Los malos modos de Mugabe
Los guardaespaldas del presidente de Zimbabue golpean a un activista 'gay' brit¨¢nico que pretend¨ªa 'arrestarle'
Muy conocido en el Reino Unido por vapulear a la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica anglicana cuando rechaza a los homosexuales, el activista gay brit¨¢nico Peter Tatchell choc¨® el pasado lunes con los misterios de la alta pol¨ªtica y los pu?os de un par de guardaespaldas. Dicha pareja de profesionales de la protecci¨®n acompa?aba al presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, de visita oficial en B¨¦lgica. Tatchell, que considera al mandatario africano un 'asesino' que aterroriza en lugar de gobernar, pretend¨ªa denunciar en p¨²blico sus tropel¨ªas en un hotel de Bruselas. Por extra?o que parezca, casi lo logr¨®. Parapetado con discreci¨®n en el vest¨ªbulo del Hilton de la capital belga, y seguro de que las c¨¢maras le enfocaban, se abalanz¨® sobre Mugabe al grito de '?yo le arresto por torturador!'. Si pretend¨ªa decir algo m¨¢s, ya no pudo. Golpeado en la cara y en la cabeza, sali¨® a trompicones del hotel para ser derribado en la acera, mientras el l¨ªder africano abandonaba a toda prisa el lugar en su autom¨®vil.
No es la primera vez que Tatchell se enfrenta a Mugabe. En 1999 intent¨® algo similar en Londres. Tampoco tuvo ¨¦xito, pero al menos no sali¨® magullado. En Bruselas, las cosas han sido distintas. Acostumbrado a los golpes publicitarios, el activista brit¨¢nico pens¨® que un 'arresto c¨ªvico' ser¨ªa m¨¢s efectivo y, sobre todo, m¨¢s fotog¨¦nico que una vulgar pancarta. Vestido de forma corriente, esper¨® a Mugabe en el hotel belga. Como nadie desconfi¨® del que parec¨ªa un cliente m¨¢s, cuando el presidente y su s¨¦quito abandonaban el lugar, tras un almuerzo con Poul Nielson, comisario de la UE para el Desarrollo, se lanz¨® contra el grupo por sorpresa. Raudos, los guardaespaldas le apartaron a manotazos. At¨®nitos, los c¨¢maras de las diferentes televisiones que segu¨ªan la gira europea de Mugabe enfocaron a Tatchell sin saber bien lo que ocurr¨ªa. En plena confusi¨®n, y seguramente algo nerviosos, los visitantes se hicieron un l¨ªo con la puerta giratoria del hotel y el brit¨¢nico pudo zafarse de los guardaespaldas. Una vez en la calle reanud¨® sus gritos de protesta. Los guardianes no se lo pensaron. Un par de certeros golpes en la cabeza dieron con el denunciante en la acera, mientras el coche del presidente africano arrancaba a toda velocidad.
La segunda parte del incidente -es decir, el relato del agredido mismo- ten¨ªa tanto valor como el asalto c¨ªvico que reivindicaba: 'Creo que me han golpeado agentes al servicio de Mugabe. Una desgracia. La polic¨ªa belga permite estos atropellos, mientras el presidente de Zimbabue usa impunemente la tortura, un crimen en toda regla, seg¨²n las leyes internacionales y las belgas, para ser exactos', dijo de un tir¨®n. Con un ojo morado, sangrando por la nariz y con varias rozaduras en la cabeza, estaba m¨¢s p¨¢lido que nunca. Las piernas le fallaron un par de veces por la conmoci¨®n de los pu?etazos, pero sus convicciones permanecieron inamovibles. 'B¨¦lgica ha firmado la Convenci¨®n de la ONU contra la Tortura, hecho que faculta a sus autoridades a detener en su territorio a los culpables de dicho crimen. En lugar de ello, se cruzan de brazos cuando soy agredido', dijo.
El incidente ha abochornado y sorprendido a partes iguales al Gobierno belga, que el pasado a?o s¨ª desempe?¨® un papel relevante en el proceso de extradici¨®n de Augusto Pinochet al pedir que ¨¦ste fuera juzgado en Bruselas por aplastar los derechos humanos en Chile. Tatchell asegura no comprender el distingo oficial establecido entre ambos dictadores, pero Louis Michel, ministro belga de Asuntos Exteriores, lo explic¨® poco despu¨¦s del encontronazo. En su opini¨®n, el proceso de paz en Zimbabue depende, en gran medida, de la buena voluntad del propio Mugabe. 'Ni se pueden mezclar asuntos tan distintos ni tampoco puede un solo ministro resolver todos los problemas mundiales a la vez', asegur¨® Michel.
Al d¨ªa siguiente de recibir la paliza de los guardaespaldas, el rotativo The Daily Telegraph recordaba que Tatchell se encargaba hace tres d¨¦cadas de recaudar dinero para el propio Mugabe, entonces un l¨ªder guerrillero contrario a la supremac¨ªa de la minor¨ªa blanca. Tatchell no ha respondido a estas alegaciones, pero el comisario de la UE Poul Nielson tuvo que v¨¦rselas poco despu¨¦s del choque con varios diputados del Parlamento Europeo, muy molestos por la presencia de un mandatario comparado en el hemiciclo con Stalin y Hitler.
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