El Bar?a retrocede
La Liga ha acabado por convertirse en una tortura para el Barcelona, una entidad de naturaleza copera. M¨¢s que los partidos, le interesan los rivales en la misma medida que prefiere las capitales a las ciudades. Liverpool suena hoy mucho mejor que el Las Palmas, Dortmund tiene m¨¢s impacto que Pamplona y el Numancia viene a ser lo mismo con el tiempo que el H¨¦rcules o el C¨®rdoba.
Tal que hubiera envejecido diez a?os por lo menos, el club azulgrana se maneja mejor en los encuentros heroicos que exigen la movilizaci¨®n social o en las confrontaciones sin retorno que obligan a un sobreesfuerzo, que no en la planilla semanal que demanda una vigilancia y actuaci¨®n constantes. El d¨ªa a d¨ªa se utiliza sobre todo para rearmarse para la gran cita, que igual puede estar en el Bernab¨¦u, Anfield o Sevilla.
El partido de Los Pajaritos es en este sentido tan revelador como lo fue el de Madrid. Los azulgrana expresaron en Soria la mayor¨ªa de sus males: la falta de punter¨ªa; el desplome en la segunda parte; la ausencia de recursos para cambiar la din¨¢mica del encuentro o simplemente de marcha; la facilidad del rival para desestructurarle con una simple sustituci¨®n; y su incapacidad para aprovecharse de los malos resultados de sus rivales, defectos que cuestiona su car¨¢cter ganador.
A las derrotas del Madrid, Deportivo y Valencia, el Barcelona respondi¨® con un empate, signo de impotencia. En las ¨²ltimas seis jornadas, los azulgrana s¨®lo han sumado seis puntos, una concesi¨®n que expresa su delicada situaci¨®n en la tabla y explica la comodidad con la que se mueve el Madrid, que en el mismo tramo ¨²nicamente ha recaudado dos puntos m¨¢s (8 sobre 18). Incluso Rivaldo hab¨ªa anunciado el desfondamiento del l¨ªder, pero la respuesta del Barcelona ha sido todav¨ªa peor. Se mire por donde se mire, el Bar?a no tiene defensa.
El Barcelona da siempre mucho que hablar tanto por sus resultados como por su aspecto, especialmente cambiante frente al Numancia. Despu¨¦s de mirarse al espejo durante media parte, acab¨® tap¨¢ndose de tan feo y mal puesto como se vio, con Luis Enrique y Petit en los laterales, Rivaldo guardando la posici¨®n de extremo derecho y Dani centrando desde la banda izquierda. Nadie tiene tanta capacidad de enredarse como el Bar?a, que empieza por liarse en la cancha y acaba por flagelarse en la grada, s¨ªntoma de su car¨¢cter pasional, reflejo de cuanto supone sentirse 'm¨¢s que un club'. Bien puede decirse que en el Barcelona cualquier cosa siempre es un 'm¨¢s que' en cualquier otro sitio.
Vuelven a sonar expresiones olvidadas y se reproducen situaciones que se cre¨ªan superadas, tiempo pues para el inventario, para progresar en lugar de recular, para repensar. La recuperaci¨®n de la ¨¦pica de los partidos coperos no deber¨ªa ser consecuencia del abandono liguero. Al fin y al cabo, nadie dud¨® nunca de la fortaleza del club a lo largo de su historia, pero s¨ª de la grandeza del equipo.
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