Reforma
Es casi seguro que, en la plaza, el torero y el toro enfocan la corrida de modo distinto. Y muy cierto que la noticia de que va a regularse de otra manera (endurecerse, se dec¨ªa en estas p¨¢ginas) el ingreso en la Universidad ser¨¢ acogida con cierta ira y temor por quienes viven en la edad ¨¢urea del estudiantado. El prop¨®sito ministerial tiene mucho de positivo: que el gobierno, un gobierno, se haya decidido a mirar el panorama que ofrece la ense?anza; y bastante de malo: el precedente triste de que todo cambio en tal tinglado conduce a peor.
Sin embargo, cada renovaci¨®n es seguida por una esperanza, como quiz¨¢ haya brotado en la profesora andaluza de Leyes que me ha enviado, con una carta estremecida, un manojo de ejercicios de Selectividad estremecedores. Huyendo de todo dramatismo, declar¨¢ndolo sin ¨¦nfasis y sin olvidar nada, la situaci¨®n de todo el sistema educativo figura desde hace varios decenios entre lo m¨¢s grave que le pasa a Espa?a. En todas las carencias nacionales, disimuladas bajo una policroma sombrilla de bonanza material, subyace la enorme debilidad de la instrucci¨®n nacional, que, dicho con brevedad, incumple su funci¨®n social.
Como es natural, el lenguaje exhibe esa realidad como una radiograf¨ªa o, mejor, como una resonancia. No se trata de que se entrometan en ¨¦l neologismos, tantas veces beneficiosos, sino de una creciente falta de intimidad que poseen los hispanohablantes con su idioma; parece que, en muchos dedicados a hablar o a escribir para el p¨²blico, se ha quebrado la relaci¨®n entre los vocablos y su significado, de tal modo que ambos tiran por su lado: no tienen el gusto de conocerse. As¨ª debi¨® de ser Babel.
Eso no siempre ocurre con palabras raras, antes al contrario. Seguramente, atraves¨® con nota el coladero de la Selectividad aquel comunicador que, hace poco, escrib¨ªa: 'Quince kilos de coca¨ªna han sido puestos a recaudo de la Guardia Civil'. Si algo significa esta frase es que la coca ha sido puesta a salvo de unos guardias perseguidores, tal vez jadeantes como galgos tras liebre.
Quiz¨¢ un primo del anterior es el causante de este otro estropicio: a alguien se le ha dado una medalla por los m¨¦ritos contra¨ªdos, con lo cual esos m¨¦ritos eran probablemente una gripe, a no ser que un baj¨®n de temperatura los hubiera achicado; porque en espa?ol, contraer se reserva para las enfermedades y para lo encogible. Aparte, claro, el matrimonio, indeciso entre ser enfermedad o mengua.
He aqu¨ª otro ejemplo de corrimiento del significado: un locutor de radio, narrando un caso de abnegaci¨®n maternal, ha enternecido a la audiencia hasta la l¨¢grima. Y el narrador glosa el relato: es, dice, 'una historia llena de humanismo'. Resulta extraordinaria la capacidad de humano para inducir disparates. Cuando la cre¨ªamos limitada al aborto ya asentado de crisis o cat¨¢strofe humanitaria (adjetivo, todo el mundo lo sabe menos muchos, que califica a lo que mira o atiende al bien de las personas: ni de lejos es propio de los terremotos), he aqu¨ª que humano traslada sus inocentes priones a humanismo y lo enferma. No bastaba con hablar de una cat¨¢strofe humana o de una historia llena de humanidad. Parece f¨¢cil aprender las diferencias entre humano, humanitario, humanismo y humanidad; pues no: para muchos, chino.
Ahora estamos viendo, faltaba m¨¢s, un partido de f¨²tbol: el estadio Bernabeu es una inmensa olla de luz y de rugidos hirviendo en la gran avenida madrile?a. Sobre la hierba acontece el ordinario vaiv¨¦n del bal¨®n. De pronto, a un jugador contrario se le suelta el pie, hiere un muslo casero y le hace una larga brecha; el lesionado sangra por ella, y el locutor hace notar lo grande que es aquella cicatriz. Otro pigre a quien la significaci¨®n se le desprende del significante: repetimos que ocurre mucho.
Un nuevo caso: en un encuentro reciente, un defensa infligi¨® a un adversario una patada sin sangre pero con dolor, si lo medimos por los retorcimientos que hac¨ªa el supuesto dolido por el c¨¦sped. El partido estaba caliente, los jugadores acudieron r¨¢pidos a la dial¨¦ctica de los pu?os, y se arm¨® la t¨¢ngana. El narrador televisivo no dio importancia al asunto; con voz tranquila, asegur¨® que era un choque costumbrista siempre que se enfrentaban aquellos rivales. Por falta de punter¨ªa, su locuela fue a llamar costumbrista a lo que era acostumbrado. ?Mero lapsus casual? Es posible pero improbable, dada la amplitud de esa forma de errar que vamos viendo.
La cual tiene otra refulgente manifestaci¨®n en la reciente noticia de una encuesta hecha entre entrenadores de f¨²tbol: se les preguntaba qu¨¦ equipo ganar¨ªa la Liga, y todos coincidieron -con matices- en el Madrid. Lo cual expres¨® as¨ª un gran peri¨®dico de la Corte: Unanimidad en cuanto al favoritismo del Madrid. Dado que el favoritismo se produce cuando el favor prevalece sobre la justicia, los tales m¨ªsteres, seg¨²n el reportero, se adhieren a aquella tonter¨ªa coral, tan cantada por esos campos de Dios, seg¨²n la cual 'As¨ª, as¨ª, as¨ª gana el Madr¨ª'.
Justo al llegar a este punto del escrito, me llega una carta de mi tierra con el recorte de un querido diario: corrobora con fulgor la tembladera que ha entrado al idioma. M¨¢s de una vez he se?alado cu¨¢nto aumentaba la confusi¨®n de corpulencia con envergadura, identificando la fortaleza f¨ªsica con la largura de ambos brazos extendidos. Ya anda consagrada la equivalencia por varios diccionarios y entrar¨¢ sin remedio en el acad¨¦mico: otra distinci¨®n significativa que se esfuma. ?Son tantas desde que, hace ya mucho, se suprimi¨® el examen de ingreso a los diez a?os! En el recorte antedicho, se refiere c¨®mo varios testigos vieron a un etarra colocando un coche-bomba en Madrid hace unos d¨ªas, y contin¨²a: 'Los vecinos explicaron en su primera declaraci¨®n que era de envergadura delgada'. Al lado de quien se expresa con tanta valent¨ªa, los m¨ªsticos, maestros del oximoron ('muerte que das vida', 'oh regalada llaga', 'que muero porque no muero'), parecen poco inspirados.
Tan oportuna sorpresa me ha quitado holgura para otro asunto constituido en epidemia. Salta a los ojos cuando se leen o se oyen cosas as¨ª: 'El consejero dijo que era necesaria una actuaci¨®n radical contra la pobreza', 'Hay barriadas en situaci¨®n de actuaci¨®n permanente', 'A lo largo de este a?o se actuar¨¢ en las carreteras', etc., etc. Actuar y actuaci¨®n: son la ¨²ltima moda, y caen tanto sobre el papel como misiles en Bagdad. Habremos de verlo con m¨¢s espacio. Y a¨²n hallo en otro diario no madrile?o esta pepita de oro: 'Durante doce horas consecutivas, cientos de almonte?os pasar¨¢n por la Casa de la Cultura para recitar los versos que componen Platero y yo'.
Reforma ya, o nos anegamos. Pero, eso s¨ª, con tiento, pericia y justicia; si no, recemos lo de aquel paral¨ªtico en Lourdes.
Fernando L¨¢zaro Carreter es miembro de la Real Academia Espa?ola.
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