Palabras en Euskadi
En todo proceso electoral, la propaganda pol¨ªtica se apoya en un grado muy alto de manipulaci¨®n del lenguaje. Se trata de un juego permanente de presentaci¨®n de propuestas y mensajes con el objeto de maximizar las adhesiones y reducir los rechazos en los sectores del electorado hacia quienes se orienta el propio discurso. Adem¨¢s, en las ¨²ltimas d¨¦cadas, las t¨¦cnicas de publicidad pol¨ªtica se han vuelto cada vez m¨¢s sofisticadas y en ocasiones incluyen el recurso a procedimientos de deformaci¨®n, dirigidos al mensaje y a las personas de los adversarios, con el fin de destruir la imagen de ¨¦stos. Fue el caso del famoso doberman empleado por los expertos en comunicaci¨®n del PSOE para subrayar la supuesta amenaza que entra?aba Aznar, trayendo al presente, v¨ªa Norteam¨¦rica, las formas de manipulaci¨®n informativa en que fue maestro Goebbels en la Alemania nazi. En suma, el objetivo no era potenciar la propia candidatura, sino cubrir de basura la imagen del oponente.
Ante la interminable campa?a electoral vasca que ha ca¨ªdo ya sobre nosotros, conviene, pues que el ciudadano, en su calidad de destinatario de los mensajes, aguce al m¨¢ximo su capacidad para descifrarlos, si no quiere verse sometido a una sucesi¨®n de enga?os no menos inacabable que la propia campa?a. Intervienen a favor de este riesgo la trascendencia de estas elecciones, el estrecho margen en que van a moverse los resultados, as¨ª como la presencia de fuertes tensiones bipolares acompa?ada de un notable margen de inseguridad en cuanto a los recursos disponibles para resolver el gran problema de pacificaci¨®n que afronta la Comunidad Aut¨®noma vasca. De modo que los mensajes electorales tender¨¢n a elaborarse mediante una combinatoria de plurisemia y precisi¨®n digna de una jugada de billar a tres bandas, con la consiguiente dificultad para que el elector efect¨²e una interpretaci¨®n correcta de lo que verdaderamente se dice y se propone.
En este terreno, el PNV ha tomado ya la delantera, igual que lo ha hecho en el lanzamiento de la campa?a aprovech¨¢ndose, con clara infracci¨®n del esp¨ªritu democr¨¢tico, de su posici¨®n institucional. En el terreno de los mensajes electorales, el PNV ha construido una oferta de apariencia irreprochable, apoyada en cuatro objetivos: Vida, Paz, Di¨¢logo, Autodeterminaci¨®n. Tomados uno a uno, parecen constituir una prueba de que, como siempre, el partido de Arzalluz quiere lo mejor para Euskadi y por los mejores medios. ?Qui¨¦n no desea que en Euskadi triunfe lo que Ibarretxe llama Vida, es decir, el fin de los atentados mortales causados por ETA? ?C¨®mo se puede dudar de que es preciso dejar atr¨¢s la permanente conmoci¨®n social provocada por el terrorismo de baja y alta intensidad? ?Qu¨¦ mejor que un clima de tolerancia rec¨ªproca e intercambio de planteamientos pol¨ªticos para resolver las cuestiones planteadas en Euskadi? ?Qu¨¦ dem¨®crata puede oponerse a que un pueblo, entendido como sociedad pol¨ªtica, decida su futuro? Hasta aqu¨ª, todo perfecto. S¨®lo que para leer la propuesta resulta imprescindible poner en relaci¨®n cada uno de sus t¨¦rminos.
Tambi¨¦n interesa ahondar en el significado de cada palabra-clave. Reivindicar el derecho a la vida, por ejemplo, am¨¦n de tener un tufillo a campa?a antiabortista, es mucho menos claro que condenar el terror. Resulta significativo que el PNV busque en ese terreno siempre eufemismos. Habla de violencia, t¨¦rmino que es muy amplio y en el que caben todo tipo de contenidos, y reh¨²ye lo que es la esencia de la actuaci¨®n de ETA: el terrorismo. Contra lo que suele creerse, 'terrorismo' es un concepto neutro, imprescindible para designar actos puntuales dirigidos a provocar la muerte de individuos o grupos, y a provocar un efecto pol¨ªtico intimidatorio. Caben en el recipiente un atentado de ETA, uno palestino y el que en tiempos hiciera un miembro de la Resistencia contra los nazis. Lo que s¨ª es ideol¨®gico es lo que hacen PNV y EA suavizando la calificaci¨®n, de un lado, al referirse gen¨¦ricamente a 'la violencia'; de otro, convirtiendo la condena del terror en esa ambigua consigna cristiana del derecho a la vida. En suma, est¨¢ bien proteger a las v¨ªctimas, pero ello no debe impedir la designaci¨®n y la condena de los verdugos. Eso, sin olvidar que para el PNV dicha protecci¨®n humanista es compatible con la aplicaci¨®n de la t¨¦cnica del doberman a quienes las defienden pol¨ªticamente.
Aun as¨ª, Vida y Paz se encuentran correctamente unidas. El terreno se convierte en m¨¢s resbaladizo al asociar indisolublemente en el discurso nacionalista la Paz con el Di¨¢logo y ¨¦ste con la Autodeterminaci¨®n. Porque es claro que para Ibarretxe la Paz en s¨ª misma no es una meta y ha de ir acompa?ada del Di¨¢logo, pero no en cuanto actitud dialogante, lo cual es perfecto, sino con un contenido concreto de mesa de negociaci¨®n. Aqu¨ª reside la trampa. Nos llenamos la boca de Paz y luego resulta que la Paz no es el verdadero objetivo, sino un 'di¨¢logo' que supone inexorablemente el establecimiento de una mesa de negociaci¨®n. Y esta mesa de negociaci¨®n se encuentra tambi¨¦n teleol¨®gicamente orientada. Ni por asomo supone un regreso a Ajuria Enea: es di¨¢logo / negociaci¨®n por un objetivo pol¨ªtico: la Autodeterminaci¨®n. As¨ª que cuando Ibarretxe proclama la necesidad de la Paz, est¨¢ proponiendo un m¨¢s all¨¢ que es la Autodeterminaci¨®n, la cual, por su parte, no se agota en s¨ª misma. Nadie se acerca a un paso de cebra para tener derecho a cruzar, sino para cruzar al otro lado. De ah¨ª que cuando en muchos lugares, en este diario entre otros, se ha aceptado como moneda contante que hablar s¨®lo de autodeterminaci¨®n en el pacto PNV-EA era signo de moderaci¨®n, se olvida que el desenlace natural del proceso es la independencia, con unos u otros plazos. Lo ha explicado Larreina, secretario de organizaci¨®n de EA, a Gara: la meta de la autodeterminaci¨®n es muy clara, y se piensa adem¨¢s llevarla a la pr¨¢ctica. Como consecuencia, la lectura correcta de las cuatro palabras m¨¢gicas del PNV ha de hacerse del mismo modo que la interpretaci¨®n de las ofertas por Internet de un bal¨®n del Real Madrid por cien mil pesetas, acompa?ado como regalo de dos entradas para el encuentro con el Bar?a. No se vend¨ªa el bal¨®n, sino las entradas. Votar a PNV-EA no es votar a 'paz' m¨¢s 'di¨¢logo tolerante', es votar la puesta en marcha de un proceso de secesi¨®n. Conviene pues, que electores y partidos fuercen a los de Arzalluz a desvelar de verdad sus objetivos pol¨ªticos.
Claro que lo contrario tambi¨¦n existe. Si la propuesta del PNV es fruto de un h¨¢bil enmascaramiento, la de Exker Batua / IU puede clasificarse entre los objetos imposibles. Aceptemos que por respeto a San Lenin tengan que poner por delante 'el ejercicio de una autodeterminaci¨®n democr¨¢tica', pero si es cierto que, como dicen, su objetivo no es la independencia, sino el federalismo, resulta incomprensible que la prioridad para Madrazo haya consistido en solicitar que el Gobierno y el Parlamento de Madrid transfieran la facultad de convocar 'refer¨¦ndum' al Parlamento vasco. Es un dislate comparable a la propuesta de Od¨®n Elorza de realizar un refer¨¦ndum a escala estatal para la reforma de la Constituci¨®n, de modo que as¨ª quepan todas las sensibilidades vascas. Ya es grave vivir en Donostia e ignorar qu¨¦ objetivos tiene ETA y lo es tambi¨¦n poner el carro delante de los bueyes en la respuesta a las demandas democr¨¢ticas de la sociedad vasca. Cuando ¨¦sta hable en las urnas, si cuela la trampa nacionalista de la autodeterminaci¨®n -preferencia mayoritaria, en contra de lo que ocurre con la independencia-, ya ser¨¢ tiempo de pensar en soluciones constitucionales. Pero dar por hecho que la sociedad vasca es pol¨ªticamente el 'pueblo vasco' de ETA y PNV, es decir, el conjunto de los vascos nacionalistas sin mezcla de espa?olista alguno, equivale a adentrarse en los terrenos del absurdo.
Sin duda, ese protagonista m¨ªtico y excluyente, el 'pueblo vasco', heredero de la limpieza de sangre propia del Antiguo R¨¦gimen vasco, cubrir¨¢ el discurso de la izquierda abertzale seguidora de ETA, enfrentado siempre de un modo u otro a la pertenencia de Euskal Herria a Espa?a (y a Francia). Lizarra, Lizarra y m¨¢s Lizarra. Udalbitza, Udalbitza, y como tampoco controlan Udalbitza, su propio suced¨¢neo. Las invocaciones de EH, aderezadas con el lenguaje de nazi jatorra exhibido por Otegi, se complementar¨¢n con los varapalos dados d¨ªa a d¨ªa a la coalici¨®n PNV-EA por no ser consecuentes. Ahora bien, lo que aqu¨ª cuenta no es lo que diga EH, cosa sabida, sino la intensidad con que lo diga, en palabras, y en n¨²mero y sentido de los atentados cometidos por el sanguinario gran hermano.
Frente a este universo, el riesgo para los estatutistas consiste en encerrarse en un recinto amurallado frente al que ya han definido los partidos abertzales. M¨¢s que ir al choque ante el impulso 'soberanista', ser¨ªa inteligente jugar al fuera de juego, intentar mostrar los efectos de un desarrollo hasta sus ¨²ltimas consecuencias de la serie Vida-Paz-Di¨¢logo-Autodeterminaci¨®n. Y tambi¨¦n, aun cuando resulte dif¨ªcil, escapar a la tentaci¨®n antinacionalista y al discurso estrictamente defensivo. La sociedad vasca del nuevo milenio vuelve a ser una sociedad opulenta y lo que necesita es que le definan el cauce de una evoluci¨®n progresiva, compatible con la integraci¨®n nacional, una vez vencido el terror por medios policiales y pol¨ªticos. Lo m¨¢s peligroso ser¨ªa acentuar la deriva espa?olista apuntada por Aznar en su discurso de Bilbao, evitando incluso hablar de Euskadi. Es en el duelo a balonazos donde los dem¨®cratas tienen todo que perder y deben saberlo cuando muy pronto concreten sus programas. Las elecciones ser¨¢n ganadas por aqu¨¦l que convenza a los vascos de que sus propuestas son m¨¢s eficaces de cara a la paz. Y por el momento la trampa del PNV lleva ventaja.
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