Las cicatrices de la tierra
La extracci¨®n de minerales ha forjado un asombroso paisaje de cr¨¢teres descomunales y aguas te?idas
Algunos viajes se hacen con la cabeza. Se echa una mochila en el cerebelo, se calzan botas todoterreno en las orejas y un impermeable en la cuenca de los ojos (por si acaso llueve cuando no deber¨ªa) y se va uno de paseo. Tan ricamente. ?sta es una excursi¨®n para vagos y perezosos, para gentes nada dadas a la haza?a pedreste y muy amigas del senderismo del cuentakil¨®metros. Como poder, se puede caminar de un cr¨¢ter lunar a otro, pero la comarca minera de Riotinto (Huelva) invita, ante todo, a viajar con la mente.
La primera piedra de este parque tem¨¢tico la pusieron, ya en firme, los romanos, que eran unos linces para extraer lo mejor de cada territorio. Antes que ellos hubo asentamientos humanos en la cuenca, como acreditan algunos d¨®lmenes, cer¨¢micas y otros restos arqueol¨®gicos. Pero ser¨ªan los romanos quienes descubrieron el fil¨®n minero de jarositas, utilizadas para la obtenci¨®n de plata. Para despejar cualquier duda sobre su potencial sirva el hallazgo localizado junto al poblado romano de la corta del Lago: 16 millones de toneladas de escorias de aquella ¨¦poca.
Desde entonces fue imparable. La comarca de Riotinto est¨¢ modelada, palmo a palmo, por el af¨¢n de llegar a las entra?as de sus minerales. Sin entrar en criterios ambientales (llegan un poco tarde para pedir cuentas desde los romanos hasta ac¨¢), el paisaje es una sucesi¨®n de alucinaciones que pueden ir ech¨¢ndose a la mochila de marras.
La corta Atalaya, una de las explotaciones a cielo abierto m¨¢s gigantescas de Europa, puede ser el arranque id¨®neo para un viaje destinado a entrenar la enso?aci¨®n y los sentidos m¨¢s que los gemelos. Colosales dimensiones (900 metros en el eje m¨¢s ancho, 1.200 en el m¨¢s largo y 335,23 de profundidad) justifican, en t¨¦rminos cuantitativos, la impresi¨®n que provoca. Pero un accidente forjado a golpe de explosivo ofrece tambi¨¦n matices sutiles. La gama crom¨¢tica es un peculiar arco iris de ocres, grises, rojos y violetas que se confunden y se entremezclan entre unas terrazas (bancales) y otras. Claro que donde el viajero perezoso se deleita por el colorido, un ingeniero observar¨ªa limonita, caol¨ªn, cobre, calcoxina, caliza y arcilla, entre otros minerales. Por haber en esta gran cicatriz hay hasta pizarra morada, un mineral extra?o y escaso. Para que la corta Atalaya llegase a presumir de albergar en su base el espacio suficiente para acoger dos campos de f¨²tbol (dos hect¨¢reas) fue necesario destruir el primitivo pueblo de Riotinto, que se vol¨® en 1886.
Nada ha detenido la extracci¨®n de mineral en la zona, que vivi¨® su momento m¨¢s glorioso cuando un consorcio brit¨¢nico compr¨® las minas al Estado en el siglo XIX. Su modelo de explotaci¨®n, m¨¢s tecnologizado, permiti¨® la construcci¨®n de una l¨ªnea de ferrocarril hasta Huelva para trasladar el mineral y atrajo gran n¨²mero de obreros de otras zonas. El impacto ambiental no se cuestionaba entonces, as¨ª que nadie fren¨® los planes de la Rio Tinto Company Limited cuando destroz¨® el viejo pueblo y horad¨® el paisaje para construir el trazado f¨¦rreo en el tiempo r¨¦cord de dos a?os.
Los brit¨¢nicos tambi¨¦n dise?aron la faz urbana con la construcci¨®n de barrios para sus operarios y directivos. Un paseo entre las casas del barrio de Bella Vista (conocido como barrio ingl¨¦s) es como darse un garbeo por la mentalidad victoriana. Con poco esfuerzo, casi podr¨ªa escucharse un crujido de miri?aques mientras se contemplan los acogedores porches de madera y setos que delimitan jardines perfectamente dibujados. La jerarquizada divisi¨®n social, reproducida como en un espejo en el trazado urbano, dio lugar a fuertes luchas sociales. Las minas volvieron en 1954 a manos espa?olas.
La tierra tiene cicatrices m¨²ltiples en otras tantas cortas: pe?a del Hierro, Salom¨®n, Lago, Atalaya o Cerro Colorado. Tambi¨¦n las aguas muestran heridas que, a la postre, se convierten en un im¨¢n tur¨ªstico. R¨ªos tiznados de rojos y amarillos, e incluso pantanos de aguas ¨¢cidas parecen salidos de un ¨®leo.
D¨®lmenes y traviesas
- D¨®nde. Zalamea la Real, en el kil¨®metro 51 de la nacional que une Huelva y Badajoz, puede servir de punto de partida. Est¨¢ a siete kil¨®metros de Riotinto. - Cu¨¢ndo. Esta ¨¦poca, de antesala primaveral, resulta de lo m¨¢s id¨®neo. - Alrededores. En Riotinto est¨¢ la necr¨®polis romana de la Dehesa y el museo minero. En el parque de cipreses (72.000 metros cuadrados) de El Campillo invita a la siesta. En Zalamea la Real merece la pena la iglesia de la Asunci¨®n (siglos XVI-XVIII) y los d¨®lmenes del Pozuelo, de la Edad del Cobre. Se puede comer, barato y bien, en el restaurante ?poca, en Riotinto. Ofrece revueltos de gurumelos, tortillas camperas y postres t¨ªpicos. - Y qu¨¦ m¨¢s. Los recorridos en tren minero por al r¨ªo Tinto y las visitas a la corta Atalaya se organizan junto al museo minero de Riotinto. Visitar la corta Atalaya cuesta 700 pesetas, el paseo en tren 1.200. Informaci¨®n: 959 59 00 25.
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