Filadelfia se pone a dieta
El alcalde de la ciudad estadounidense promueve un plan para que su poblaci¨®n adelgace 76 toneladas en 76 d¨ªas
'Las b¨¢sculas son para el pescado', dec¨ªa el eslogan del movimiento antidietas que surgi¨® hace 10 a?os en Estados Unidos como reivindicaci¨®n de la gordura. En las manifestaciones, ciudadanos orgullosos de su per¨ªmetro estampaban las b¨¢sculas contra el suelo en una especie de catarsis que simbolizaba la nueva conciencia sociogastron¨®mica del pa¨ªs: en aquellos a?os, cultivar el cuerpo consist¨ªa en darle bien de comer, y por 'bien' se entend¨ªa 'abundantemente'. O incluso 'excesivamente'.
Esa misma b¨¢scula ha dejado de ser la representaci¨®n m¨¢xima de la liberaci¨®n alimenticia para convertirse en el emblema de lo contrario: el alcalde de Filadelfia, la ciudad con m¨¢s obesos en un pa¨ªs de obesos, ha enviado a las calles a sus 'soldados diet¨¦ticos' para que, armados s¨®lo con b¨¢sculas, desvelen las virtudes de una dieta equilibrada en la conciencia de los m¨¢s orondos conciudadanos.
En s¨®lo 10 a?os se ha pasado de romper b¨¢sculas -cual sujetador quemado durante la revoluci¨®n sexual- a convertir el mismo instrumento en una herramienta sanitaria.
Filadelfia es la quinta ciudad del pa¨ªs en tama?o y la primera en cuanto al tama?o de sus habitantes. Como ciudad, es una mezcla perfecta: tiene la sofisticaci¨®n de Nueva York, el aire europeo de Baltimore y las connotaciones hist¨®ricas de Washington en edificios que encierran algunos de los elementos sagrados de la construcci¨®n pol¨ªtica y social del pa¨ªs. Las universidades est¨¢n a la m¨¢xima altura y la industria florece en parte gracias a una situaci¨®n privilegiada en el corredor del Noreste. Ni siquiera el ¨ªndice alarmante de criminalidad ha lastrado el crecimiento de la urbe.
Pero dicen que es imposible mantenerse delgado en Filadelfia. La herencia de los colonos alemanes ha dejado en la ciudad una pasi¨®n por las salchichas que, en un pa¨ªs enamorado de la desproporci¨®n, adquieren aqu¨ª un tama?o descomunal. La philly food por excelencia, el plato que define la gastronom¨ªa local, no es otro que el filete al queso; de nuevo hay que pasar esa definici¨®n por el tamiz del gigantismo: el filete al queso es, en realidad, un inmenso bistec que a duras penas sujeta un amasijo de queso tan amarillo como la mantequilla, aunque a¨²n m¨¢s espeso, y todo ello, entre dos panes y un buen surtido de cebollas fritas.
Si semejante bocado parece excesivo, Filadelfia ha hecho famosos los hoagies, unos bocadillos con una carga nutritiva sensiblemente menor, aunque hagan falta las dos manos para sujetarlos. El alcalde, John Street, dice que ya basta: 'Estamos demasiado gordos', reconoce quien, al fin y al cabo, lleg¨® a pesar 120 kilos sin llegar al 1,80 de altura. Ahora, Street ha perdido 30 kilos para dar ejemplo. La cruzada de Street contra la gordura intenta evitar que Filadelfia sea, al mismo tiempo, la ciudad con los peores ¨ªndices de diabetes, colesterol y enfermedades coronarias; nada mejor que las estad¨ªsticas para demostrar que una cosa conduce a la otra.
El alcalde es el ¨²nico del pa¨ªs que tiene una consejera municipal dedicada a supervisar la forma f¨ªsica de sus habitantes. La mujer, Gwen Foster, lo tiene complicado. Cuando organiza reuniones en colegios y asociaciones para explicar su plan, siempre encuentra los elementos cl¨¢sicos de cualquier reuni¨®n a cualquier nivel en EE UU: jarra de agua, termo de caf¨¦ y bandeja atestada de donuts. Lo preparan con la mejor voluntad, pero es un mal comienzo.
Dado que el presupuesto, como siempre, est¨¢ limitado a las donaciones de los mecenas diet¨¦ticos (entre ellos, el due?o del equipo local de baloncesto en la NBA, los Philadelphia 76ers), el plan del alcalde se pone en escena con la ayuda de voluntarios -ellos son los 'soldados de la b¨¢scula'- y con el objetivo de que los habitantes de la ciudad (1.200.000) pierdan 76 toneladas en 76 d¨ªas.
Armados con su herramienta, se plantan en la puerta de edificios p¨²blicos y privados para ofrecer una medici¨®n del peso y unos consejos b¨¢sicos. Si lo primero no lleva a lo segundo, muchos gimnasios ofrecen tarifas especiales dentro de la campa?a municipal.
Quiz¨¢ el pa¨ªs est¨¢ cambiando. Quiz¨¢ no es casualidad que en la lista de los best sellers de The New York Times est¨¦ Fast food nation (El pa¨ªs de la comida r¨¢pida), de Eric Schlosser, en el que se recuerda que el 51% de los estadounidenses tiene problemas de obesidad.
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