La paloma tricolor
Reflexiona el autor sobre el uso de los s¨ªmbolos a ra¨ªz de unas pegatinas de palomas con los colores de la 'ikurri?a'
El s¨¢bado pasado, d¨ªa 10, al llegar a Portugalete, me encontr¨¦ con unas mujeres que llevaban en la solapa de sus chaquetas unas pegatinas con la imagen de una paloma. Era una versi¨®n de la recurrente figura que nunca hab¨ªa visto antes y me llam¨® la atenci¨®n. Me parece curioso, y bastante significativo, este tipo de emblemas, representativos de las formas del sentir de quienes los portan, al menos en principio. Ya sabemos que muchas veces se utilizan lemas e im¨¢genes por simple seguidismo, o porque las reparten gratis y son llamativas. Estas palomas resaltaban por su tama?o, por sus alas batientes y, de cerca, por su contorno tricolor. ?Eran palomas tricolores! Blancas aves ribeteadas por los colores verde, rojo y blanco. Una nueva apropiaci¨®n ideol¨®gica del emblema occidental, globalizador, de la paz. ?Algo cercano a la paz por la soberan¨ªa?
Una manipulaci¨®n m¨¢s de los s¨ªmbolos, tal vez por la incapacidad de buscar algo aut¨®ctono significativo. Desde luego el Arrano beltza, procedente del sello guerrero, no parece lo m¨¢s adecuado en este caso, y la mitolog¨ªa vasca tampoco ofrece referentes claros. Siempre cabe la posibilidad de crear nuevas figuras, como la Cosmogon¨ªa de Basterretxea, pero hasta la fecha no parece que la paz sea motivo de iluminaci¨®n. Recurrimos a lo establecido por una cultura, que por otra parte se dice opresora, pero de la que aceptamos sus propias contradicciones. El crimin¨®logo Cobo del Rosal, experto colomb¨®filo, explicaba hace a?os en San Sebasti¨¢n que algo no encaja cuando se elige como referencia de la paz a un animal que mata a sus propias cr¨ªas, como hacen los pichones. Un ave da?ina para el arte (con agresivas defecaciones en los monumentos p¨²blicos), aunque su prestancia y su misma naturaleza les reporte el aprecio humano.
La paloma se ha consolidado como referente simb¨®lico de la paz y de poco valen otras alegor¨ªas, como los ¨¢rboles (culturas preindoeuropeas) o las vacas (sin bromas espongiformes). Su origen en los libros sagrados de los monote¨ªsmos imperantes en la actualidad es su fuerza, pero todav¨ªa no es un ideograma mundial. A¨²n as¨ª, diferentes culturas, en diversas tradiciones, han figurado a la paloma como sin¨®nimo de concordia. El maestro Antonio Berist¨¢in tiene una amplia colecci¨®n de esta figura emblem¨¢tica, pero dudo que quiera incluir en ella a la paloma tricolor. Recuerdo que cuando le entregu¨¦ una estatuilla del ave, regalada para ¨¦l en M¨¦jico, se?al¨® la importancia de conseguir signos de armon¨ªa universal. Aquel presente, como otros del mismo estilo, provenientes de todo el mundo, ten¨ªa el gran valor de crear lazos de uni¨®n. No se equivocaban esas palomas, aunque todav¨ªa hay humanos que siguen 'en la cumbre de una rama' (Alberti).
Para las personas tribales, que pretenden encarnar para s¨ª los s¨ªmbolos comunes, queda la fatuidad de la pobreza de esp¨ªritu. Algo distinto del valor para las personas de bien que llevaron la paloma tricolor, como cualquier otro emblema, con la mejor de las intenciones, aunque con el infortunio de la parcialidad. En el mismo lugar escuch¨¦ que eran las pegatinas preparadas para la manifestaci¨®n del se?or Ibarretxe y que ya no las iban a tirar. Un poco m¨¢s lamentable todo, de ser cierto, pero muestra de uno de esos signos del declive de una tendencia incapaz de crear. Ante el reduccionismo localista del valor pujante del pacifismo debemos invocar el '?No es eso, no es eso!' de Ortega. De ponerle ribetes a la paloma, utilicemos el arco iris, otro s¨ªmbolo universal, posiblemente omnicomprensivo y desde luego mucho m¨¢s integrador.
Teo Santos es ertzaina.
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