Objetos rigurosamente perdidos
?Pone el Ayuntamiento todos los medios necesarios para que se recuperen los bienes extraviados en Madrid? Visto lo visto, no. Es triste certificarlo, a la luz de la experiencia vivida, habida cuenta de que la capital busca un lugar bajo el sol en el competitivo mercado tur¨ªstico. El caso es que encontr¨¦ el pasado d¨ªa 2 una c¨¢mara de fotos junto a la cabina telef¨®nica situada en la confluencia de Gran V¨ªa y Callao. Enseguida me acerqu¨¦ a un miembro de la Polic¨ªa Municipal, el cual me sugiri¨® entregarla en la secci¨®n habilitada al efecto. L¨®gico. ?D¨®nde? Pues junto a la plaza de Legazpi, y ?ojo!, s¨®lo en horario matinal.
El planteamiento mov¨ªa a risa, la verdad, y no pod¨ªa ser m¨¢s chusco, surrealista. La ¨²nica opci¨®n era pedir hora en la empresa, o aparcar los compromisos laborales, y encaminarse a la susodicha plaza, en una de las cabeceras de la l¨ªnea 3 de metro.
Ahora que tanto se habla de incentivar, nada hay que desincentive m¨¢s acusadamente la honradez como no encontrar a mano una oficina de recepci¨®n de objetos perdidos en el mismo centro de Madrid, la zona donde, por cierto, se congregan los turistas y menudean los despistes, cuando no los hurtos de carteras.
Como si fuera equiparable la pesquisa tras un enser perdido, labor agotadora y concienzuda donde las haya, y la acci¨®n de depositar los bienes encontrados, para la que todas las facilidades deber¨ªan ser pocas. Eso s¨ª, dentro de dos a?os, cuando la c¨¢mara est¨¦ ya desfasada, y si nadie la reclama, deber¨¦ volver para tomar posesi¨®n de ella. Legazpi, obviamente, est¨¢ pensado para los taxistas por las facilidades de movilidad y aparcamiento, privilegio que, en mi caso, y en el de otros muchos ciudadanos, poco o nada aporta.
En cualquier caso, fui al d¨ªa siguiente a las dependencias municipales y, tras dar un rodeo molest¨ªsimo por el antiguo mercado, llegu¨¦ a los barracones habilitados al efecto, donde, eso s¨ª, una funcionaria me atendi¨® con toda amabilidad. Pocas personas en su sano juicio repetir¨ªan la experiencia, por muy acendrada que fuese su conciencia c¨ªvica.
Lo cierto es que, en vista de este estado de cosas, no albergo grandes esperanzas de encontrar mis pertenencias en la oficina de objeto perdidos del Ayuntamiento, salvo, claro est¨¢, que se me extraviaran en el barrio de Legazpi. Como restaban a¨²n varias fotos hasta agotar el carrete, aprovech¨¦ para inmortalizar el lugar del olvido de la c¨¢mara, con la funda en el punto exacto, adem¨¢s de realizar un autorretrato y diversas instant¨¢neas del parque del Oeste para que esos turistas olvidadizos puedan llegar a conocer alg¨²n d¨ªa uno de mis rincones preferidos de la Villa y Corte. N¨²mero de tal¨®n de recepci¨®n de la c¨¢mara: 1210031.
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