T¨¦llez, el jugador sinuoso
El defensa del Alav¨¦s, con una historia abrumadora, no mide sus entradas
Visto desde la grada, ?scar T¨¦llez es el prototipo de central inmisericorde, con las cualidades que todo entrenador desea. Posee un cuerpo apto para el choque y el juego a¨¦reo, adem¨¢s de una extra?a maniobrabilidad dada su envergadura. Tambi¨¦n dispone de un don dif¨ªcil de encontrar en los centrales: una zurda exquisita. Pero tiene una pega: no mide la fuerza de sus entradas. Su trabajo propio, y sobre todo el colectivo del Alav¨¦s, le ha permitido llamar la atenci¨®n de la selecci¨®n.
Visto con zoom, T¨¦llez posee una historia sinuosa y abrumadora. Este madrile?o de Mejorada del Campo, que cumplir¨¢ 26 a?os en unos d¨ªas, empez¨® en el f¨²tbol gan¨¢ndose una de las tres plazas que el Real Madrid infantil ofertaba entre 5.000 chavales. Lleg¨® a entrenarse con Benito Floro, pero su carrera se trunc¨® por un principio de anorexia. Qui¨¦n lo dir¨ªa. T¨¦llez, cuya anchura parece al borde de la obesidad.
Sobrevivi¨® en el Moscard¨® y le surgi¨® la duda. Su madre se la resolvi¨®: 'Hijo, sigue jugando al f¨²tbol pase lo que pase'. Fueron tiempos dif¨ªciles en casa de los T¨¦llez. Su padre enferm¨® y dej¨® de mantener a la familia. Desde entonces, la mantiene ?scar. Pero no lo tuvo f¨¢cil. En el Pontevedra cobraba un salario intermitente -'un mes s¨ª, dos no'-, hasta que lo fich¨® el Alav¨¦s para Segunda. Tambi¨¦n aquello le origin¨® problemas (fue condenado a indemnizar con tres millones al club gallego). Druco, como le conocen en el Alav¨¦s (un diminutivo del poco glamuroso apodo de Almendruco), destac¨® y en un solo a?o tuvo su oportunidad en un grande, en el Valencia. Pero pas¨® desapercibido. Y termin¨® volviendo a Vitoria, desde donde ahora ha saltado a la selecci¨®n.
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