Comisariado Yugoslavo para los Refugiados (un organismo gubernamental) y, al estilo de los tiempos de Milosevic, les ha prohibido hablar con nadie bajo la amenaza de desposeerles del techo que les cobija.
'Nosotros tuvimos m¨¢s suerte', reconoce Zoran en el apartamento que comparte con unos familiares en el centro de Belgrado. ?l y su mujer llegaron en 1992 desde Croacia y fueron acogidos por unos parientes cercanos. Su historia es calcada de la escuchada durante meses a los refugiados albanokosovares, 'pero nosotros est¨¢bamos en el bando equivocado y en 10 a?os nadie nos ha prestado atenci¨®n', se queja. Ahora, los problemas de Zoran son los mismos que los del resto de los yugoslavos, un pa¨ªs con un 25% oficial de paro -el real se sit¨²a en torno al 40%- y una inflaci¨®n galopante. 'Tuvimos que dejar casi todas nuestras pertenencias en casa. Salimos a toda velocidad, de noche y muertos de miedo. Vale, no duermo bajo una tienda de campa?a, pero me considero un refugiado'.
Seg¨²n Patricia van Nispen, directora de la organizaci¨®n holandesa Alliance International, el r¨¦gimen de Milosevic encaj¨® mal, desde el primer momento, el problema de los refugiados porque se empe?¨® en que pronto volver¨ªan a sus casas. 'Eso provoc¨® una situaci¨®n de provisionalidad que a la larga es insostenible y, adem¨¢s, muchos ya no quer¨ªan volver y prefer¨ªan rehacer sus vidas'. A unos pocos les permiti¨® convertirse en ciudadanos de la nueva Yugoslavia, pero la mayor¨ªa se han visto obligados a sobrevivir como ciudadanos de segunda categor¨ªa en un pa¨ªs que consideran propio. 'Reciben una comida diaria y los m¨¦dicos los visitan con frecuencia, pero, por ejemplo, sus hijos no pueden ir al colegio', se?ala una fuente de un organismo internacional.
Las organizaciones que ayudan a los refugiados subrayan que la guerra y las teor¨ªas racistas han desequilibrado las relaciones sociales de estos grupos y las relaciones humanas est¨¢n reguladas sobre la dominaci¨®n y no en el respeto a la ley y el consenso. 'Lo peor de todo es cuando ves a personas que llevan casi diez a?os viviendo en campos de refugiados. Han ca¨ªdo en la apat¨ªa y la desesperanza y son incapaces de seguir adelante', explica Van Nispen.
En algunos lugares, el desequilibrio social creado por los refugiados es tal que amenaza con ser la chispa que haga estallar una situaci¨®n que ya de por s¨ª es explosiva. Es el caso de la regi¨®n de Vojvodina, al norte de pa¨ªs, donde est¨¢ casi el 50% de los refugiados serbios, lo que supone que un 20% de los habitantes de Vojvodina son refugiados que apenas tienen lo m¨ªnimo para vivir. La apat¨ªa mostrada por Belgrado para afrontar el problema es uno de los factores que ha disparado las reclamaciones autonomistas de la regi¨®n.
Los refugiados serbios en ocasiones han sido v¨ªctimas de dos conflictos. Cuando 300.000 serbios llegaron pr¨¢cticamente con lo puesto desde Croacia a principios de los noventa, Milosevic maquin¨® el plan de alterar el equilibrio demogr¨¢fico de Kosovo -con un 90% de poblaci¨®n albanesa- mediante el traslado masivo de los reci¨¦n llegados. Muchos se negaron, pero los m¨¢s pobres y los m¨¢s desesperados por rehacer sus vidas aceptaron el traslado. En verano de 1999 tuvieron que repetir la experiencia y huir de Kosovo junto a los restos del Ej¨¦rcito yugoslavo. Los campamentos en los que fueron alojados, al sur de Serbia, eran casi inhabitables y -tras una d¨¦cada de guerras y sanciones- Serbia no pod¨ªa prestarles la ayuda que necesitaban. Un miembro de una ONG occidental resume as¨ª la pol¨ªtica que durante una d¨¦cada tuvo Yugoslavia con sus propios refugiados: 'A Milosevic no le importaban los refugiados. Jam¨¢s los visit¨®; s¨®lo los utiliz¨®'.
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