Los indios piden sitio en el futuro de M¨¦xico
Tras siglos de marginaci¨®n, la marcha de Marcos saca a la luz la causa ind¨ªgena. Un congreso ha debatido la situaci¨®n
Los revolucionarios Emiliano Zapata y Miguel Hidalgo levantaron en armas a parientes de los miles de ind¨ªgenas reunidos este fin de semana en Nurio (Michoac¨¢n) reclamando respeto y consideraci¨®n constitucional. El subcomandante Marcos, el insurrecto contempor¨¢neo, convoc¨® de nuevo por la libre determinaci¨®n de los diez millones de ind¨ªgenas mexicanos, cuyos ancestros causaron un intenso debate durante la colonizaci¨®n espa?ola: ?deb¨ªan ser considerados bestias, recursos naturales o hijos de Dios?
Las dudas sobre la verdadera condici¨®n de los habitantes originarios de Am¨¦rica Latina prosiguieron a mediados de los setenta, no s¨®lo en M¨¦xico, sino en Bolivia, Ecuador o el altiplano andino. Una pareja de misioneros navarros cabalgaba por la cordillera sobre mulas, y a su paso los campesinos ind¨ªgenas les observaban, masticando bolos de coca que abultaban los carrillos como flemones. 'Jos¨¦ Mar¨ªa', pregunt¨® a su compa?ero uno de los sacerdotes, '?estos seres tendr¨¢n alma?'
La Corona espa?ola acept¨® en el siglo XVI la humanidad de los conquistados, pero no su igualdad ante la ley. Cohabitaron la Rep¨²blica de los Espa?oles, y, subordinada, la Rep¨²blica de Indios. En la ra¨ªz de los grandes problemas nacionales, y de la mala conciencia, est¨¢ la ra¨ªz colonial de la sociedad mexicana moderna. 'El pa¨ªs no ha encontrado a¨²n la manera adecuada de resolver el gran problema que arrastra desde el principio', subraya el historiador Lorenzo Meyer. Ese problema es 'la profunda divisi¨®n social en general y la imposibilidad de una convivencia justa y mutuamente fruct¨ªfera entre el M¨¦xico mestizo y el ind¨ªgena en particular'.
La desigualdad y el racismo contin¨²an en el siglo XXI, y la burgues¨ªa d¨¦spota y paleta de los barrios residenciales de Ciudad de M¨¦xico, Cuernavaca o Monterrey a¨²n apalea a las dom¨¦sticas ind¨ªgenas con conclusiones de encomendero: 'Es que con estos indios no se puede, son como animales'. Hacia las seis de la ma?ana, en las lomas de la capital, indias de 15 a 50 a?os lavan a diario los coches de los se?ores, corren a servirles el desayuno, hacen la comida y la cena, pasean al perro y aguantan las impertinencias de ni?os con tarjeta de cr¨¦dito y m¨®vil. Miles de empleadas abandonan sin previo aviso, y entonces las se?oronas se enfadan: 'Son unas maleducadas. No se puede confiar en esta gente'.
Tres millones y medio de ind¨ªgenas casi o totalmente analfabetos sobreviven en la capital federal y zona metropolitana lavando platos o escaleras, atendiendo fritangas o burdeles, vendiendo artesan¨ªas en El Z¨®calo, haciendo el pino en los sem¨¢foros, o alimentando las calderas de la ciudad m¨¢s poblada del mundo. Los 5.000 delegados asistentes al III Congreso Nacional Ind¨ªgena de Nurio debatieron sobre ese triste destino, sobre la propiedad de la tierra, sobre urgencias y prioridades, ajenas muchas a la revoluci¨®n socialista pretendida por Marcos. El asunto central fue el proyecto de ley que establece derechos y culturas de su universo. La caravana zapatista rumbo al Congreso de Ciudad de M¨¦xico exigi¨® en el foro de Michoac¨¢n el cumplimiento de un proyecto cuyo trascendental contenido divide a diputados y senadores. '?Nunca m¨¢s un M¨¦xico sin nosotros!', reiter¨® all¨ª el Ej¨¦rcito Zapatista de Liberaci¨®n Nacional (EZLN).
M¨¦xico afronta la rebeli¨®n dial¨¦ctica de los m¨¢s pobres, de las 57 etnias, amigas o adversarias del encapuchado de Chiapas, pero solidarias todas con la causa de la autonom¨ªa, y la dignidad enarbolada por los rebeldes de Chiapas. Las estad¨ªsticas sobre el n¨²mero de etnias var¨ªan: desde las 57 com¨²nmente aceptadas, hasta la suma de 62 con 92 lenguas diferentes. Su atraso es tan terrible como obligatoria la concentraci¨®n de esfuerzos gubernamentales y sociales para reducirlo. Mientras la media nacional de analfabetismo, seg¨²n datos oficiales, es del 10,46%, en las comunidades ind¨ªgenas trepa hasta el 45%. El 75% de los indios mexicanos no acab¨® la primaria, el 83,6% de los ni?os muere por dolencias intestinales, el 60% est¨¢ desnutrido y el 88,3% de las viviendas no tiene drenaje. M¨¦xico, con 100 millones de habitantes, registra un ¨ªndice de pobreza del 43%.
Entre la tradici¨®n y el proyecto com¨²n de naci¨®n
?Qu¨¦ hacer con los ind¨ªgenas?, se preguntan pol¨ªticos, intelectuales y analistas. ?Aceptar que resuelvan sus problemas con apego a sus tradiciones, o integrarlos a un proyecto com¨²n de naci¨®n? Los Acuerdos de San Andr¨¦s Larra¨ªnzar de 1996, firmados por el Gobierno de Ernesto Zedillo (1994-diciembre de 2000), y otros proyectos de ley reconocen la especificidad aunque sin coincidir en el grado de autogobierno que conviene. El respeto a los 'usos y costumbres' puede conducir al atraso, a la apropiaci¨®n de la norma por caciques retr¨®grados, seg¨²n algunas tesis; y la mexicanidad roma, concebida como un todo, alertan otras, marchita y constri?e culturas y derechos milenarios. Carlos Montemayor, ensayista e historiador, explica en su libro Los pueblos indios de M¨¦xico hoy, los estragos causados por las pol¨ªticas de tabla rasa aplicadas por los Gobiernos liberales y conservadores del siglo XIX. Los indios fueron desconocidos como tales para ser identificados ¨²nicamente como ciudadanos pobres. La ley de desamortizaci¨®n del 25 de junio de 1856 sustituy¨® la propiedad comunal por la peque?a propiedad agr¨ªcola. 'Registrar o titular individualmente las tierras en apariencia era una protecci¨®n para los pueblos indios. No fue as¨ª: los pueblos no comprend¨ªan culturalmente qu¨¦ representaba poseer t¨ªtulos individuales'. Los hacendados y colonos extranjeros, criollos o mestizos, reclamaron entonces como bald¨ªos tierras ind¨ªgenas, y entonces comunidades enteras, privadas de un v¨ªnculo existencial, pasaron a ser peones de las fincas. Las reformas posteriores, desde la revoluci¨®n de 1910 y la reforma agraria del general L¨¢zaro C¨¢rdenas y a otras medidas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), corrigieron abusos, y legislaron en otra direcci¨®n. No erradicaron, sin embargo, la marginaci¨®n y los cacicazgos pol¨ªticos o econ¨®micos detr¨¢s de la popular sublevaci¨®n del pol¨¦mico subcomandante Marcos en enero de 1994.
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