El arbitraje o la vocaci¨®n incomprendida
?C¨®mo decide uno hacerse ¨¢rbitro? ?Porque no sabe jugar o por otras razones? Colegiados de la Primera Divisi¨®n cuentan sus primeros pasos en el controvertido mundo del silbato
Jos¨¦ Javier Losantos Omar (Bilbao, de 41 a?os) ha vivido, sin duda, la semana m¨¢s ajetreada de su carrera como ¨¢rbitro, un periplo que comenz¨® con 22 a?os, cuando entrenaba a unos chavales en el colegio La Salle, de Bilbao, y pitaba partidos de f¨²tbol sala, en el que lleg¨® a la Divisi¨®n de Honor. El gol anulado a Rivaldo, en el Bernab¨¦u, ha convertido al colegiado vasco en el centro del hurac¨¢n.
'Todo esto me ha enriquecido como persona. Soy un hombre positivo', dice Losantos, quien a?ade: 'Hay que ponerse en el pellejo del ¨¢rbitro y ver los medios que tenemos. La grandeza del ¨¢rbitro es prepararse para las peores situaciones. La velocidad del f¨²tbol hoy es mucho mayor y no se puede ver todo'.
Sin embargo, Losantos no es el primer ¨¢rbitro convertido en diana p¨²blica. Tampoco, seguro, ser¨¢ el ¨²ltimo. Insultos, cr¨ªticas, sospechas, intentos de agresi¨®n... Los movimientos de los colegiados son observados con lupa. As¨ª, pues, ?c¨®mo se le ocurre a uno hacerse ¨¢rbitro de f¨²tbol? Las razones son de lo m¨¢s diversas.
Una aclaraci¨®n previa es necesaria. Es corriente pensar que los ¨¢rbitros no le meter¨ªan un gol al arco iris, creer que no han tenido m¨¢s remedio que coger el silbato porque no daban pie con bola jugando al f¨²tbol... Una equivocaci¨®n en muchos casos. Aunque, claro, no en todos.
El t¨®pico del ¨¢rbitro negado para el balompi¨¦ se confirma en la figura de Evaristo Puentes Leira (A Coru?a, de 38 a?os), quien incluso se quedaba fuera de los tradicionales partidillos de los recreos con los compa?eros de clase. 'Yo no jugaba ni en el colegio. No me gustaba el f¨²tbol y, adem¨¢s, era muy malo', reconoce Puentes Leira, al que podr¨ªa definirse como un ¨¢rbitro prodigio, de verdadera vocaci¨®n. Evaristo comenz¨® arbitrando a los nueve a?os y con 13 ya estaba federado. 'Pienso que he nacido para ser ¨¢rbitro', concluye.
Una apuesta
Muchas otras veces las causas son otras. Algunas, de lo m¨¢s estramb¨®ticas: un profesor de franc¨¦s, un programa de radio, una apuesta. Esta ¨²ltima es la causa por la que F¨¦lix Birigay Nieva (Bilbao, de 80 a?os), futbolista de Tercera Divisi¨®n, lleg¨® a ser ¨¢rbitro internacional y pit¨® tres finales de la Copa. Birigay manten¨ªa con su padrino de boda, ¨¢rbitro, una eterna discusi¨®n: ?qui¨¦n corre m¨¢s, el colegiado o el futbolista? Cada uno defend¨ªa a ultranza su parcela hasta que Birigay, ya con 27 a?os, hizo un cursillo arbitral y se meti¨® en faena para ganar el pulso. Lo perdi¨® -ahora reconoce que el ¨¢rbitro corre mucho m¨¢s que un jugador-, pero acab¨® contagiado por el gusanillo del arbitraje. 'Es un mono. Cuando llega el fin de semana y no te dan partidos, te mosqueas un mont¨®n', afirma Joaqu¨ªn Ramos Marcos, ex ¨¢rbitro de Primera.
Sin duda, en muchas ocasiones, los institutos son el tubo de ensayo de los colegiados. En los patios o en las aulas. Seguro que Alfonso P¨¦rez Burrull (Santander, de 35 a?os) no pensaba que su profesor de franc¨¦s iba a influir en su carrera profesional. Alfonsito era un chico travieso y en la escuela de Los Escolapios le ten¨ªan bien fichado. 'Casi todos los profesores me echaban de clase; sobre todo, el de franc¨¦s', recuerda ahora Burrull. As¨ª que Alfonsito, con 15 a?os, se pasaba las ma?anas en los pasillos del cole. Tan aburrido que un entrenador de la escuela le pregunt¨® si quer¨ªa pitar los partidos entre clases. ?Por qu¨¦ no?, se dijo P¨¦rez Burrull y comenz¨® su carrera arbitral.
Publicidad radiof¨®nica
Si el c¨¢ntabro no aguantaba el acento de su profesor, su compa?ero Javier Turienzo ?lvarez (Vizcaya, de 34 a?os) se qued¨® prendado de la voz de la locutora Sarita Esteve, que le¨ªa ella misma la publicidad en su programa de Radio Bilbao. Una de las cu?as animaba a probar en el arbitraje. Hizo caso Turienzo, muy aficionado al f¨²tbol, con 15 a?os. Ya entonces los colegios espa?oles reclutaban j¨®venes, en su mayor¨ªa estudiantes, mediante todo tipo de estrategias. 'Si te gusta el f¨²tbol, prueba a ser ¨¢rbitro'. Este lema convenci¨® a Juan Ansuategui Roca (Castell¨®n, de 44 a?os) un d¨ªa por los pasillos de la Facultad de Medicina, en Pamplona.
La historia de cada ¨¢rbitro encierra, pues, sus propias peculiaridades. ?Qui¨¦n dir¨ªa hoy, por ejemplo, que Jos¨¦ Manuel Andradas Asurmendi (Navarra, de 44 a?os) era en sus tiempos mozos un fino saltador de altura? Pues... s¨ª. Andradas jugaba al f¨²tbol en el colegio Maristas, de Pamplona, pero el atletismo le entusiasmaba. Tanto que le fue dif¨ªcil dejarlo cuando se decant¨® por el arbitraje. Con 15 a?os, el equipo de su escuela no pod¨ªa acabar la temporada sin un colegiado. As¨ª que el buenazo de Andradas se present¨® voluntario. Y lo que era s¨®lo un favor durante tres meses se ha convertido ya en un trabajo de 30 a?os.
Para otros colegiados, por contra, lo del arbitraje es cosa de familia: muchos han heredado la vocaci¨®n de sus padres o abuelos. Se dir¨ªa, pues, que son ¨¢rbitros con antecedentes, en el buen sentido de la palabra.
Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa-Aranda Encinar (Madrid, de 45 a?os) acompa?aba de peque?ito a su padre a los torneos y a los 12 a?os ya se animaba con los amistosos. 'En mi casa siempre se ha vivido el ambiente arbitral con absoluta devoci¨®n', dice.
Tambi¨¦n en la familia Mu?iz Fern¨¢ndez. C¨¦sar (Oviedo, de 30 a?os) sigui¨® los pasos de su padre, juez de l¨ªnea internacional con D¨ªaz Vega. En casa de los Mu?iz deber¨ªan de estar m¨¢s contentos que unas casta?uelas cuando, en l989, C¨¦sar y su padre coincidieron en la Tercera Divisi¨®n.
Para Carlos Meg¨ªa D¨¢vila (Madrid, de 34 a?os) y Luis Medina Cantalejo (Sevilla, de 36) la tuerca de la tradici¨®n estaba apretada una vuelta m¨¢s en el ¨¢rbol geneal¨®gico, pues sus abuelos ya eran colegiados.
Incluso alguno de Primera ya piensa en su sucesor, como Jos¨¦ Luis Prados Garc¨ªa (Ja¨¦n, de 44 a?os), cuyo hijo, de 19, piensa emularle.
Para ellos es un orgullo transmitir esta tradici¨®n de generaci¨®n en generaci¨®n. Pero para los padres que no han sido colegiados cuesta asumir lo de 'pap¨¢, quiero ser ¨¢rbitro'.
A veces, el pap¨¢ acepta a rega?adientes, seguramente porque recuerda cuando era joven, y no tanto, y los increpaba. Otras veces, sin embargo, proh¨ªben que su hijo se meta en ese mundo.
Mentira necesaria
'Mis padres no me dejaban arbitrar porque lo ve¨ªan peligroso. As¨ª que les ment¨ª. Les dec¨ªa que me iba con los amigos. Pens¨¦ que no me gustar¨ªa el arbitraje, pero me entusiasm¨® m¨¢s que ser futbolista', confiesa Juli¨¢n Rodr¨ªguez Santiago (Valladolid, de 36 a?os).
El padre de Fernando Carmona M¨¦ndez (Badajoz, de 40 a?os) se re¨ªa de ¨¦l y le repet¨ªa que no sab¨ªa d¨®nde se estaba metiendo. Y el de Arturo Daud¨¦n Ib¨¢?ez (Teruel, de 36 a?os) pasaba del asunto: 'No entend¨ªan de f¨²tbol', dice Daud¨¦n, que comenz¨® a pitar con 16 a?os en la residencia del colegio San Pablo.
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