El intelectual h¨²ngaro Imre Kert¨¦sz alerta sobre el capitalismo rampante en el Este
El superviviente de Auschwitz publica en Espa?a la novela 'Kaddish por el hijo no nacido'
El hombre que narr¨® en 1975 el espanto cotidiano de los campos de concentraci¨®n de Auschwitz, Buchenwald y Zeitz en su impresionante (y muy as¨¦ptica) novela autobiogr¨¢fica Sin destino (C¨ªrculo de Lectores), dej¨® ayer en Madrid amplias muestras de la inteligencia creadora que le ha convertido en uno de los m¨¢s reputados intelectuales europeos.
Por la ma?ana concedi¨® numerosas entrevistas en la Residencia de Estudiantes, donde por la tarde pronunci¨® una conferencia dentro del ciclo Ser europeos en el siglo XXI, que fue presentada por Hermann Tertsch.
Espa?a ha ido, poco a poco, conociendo la obra de este ex periodista nacido en Budapest en 1929, traductor al h¨²ngaro de Freud, Nietzsche o Canetti, autor de comedias y guiones cinematogr¨¢ficos m¨¢s o menos alimenticios, pero tambi¨¦n de penetrantes ensayos (reunidos en Un instante de silencio en el pared¨®n) y de novelas llenas de emoci¨®n y de humor negro como Yo, otro (1997) o Kaddish por el hijo no nacido (1990).
Esta ¨²ltima, en la que Kert¨¦sz relata la imposibilidad moral de un superviviente del Holocausto para engendrar hijos, acaba de ser publicada aqu¨ª por la editorial El Acantilado, que se ha propuesto elaborar una peque?a biblioteca del autor: pr¨®ximamente recuperar¨¢ Yo, otro y Sin destino.
Kert¨¦sz, y eso est¨¢ claro no s¨®lo por lo prol¨ªfico de su obra sino por su valent¨ªa, no cree para nada en la sentencia de Adorno 'despu¨¦s de Auschwitz no es posible hacer literatura'.
'Es una frase muy gastada', dice, 'pero no creo que sea muy lograda. No puedo a?adir casi nada a eso. S¨®lo decir que yo escribo sobre el Holocausto porque ¨¦sa ha sido mi experiencia b¨¢sica personal, pero que no s¨®lo he escrito sobre eso. Tambi¨¦n me he ocupado de la dictadura estalinista, y de otras cosas que ampl¨ªan la dimensi¨®n y la alejan del Holocausto. Aunque es verdad que Sin destino est¨¢ muy nutrida de material autobiogr¨¢fico, lo utilizo s¨®lo de una forma literaria'.
-?Y en qu¨¦ medida es usted el protagonista del relato, ese adolescente llamado Gy?rgy K?ves?
-El personaje no soy yo. Pero la composici¨®n, la estructura del libro, est¨¢ creada por m¨ª, igual que el lenguaje. El lenguaje es artificial. Es el lenguaje de una dictadura.
La novela narra un a?o de la vida de un ni?o jud¨ªo de Budapest, desde el verano de 1944 hasta la liberaci¨®n, en 1945, pero, seg¨²n Kert¨¦sz, 'lo que cuenta es el camino normal de los miles de h¨²ngaros que fueron deportados a Alemania. Intent¨¦ no desarrollar demasiadas an¨¦cdotas personales, sino mezclar las vivencias de mucha gente. Las frases de los personajes son un testimonio hist¨®rico, un documental'.
Es sorprendente la capacidad de Kert¨¦sz para no dramatizar, para hablar del Holocausto desde una racionalidad aparentemente g¨¦lida, aunque su rostro amable y su mirada amistosa contradicen la actitud de sus textos. Kert¨¦sz afirma que s¨®lo lleva 'las mismas heridas que ha sufrido cualquier persona que ha vivido bajo una dictadura'. Y al juzgar las dos que ¨¦l padeci¨®, matiza: 'El estalinismo fue una experiencia distinta pero parecida al nazismo. Lo que pasa es que para los nazis yo era una persona de una raza que hab¨ªa que exterminar, mientras para los estalinistas era s¨®lo una persona normal. Hab¨ªa un chiste en Budapest que dec¨ªa que la diferencia consist¨ªa en que, durante el estalinismo, todos llev¨¢bamos en el pecho la estrella de David'.
Respecto al juicio hist¨®rico de ambas atrocidades, Kert¨¦sz cree que 'el nazismo ha sido peor visto porque surgi¨® de la propia cultura europea, de una cultura cristiana, y contribuy¨® a la destrucci¨®n de esa cultura cristiana. En cambio, el comunismo represent¨® una cierta esperanza para muchos intelectuales europeos, y hoy en d¨ªa todav¨ªa cuesta mucho entender que en realidad destruy¨® la ¨²ltima esperanza'.
?No hay destino, entonces? 'En el Este vivimos bajo un capitalismo rampante, bastante salvaje, el de las democracias impuestas por Occidente. Cuando cay¨® el muro, los pueblos del Este ya no ten¨ªan confianza en el cambio, y no han podido llenar de vida ese cambio. Se han quedado sin destino de la noche a la ma?ana. Por eso sigue habiendo dos Europas. Viviendo en el postcapitalismo, en realidad, porque el capitalismo cl¨¢sico acab¨® hace tiempo. Parad¨®jicamente, cada vez se parece m¨¢s al socialismo, a la pr¨¢ctica socialista. Todo est¨¢ centralizado. Las multinacionales y los monopolios tratan de centralizar, y de paso de uniformar a la sociedad. No s¨¦ si todo eso constituye un peligro concreto, pero se puede percibir una idea de lo que puede pasar. Lo mejor, me parece, es que cada uno guarde su vida privada lo mejor que pueda'.
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