Poemas en la Ronda de Dalt
He quedado con Anna Aguilar-Amat en la salida 4 de la Ronda de Dalt, al pie del sem¨¢foro en el que se inicia el tobog¨¢n de asfalto que resbala hacia el barrio de Horta, donde vive y escribe. No es un lugar muy po¨¦tico, pero resume ciertos cambios que se est¨¢n produciendo en la poes¨ªa catalana. En febrero, Aguilar-Amat public¨® Tr¨¤nsit entre dos vols (Edicions Proa), el libro con el que gan¨® el Premio Carles Riba 2000. Ambos somos puntuales. Empezamos a hablar all¨ª, junto al sem¨¢foro, esperando que llegue el fot¨®grafo. Hace viento. Si abriera el libro, volar¨ªan versos como: 'Ja me'ls pots posar tots,/ cors florits i aixafats com maduixots:/ una caixa sencera de culpes a bon preu'. O qui¨¦n sabe si esta desgarrada pregunta, '?Vols que et doni el que em sobra o all¨° que m¨¦s em cal?', levantar¨ªa el vuelo como una cometa perseguida, por ejemplo, por sus dos hijos de 10 y 7 a?os.
Anna Aguilar-Amat, poetisa, premio Carles Riba. En la vida civil se dedica a terminolog¨ªa y ling¨¹¨ªstica computacional
Aguilar-Amat tiene unos ojos grandes y oscuros invadidos por una mirada no exenta de cicatrices. Naci¨® en Barcelona, en 1962, y vivi¨® muchos a?os en Sarri¨¤. Pertenece, pues, a esa generaci¨®n que, a cambio del privilegio de no sufrir la guerra ni hacer la revoluci¨®n, tuvo que apechugar con los destrozos de la droga y del sida, las secuelas ideol¨®gicas de la ca¨ªda del muro, la resaca del desencanto supurado por inmaduros hermanos mayores, el pacto entre la velocidad y el tocino, y la inestabilidad emocional convertida en se?a de identidad. Su poes¨ªa, en cambio, transmite una extra?a forma de serenidad, un estado contemplativo basado en la inteligencia que, en lugar de resignarse a lo que describe, lo convierte, gracias a la elecci¨®n minuciosa de las palabras, en latigazo o bofetada, en caricia o abrazo.
La precisi¨®n es, sospecho, una de sus principales obsesiones. No en vano se gana la vida dando clases de Terminolog¨ªa y Ling¨¹¨ªstica Computacional en la Facultad de Traducci¨®n e Interpretaci¨®n de Bellaterra. Se trata de traducir los neologismos generados por el progreso y crear una metodolog¨ªa para hallar equivalencias terminol¨®gicas solventes. O sea: almacenamiento de datos, matem¨¢tica reflexi¨®n sobre conceptos y soluciones concretas a problemas concretos. Puede parecer lo m¨¢s opuesto a la poes¨ªa, pero no lo es. 'Buscar simetr¨ªas y equilibrios, ser exigente con la precisi¨®n me ayuda, a trav¨¦s del lenguaje, a poner en orden sentimientos que, inicialmente, parec¨ªan confusos', dice. Pero este rigor, que otros invierten en disecar las tardes menos sosas de una vida indolente, le sirven a Aguilar-Amat para bucear en un mundo con secreciones y l¨¢grimas, portazos y distancias, y un sentimiento general de dolor ali?ado con una agridulce esperanza -o grandeza existencial- similar a la que expresaba Salvat-Papasseit en su monumental Tot l'enyor del dem¨¤. 'Reivindico la inseguridad y la inestabilidad. Aunque eso suponga un gran desgaste vital. Me parece que los que est¨¢n seguros de todo cometen una imbecilidad', opina. Existencial, de mujer o de madre, la duda se convierte en viaje entre la fr¨¢gil seducci¨®n de un proyecto y el desmentido del fracaso, sabiendo que por el camino se hallar¨¢ el -generalmente injusto- t¨¦rmino medio. 'Por eso el libro se llama Tr¨¤nsit entre dos vols. Pero se trata de un tr¨¢nsito mucho m¨¢s vital que el aeropuerto de salida o de llegada. Vivimos en un cambio continuo, y esa idea, muy antigua, es m¨¢s evidente que nunca. La esperanza quiz¨¢ radique en aceptar esa inestabilidad permanente, en vivir el vuelo con la intensidad que requiere'. Enfrentarse a la vida con esp¨ªritu n¨®mada, sin embargo, se contradice con algunos papeles que el entorno nos asigna. El de madre, por ejemplo. '?I si no puc endevinar a quin dels meus dos fills/ pertany l'olor d'aquesta samarreta bruta?', se pregunta uno de sus versos. Hablamos de los hijos y, aprovechando que el fot¨®grafo ya est¨¢ aqu¨ª, abandonamos nuestro sem¨¢foro y entramos en un bar. 'Los hijos se convierten en un centro de gravedad, en la losa que te impide dejarte llevar por la levedad del ser. Te obligan a ordenar, a medir, a calcular, a pensar en el equilibrio. Te quitan alas, s¨ª; pero, lejos de cegarte, te proporcionan m¨¢s agudeza de visi¨®n'. Se produce un silencio. El sol se estrella contra los parabrisas de los coches conducidos por cuarentones que quiz¨¢ pertenezcan a nuestra generaci¨®n, esa que Aguilar-Amat define como 'l¨²cida y dolorosa'. Como su poes¨ªa, una ronda virtual por la que, salt¨¢ndose el c¨®digo de circulaci¨®n estipulado por los guardianes de la tradici¨®n literaria y los creadores de etiquetas, circulan emociones, ideas, im¨¢genes, tiempo, dolor y una lluvia de seres en ca¨ªda libre: 'Mira'm: jo encara estic caient i preguntant-me/ si en lloc de ser un pardal s¨®c una sargantana./ Aix¨° s¨ª, tot i el brunzit del vent que m'eixorda i m'esmotxa,/ els paisatges que veig s¨®n, t'ho asseguro,/ unes vistes magn¨ªfiques'.
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