2001: una nueva Odisea para Pen¨¦lope
Gestora excelente de lo posible, que arroja sobre las circunstancias que le toca vivir la luz de la pasi¨®n y de la inteligencia
Acude a m¨ª, en este primer 8 de marzo del siglo XXI, una de tantas im¨¢genes de la mujer que se han hecho populares a lo largo de los siglos. Pen¨¦lope, la mujer que espera durante m¨¢s de 20 a?os el regreso del viajero Ulises a su patria ?taca, al decir mon¨®tono del mito tejiendo de d¨ªa y destejiendo de noche un manto, para distraer as¨ª, con el pretexto de una labor siempre inconclusa, el asedio continuo de los pretendientes. Cada tiempo genera sus estrategias, y, lejos de lo que pudiera pensarse, no es casualmente Pen¨¦lope la imagen del conformismo sedentario, sino la encarnaci¨®n de una gestora excelente de lo posible, que arroja sobre las circunstancias que le toca vivir la luz inconfundible de la pasi¨®n y de la inteligencia.
Queda hoy de aquella Pen¨¦lope la inteligencia de la estratega que se adapta al entorno para alcanzar sus objetivos
Y acude a m¨ª la imagen de esta tejedora vivaz en este nuevo 8 de marzo en el que millones y millones de mujeres de todo el mundo celebramos los progresos de una 'labor' que, aunque inconclusa tambi¨¦n, por tan distintas razones, ha sido especialmente intensa a lo largo de los ¨²ltimos veinte a?os. Dos d¨¦cadas de incesante actividad a lo largo de las cuales 'la nueva Pen¨¦lope' ha puesto tim¨®n a su propia odisea y se ha convertido en uno de los principales s¨ªntomas y s¨ªmbolos del progreso de una sociedad.
Efectivamente, han quedado atr¨¢s los tiempos en que cualquier epopeya era cosa de hombres, mientras que las mujeres s¨®lo desempe?aban, y entre bambalinas, determinados aspectos de la vida privada, en su hist¨®rico papel de gestoras de la vida cotidiana. Lejos de sentarnos a esperar, y especialmente en las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XX, que no en vano ha sido aclamado desde m¨²ltiples ¨¢mbitos como 'el siglo de las mujeres', hemos pasado de la espera a la esperanza y del segundo plano al protagonismo, y nos hemos convertido en el motor de un enorme n¨²mero de avances que han afectado, como nunca antes, a la m¨¦dula misma de nuestra identidad personal y social.
Con intensidad y caracteres variables, en funci¨®n de la cultura y del pa¨ªs de referencia, se ha impulsado una poderosa transformaci¨®n de los marcos jur¨ªdicos, de las relaciones laborales, de las f¨®rmulas de convivencia y participaci¨®n social, y del conjunto de c¨®digos y valores que definen nuestro entorno. A partir, muy especialmente, de los a?os setenta, una revoluci¨®n muchas veces callada, pero constante, lograba la progresiva incorporaci¨®n de las mujeres a los ¨¢mbitos de la educaci¨®n y el mercado laboral, y, en general, a la econom¨ªa y a la sociedad. No se trataba, por cierto, como se ha dicho con sugerente expresi¨®n, de una 'revoluci¨®n de terciopelo', sino de un cambio forjado en muchos campos, de un esfuerzo callado y paulatino, y muchas veces doloroso, cuya escala hizo presente, como nunca antes, el formidable poder y la extraordinaria energ¨ªa creadora de millones y millones de mujeres. Entre ellas, m¨¢s de tres millones de andaluzas que han hecho, que est¨¢n haciendo, su camino de Damasco hacia una sociedad m¨¢s justa.
A estas alturas de la historia andaluza, en que las cuestiones que se dirimen no son, ni mucho menos, las querellas amorosas que convulsionaban la vieja ?taca, ?qu¨¦ es lo que queda de la vieja Pen¨¦lope? Creo que lo que queda de ella, en otro lugar y en otro tiempo, es la inteligencia de la estratega que se adapta al entorno para alcanzar sus objetivos, y la ilusi¨®n de muchas otras tejedoras de sue?os cuya historia tambi¨¦n est¨¢ esperando ser contada.
En un entorno de transformaci¨®n a escala planetaria, cuyas l¨ªneas de fuerza han venido a reunirse bajo las etiquetas de la sociedad de la informaci¨®n y la econom¨ªa del conocimiento, la estrategia de la nueva Pen¨¦lope para su incorporaci¨®n a la sociedad en t¨¦rminos de igualdad ha estado basada en una convicci¨®n que es tambi¨¦n, y as¨ª lo han entendido las andaluzas, una clave inexcusable de futuro: la cualificaci¨®n profesional.
La n¨ªtida conciencia de la importancia que tiene la formaci¨®n en el progreso personal y comunitario ha hecho que los ¨ªndices de cualificaci¨®n femenina en Andaluc¨ªa se hayan incrementado un a?o tras otro a lo largo de los ¨²ltimos veinte a?os. De las dimensiones de este esfuerzo da idea el que, en este per¨ªodo, se ha cuadruplicado el n¨²mero de mujeres andaluzas con estudios secundarios y universitarios. De igual forma, la formaci¨®n media de las andaluzas ha experimentado un progreso tan formidable que sus tasas de graduaci¨®n sobrepasan a las de los hombres en la absoluta totalidad de los niveles educativos. En pocos a?os, por tanto, las mujeres andaluzas nos hemos convertido en una oferta de calidad absolutamente irrenunciable.
Desde el punto de vista cuantitativo, los datos son tambi¨¦n enormemente elocuentes. En apenas veinte a?os, el n¨²mero de mujeres andaluzas que se han decidido a buscar empleo ha pasado de menos de medio mill¨®n a m¨¢s de un mill¨®n. Este crecimiento exponencial de la disponibilidad laboral femenina ha rebasado con mucho al de los hombres, de forma tal que puede decirse que el 70% del aumento global de la poblaci¨®n activa andaluza a lo largo de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas tiene nombre de mujer.
Finalmente, y a prop¨®sito de la participaci¨®n de las mujeres en los ¨¢mbitos de decisi¨®n, hay que hablar de un fen¨®meno creciente de feminizaci¨®n de la pol¨ªtica andaluza en sus distintos ¨¢mbitos y niveles de representaci¨®n. Y resulta igualmente relevante el incremento de la presencia femenina en el campo de la Administraci¨®n P¨²blica.
Por el contrario, y como prueba palpable de la complejidad y del largo recorrido de la 'labor' que, unas y otros, tenemos entre las manos, una vez que salimos del ¨¢mbito de las decisiones que tienen que ver con la soberan¨ªa popular, entendida en sentido amplio, y nos trasladamos al ¨¢mbito privado, las mujeres directivas pr¨¢cticamente no existen. Y nunca, hasta el presente, hemos podido hablar de una correspondencia, ni siquiera aproximada, entre las cotas de disponibilidad laboral y formaci¨®n femenina, y las cotas correlativas de inserci¨®n laboral y remuneraci¨®n igualitaria en que habr¨ªan debido traducirse en el seno de una sociedad realmente equilibrada.
Por lo dem¨¢s, y como en cualquier traves¨ªa, en esta larga odisea de las mujeres no s¨®lo se transformaba el paisaje exterior, sino que el ¨¢mbito m¨¢s pr¨®ximo a las viajeras, su entorno privado, tambi¨¦n iba transform¨¢ndose. Los efectos derivados del nuevo individualismo femenino han ido produciendo reajustes notables en los modelos tradicionales de relaci¨®n familiar, si bien el amplio espectro de causas y manifestaciones que lo rodean est¨¢n lejos de poder precisarse en unas l¨ªneas. Se trata, en cualquier caso, de un fen¨®meno en claroscuro que si, por una parte, ha confirmado a las mujeres en una cota creciente de independencia, de tal modo que las que viven solas doblan en n¨²mero a los hombres, por el otro, ha arrastrado como consecuencia una tasa de fecundidad que se ha visto reducida a m¨ªnimos hist¨®ricos.
Todos ellos, y muchos otros, son datos para el cuaderno de una Odisea en curso, cuyo itinerario est¨¢ lejos de reducirse a estos intensos y fecundos veinte ¨²ltimos a?os; cifras, que no son otra cosa que abstracciones necesarias de un paisaje intensamente humano, y que configuran el rostro de la nueva Pen¨¦lope. Una gestora implacable de lo posible, una estratega apasionada, una tejedora de sue?os que tiene ante s¨ª el horizonte compartido de un futuro m¨¢s justo.
Compartido, s¨ª. Porque para que el viento de la historia nos sea propicio, todas y todos, cada uno en la medida de nuestras posibilidades, deberemos tejer juntos el manto de una Andaluc¨ªa de progreso. Aportar utensilios, materiales y estrategias para ir urdiendo la trama, y escribiendo la historia, de esta nueva y esperanzadora odisea.
Magdalena ?lvarez Arza es consejera de Econom¨ªa y Hacienda.
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