En busca de la estatua de Juan ?lvarez Mendiz¨¢bal
Bellas Artes y el Colegio de Arquitectos indagan sobre el bronce retirado de la plaza del Progreso en 1939
Acad¨¦micos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y directivos del Colegio de Arquitectos de Madrid han formulado en voz alta estos d¨ªas, en sus distintos foros, una misma pregunta: '?Qu¨¦ fue de la efigie del liberal Juan ?lvarez Mendiz¨¢bal, considerada como una de las estatuas m¨¢s bellas de Madrid?' El bronce, de m¨¢s de tres metros de porte, obra del artista c¨¢ntabro Jos¨¦ Gragera, presidi¨® la plaza del Progreso, hoy llamada de Tirso de Molina, durante setenta a?os, desde la revoluci¨®n de 1868 hasta el fin de la guerra civil, en 1939. El pr¨®cer liberal atrajo hacia s¨ª durante medio siglo las m¨¢s vivas y enfrentadas pasiones pol¨ªticas por haber sido el principal impulsor de la desamortizaci¨®n de bienes de la iglesia cat¨®lica. Aquella decisi¨®n pol¨ªtica se tradujo en la venta p¨²blica de cuatro millones y medio de hect¨¢reas de tierras que el clero reten¨ªa desde tiempo inmemorial.
Una efigie del mercedario y dramaturgo Tirso de Molina fue emplazada sobre su peana en 1943
?lvarez Mendiz¨¢bal hab¨ªa nacido en C¨¢diz en 1790. Cosmopolita, erudito, conspirador y financiero, lleg¨® a ocupar hasta cuatro carteras en un mismo Gabinete. Fue presidente del Consejo de Ministros entre 1835 y 1836. Adorado por liberales y librepensadores, odiado por conservadores y reaccionarios, tras una colecta nacional convocada a su muerte, en 1853, se le erigi¨® una estatua en el centro de la ciudad, que qued¨® instalada en 1868 en la llamada entonces plazuela del Progreso.
All¨ª permaneci¨® hasta el fin de la guerra civil, en 1939, fecha en la que la estatua fue retirada. En su lugar qued¨® en 1943 emplazada otra, del dramaturgo y fraile mercedario Juan T¨¦llez Gir¨®n, m¨¢s conocido como Tirso de Molina. Desde entonces, el mercedario dio nombre a la glorieta.
La respuesta a la demanda de acad¨¦micos y arquitectos se pierde en los meandros de la historia de la ciudad, atribulada por las luchas ideol¨®gicas que signaron el siglo XIX y ensangrentaron aqu¨¦lla y la centuria siguiente. Lo ¨²ltimo que se conoce de la estatua, considerada por el pensador Miguel de Unamuno como la mejor de Madrid, es que un d¨ªa de 1939, una vez terminada la guerra civil con la victoria del bando franquista, fue apeada de su peana, seccionada y enviada a unos almacenes municipales de la calle de Garc¨ªa Morato, hoy Santa Engracia, a la altura del n¨²mero 116. El escritor Enrique Pardo Canal¨ªs, del Instituto de Estudios Madrile?os, insinu¨® ya en una publicaci¨®n suya de 1954 que la efigie de Mendiz¨¢bal fue fundida; algunos sugirieron que su bronce sirvi¨® para hacer otra estatua de significaci¨®n ideol¨®gica bien distinta. Hubo precedentes en el Madrid de la posguerra: los sillares de un monumento levantado antes de la contienda en el Parque del Oeste al l¨ªder socialista Pablo Iglesias fueron empleados al concluir la guerra para vallar el parque del Retiro, a lo largo de la Avenida de Men¨¦ndez Pelayo.
Acad¨¦micos y arquitectos parecen concernidos hoy en averiguar el destino de la gran estatua de Mendiz¨¢bal y, algunos, en proponer la erecci¨®n de otra de su impar calidad y hechura.
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