Todos contra Mugabe
Naciones Unidas, la Uni¨®n Europea y EE UU presionan para poner fin a la corrupta autocracia del presidente de Zimbabue
Desde todos los rincones del mundo aumentan pr¨¢cticamente d¨ªa a d¨ªa las presiones para que haya un 'cambio de r¨¦gimen' en Zimbabue y termine la autocracia de Mugabe, que se considera tan criminal e ileg¨ªtima que incluso Nelson Mandela ha hecho un llamamiento a los zimbabuenses para que se rebelen y lo derroquen mediante las armas. S¨®lo en la ¨²ltima semana Bill Clinton hablaba en Nigeria en contra de la manipulaci¨®n de las elecciones y la intimidaci¨®n de los adversarios pol¨ªticos en Zimbabue; Naciones Unidas denunciaba 'las sistem¨¢ticas agresiones al Estado de derecho', y el Gobierno de Australia advert¨ªa de que su Gobierno iba a estudiar la imposici¨®n de sanciones contra Zimbabue, siguiendo el ejemplo de EE UU, que, desde febrero, proh¨ªbe la entrada de altos funcionarios zimbabuenses, y la Uni¨®n Europea, que, en lo que va de a?o, ha negado el visado y ha congelado los bienes de 72 miembros del r¨¦gimen de Mugabe.
Mugabe acept¨® el trato de diamantes a cambio de soldados para la guerra de Kabila
Mandela ha hecho un llamamiento a los zimbabuenses para que se rebelen contra Mugabe
Tanto en Estados Unidos como en Europa se estudian ahora medidas para impedir posibles fisuras en el sistema de sanciones, mediante la inclusi¨®n de las personas que hacen negocios con Zimbabue. Lord Renwick, ex embajador brit¨¢nico en Sur¨¢frica y Estados Unidos y uno de los m¨¢s activos detractores de Mugabe, lo explic¨® a EL PA?S: 'Para ejercer m¨¢s presi¨®n sobre Mugabe, es evidente que hay que cercar a sus socios; entre otras cosas, congelando sus bienes'.
El principal socio extranjero del r¨¦gimen de Mugabe, Oryx Natural Resources, no figura a¨²n en ninguna lista de sanciones, si bien el a?o pasado, cuando la compa?¨ªa intent¨® introducirse en la Bolsa de Londres, fue rechazada. The Sunday Times escribi¨® en aquel entonces: 'El intento de sacar a bolsa a Oryx resulta poco apropiado cuando hay una campa?a del Gobierno brit¨¢nico para organizar la prohibici¨®n internacional de la venta de diamantes sucios, procedentes de ¨¢reas de conflicto'.
El Grupo Oryx empez¨® a tener relaciones con el r¨¦gimen de Mugabe hace cuatro a?os. Todo naci¨® de una propuesta que el presidente Laurent Kabila, de Congo, hizo a Mugabe en 1998. Ante la tremenda presi¨®n militar de unos ej¨¦rcitos rebeldes apoyados por Uganda y Ruanda, Kabila propuso a Mugabe ofrecerle el acceso a una concesi¨®n de diamantes en Congo, valorada en mil millones de d¨®lares -la concesi¨®n de Mbuji Mayi-, a cambio de que le prestara su ej¨¦rcito. Mugabe acept¨® inmediatamente el trato de diamantes por soldados, pero no ten¨ªa la capacidad t¨¦cnica ni comercial necesaria para extraer el mineral. Entonces apareci¨® en escena Kamal Jalfan, un traficante de armas, accionista de Oryx y viejo residente en Harare, que gozaba del t¨ªtulo de c¨®nsul honorario de Om¨¢n en Zimbabue. Jalfan sugiri¨® a Mugabe que tal vez Shanfari fuera el socio que necesitaba. Shanfari, un hombre de 34 a?os que se gradu¨® en la Escuela de Minas de Colorado y procede de una familia oman¨ª muy rica e influyente, fue a Harare a conocer a Mugabe. Se cre¨® una empresa, una joint venture entre Oryx, una compa?¨ªa llamada Osleg (el brazo empresarial de las fuerzas armadas zimbabuenses) y un tercer cosignatario del acuerdo fechado el 16 de julio de 1999: 'El Gobierno de la Rep¨²blica de Zimbabue'. Es decir, la camarilla que dirige el partido que ocupa el poder desde hace 22 a?os, ZANU PF.
El problema era que la concesi¨®n de Mbuji-Mayi no produc¨ªa un volumen de diamantes que compensara ni remotamente su valoraci¨®n en mil millones de d¨®lares. Algunas personas que han trabajado en la mina han dicho en las ¨²ltimas semanas que la cantidad de mineral extra¨ªda era m¨ªnima. Como dijo a EL PA?S en Washington un alto funcionario del Congreso que sigue de cerca los acontecimientos en Zimbabue y Congo: 'Nadie ha sido capaz todav¨ªa de ganar dinero con la extracci¨®n de diamantes en Congo, as¨ª que no hay motivo para pensar que los zimbabuenses y sus socios extranjeros iban a ser distintos. El negocio es un desastre, excepto como tapadera de otras cosas'.
Otras cosas tales como el tr¨¢fico de diamantes sucios en un periodo de guerra y hambre para millones de personas, que ha enriquecido a un grupo de menos de una docena de zimbabuenses, especialmente el matrimonio Mugabe y Emmerson Mnangagwa, considerados por la ONU, la UE y Estados Unidos como principales beneficiarios del apocalipsis de Congo y Zimbabue.
En el caso de Mnangagwa, a quien en Zimbabue se llama ya 'consejero delegado' de Congo, adem¨¢s de 'hijo de Dios' (porque todo el mundo le supone sucesor designado de Mugabe), lo asombroso es que nadie le haya incluido hasta ahora en una lista de sanciones. O incluso que no se le haya juzgado por cr¨ªmenes de guerra. Mnangagwa, que tiene 56 a?os, fue ministro de la Seguridad del Estado y jefe de la polic¨ªa secreta en la ¨¦poca de las famosas matanzas de Matabeleland, en 1983, cuando la Quinta Brigada del Ej¨¦rcito de Zimbabue, entrenada por norcoreanos, mat¨® a m¨¢s de 10.000 civiles. Mnangagwa fue recompensado por Mugabe con el cargo de ministro de Justicia, un puesto que ocup¨® durante 12 a?os. Mnangagwa aparece calificado en un informe publicado a finales del a?o pasado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas como 'el arquitecto de las actividades comerciales de ZANU PF' y el principal impulsor en Zimbabue del tr¨¢fico il¨ªcito de diamantes en Congo.
En semejante ambiente, en semejante pa¨ªs y con semejante gente, Shanfari, propietario de Oryx, consider¨® que hab¨ªa circunstancias propicias para hacer negocios. Fuentes de EL PA?S aseguran que Mnangagwa es el m¨¢s estrecho colaborador de Shanfari en el negocio de los diamantes de Congo y adem¨¢s es invitado habitual en las opulentas cenas que ofrece este ¨²ltimo en su casa de Harare. El n¨²mero dos de Shanfari en Oryx , Geoffrey White, dice que la compa?¨ªa el Grupo Oryx 'se enorgullece de tener un comportamiento ¨ªntegro y honrado'. Ahora bien, el principal socio extranjero de lo que Nelson Mandela ha denominado la tiran¨ªa de Mugabe puede refutar todas las acusaciones que quiera, pero no puede negar que es c¨®mplice de una peque?a camarilla en el poder que utiliza los alimentos como arma para matar de hambre a sus opositores, asesina y tortura impunemente a sus adversarios pol¨ªticos, roba elecciones, se ha beneficiado de una guerra salvaje en Congo, da m¨¢s importancia a la perpetuaci¨®n de su poder y su riqueza que al bienestar de seis millones de zimbabuenses que hoy se enfrentan a la hambruna, ha destruido su propio pa¨ªs y tiene las manos llenas de sangre.
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