El Deportivo empata en Mil¨¢n y se clasifica para cuartos de final
El equipo de Irureta culmina su espectacular trayectoria con un empate ante el Milan, imagen del desastre italiano
Con mucho sufrimiento y en un partido que no ser¨¢ recordado por su f¨²tbol, el Deportivo sali¨® de San Siro vestido con las galas de un grande de Europa. El campe¨®n espa?ol parec¨ªa mentalizado para todo en Mil¨¢n, menos para intentar jugar el f¨²tbol donde no era posible: en un patatal impropio de la Copa de Europa. Al Depor le pes¨® la trascendencia de la cita y el infame c¨¦sped le impidi¨® tejer su f¨²tbol. Con m¨¢s empuje que juegol, el Milan se sobrepuso a sus muchas carencias y acab¨® embotellando al equipo gallego, que vivi¨® muchos minutos en la cuerda floja. Un penalti transformado por Djalminha insufl¨® ox¨ªgeno al Deportivo, que tampoco se libr¨® del tormento de los minutos finales, cuando el Milan logr¨® empatar con otro m¨¢ximo castigo. Pero el cuadro de Javier Irureta mantuvo la entereza en esos momentos ag¨®nicos, conden¨® al f¨²tbol italiano a vivir otro a?o en el infierno y se coron¨® como uno de los ocho mejores equipos del continente.
MILAN 1|DEPORTIVO 1
Milan: Rossi; Roque Junior, Costacurta (Ba, m. 60) , Maldini; Helveg, Gattuso, Albertini, Coco (Serginho, m. 70); Boban (Bierhoff, m. 60); Shevchenko y Jose Mari. Deportivo: Molina; Manuel Pablo, Donato, Naybet, Romero; Mauro Silva (Helder, m. 22), Emerson; V¨ªctor, Djalminha, Fran (Capdevila, m. 63); y Makaay (Pandiani, m. 81). Goles: 0-1. M. 74. Penalti de Helveg a Capdevila en el pico del ¨¢rea que transforma de suave lanzamiento por el centro Djalminha. 1-1. M. 86. Bierhoff se tira ante Molina y Shevchenko convierte el penalti enga?ando por el lado izquierdo al meta. ?rbitro: Hugh Dallas (Escocia). Amonest¨® a Helder, Albertini, Costacurta y Gattuso. Unos 75.000 espectadores en el estadio de San Siro en Mil¨¢n. El Deportivo de A Coru?a pasa a los cuartos de final de la Liga de Campeones como primer clasificado de su grupo.
?No era ¨¦ste uno de los clubes m¨¢s ricos del mundo, representante de la capital del dise?o y de la moda, s¨ªmbolo de una de las zonas m¨¢s pr¨®speras de Europa? Pues ya pod¨ªan dejarse de tanto glamour y prestar m¨¢s atenci¨®n al pasto. Porque el c¨¦sped del hermoso San Siro era anoche un sembrado infecto que hasta desmerecer¨ªa en la Regional espa?ola. Dos terceras partes del campo estaban calvas y la superficie era como una vieja carretera surcada de baches. Imposible jugar al f¨²tbol en semejante patatal. Inimaginable controlar una pelota o tirar un pase con cierta intenci¨®n. La UEFA, tan atenta a rodear este torneo de parafernalia gratuita, deber¨ªa fijarse m¨¢s en esa clase de asuntos. Porque anoche el c¨¦sped se carg¨® el choque. El duelo estelar de la semana europea se convirti¨® en un simulacro de partido s¨®lo soportable por la emoci¨®n de lo que estaba en juego.
El Deportivo afront¨® su gran cita con bastante atrevimiento, lo que se tradujo en la intenci¨®n de la defensa de achicar espacios hacia el centro. Pero tambi¨¦n es cierto que al grupo de Irureta le pes¨® la inmensidad del escenario. Desde el principio se le not¨® demasiado tenso y, entre los nervios y la imposibilidad de manejar el bal¨®n en la mayor parte del terreno, el Deportivo apenas fue capaz de encadenar m¨¢s de dos pases. Tampoco sufri¨® demasiado por esa raz¨®n, porque el Milan mostr¨® desde el principio la gravedad de todos sus achaques. Tan pobre result¨® el juego del Milan que su p¨²blico, muy entregado al principio, pronto dio muestras de nerviosismo y se dedic¨® a disparar ocasionalmente contra sus jugadores.
As¨ª y todo, el Milan tuvo m¨¢s presencia en el partido durante la primera parte. Entre otras cosas, porque a su tipo de f¨²tbol le importa menos que se juegue sobre una alfombra o sobre un maizal. Desde el principio, el Milan anunci¨® que se iba a pasar la noche metiendo balonazos hacia delante. Alg¨²n que otro result¨® peligroso; la mayor¨ªa, inofensivos y todos bastante desagradables desde el punto de vista del espect¨¢culo. Pero, tal como estaban las cosas, aquello era el reino de los destripaterrones. Es decir, de gente como Gattuso.
Tras su inestable comienzo, el Deportivo fue cogiendo aire y, pasado el cuarto de hora, se encontr¨® de bruces ante el gol. L¨¢stima que a Fran le cayese el bal¨®n en la pierna que no usa, la derecha, con la que envi¨® fuera su remate frente a Rossi. La jugada del gol elev¨® la moral de los deportivistas, que durante un rato parecieron controlar mejor la situaci¨®n ante un rival progresivamente inofensivo. Hasta que la lesi¨®n de Mauro Silva, mediada la primera parte, fren¨® la reacci¨®n. Irureta reorganiz¨® el equipo subiendo a Donato al medio centro. No era una mala soluci¨®n, pero, al irse Mauro, fue como si al Deportivo le retirasen la red de seguridad y le entrase de nuevo el v¨¦rtigo. Por encima, la presencia de Helder abri¨® un boquete en la defensa.
Empeque?ecido el campe¨®n espa?ol, volvi¨® a subir la cotizaci¨®n del Milan, que en el tramo final de la primera parte meti¨® en considerables problemas al Deportivo con su incansable recurso al balonazo cruzado.
Tras el descanso, el grupo de Irureta se sumergi¨® en el reino de las tinieblas. Desconcertado el equipo por lo extra?o del partido y desaparecido Djalminha, s¨®lo Emerson tir¨® del carro de vez en cuando. Pero el Milan dio un estir¨®n y se llev¨® por delante a su rival, que empez¨® a sufrir un bombardeo sin tregua. Si el Depor sobrevivi¨® fue gracias a Molina, extraordinario en un duelo solitario ante Shevchenko y en una mano providencial que sac¨® para detener un gran remate de Jos¨¦ Mari, muy activo en esa fase del choque.
Y cuando el Deportivo empezaba a sucumbir a su impotencia lleg¨® la acci¨®n salvadora: el penalti a Capdevila que Djalminha, fiel a su esp¨ªritu de trapecista, transform¨® una vez m¨¢s a lo Panenka. El Milan qued¨® petrificado all¨ª mismo y, con ¨¦l, otro a?o m¨¢s, el f¨²tbol italiano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.