Ganado descastado y flojo
Un personaje del mundo del taurineo de alias Diamante Negro iba camino de la plaza. Lleva unas gafas sin cristales pero tiene una vista de lince y distingue a 20 leguas un apoderado de un simple aficionado. Es animador de las plazas de Espa?a y donde va el circo del taurineo all¨ª est¨¢ ¨¦l en el tendido aplaudiendo y jaleando. Se adivina qui¨¦n del entorno de alguno de los toreros de la terna le ha metido unos billetes en el bolsillo porque en la plaza lo hace con m¨¢s fuerza y mete m¨¢s bulla. Por el camino alguien pregunta al Diamante: '?Maestro, cu¨¢l es el torero bueno de esta tarde?'. 'Toos los toreros son g¨¹enos, ?toos!'. Pero se equivoc¨® el Diamante. No contaba con que el ganado de El Torero iba a salir descastado y flojito de remos, tanto que perfectamente pudiera haber habido alg¨²n cordero o mulo travieso que se meti¨® en el cercado de las vacas que los parieron.
Ante semejantes oponentes Joselito estuvo animoso en su primero y lucido en un quite por gallosinas. Aquello apuntaba a faena de arte pero no lleg¨®. Con el que hac¨ªa cuarto hizo cosas inauditas en ¨¦l. Se ech¨® de rodillas en una larga cambiada. Asimismo, de hinojos inici¨® faena de muleta y estuvo como de querer agradar y casi como si estuviera dispuesto. Pero aquello termin¨® siendo un tost¨®n como para haber pagado al p¨²blico que segu¨ªa en silencio a la espera de que algo pasara.
No mejor¨® con Ponce a pesar de su pulcritud habitual, su despegue habitual y su habitual sobar al animal hasta la exasperaci¨®n llev¨¢ndolo y tray¨¦ndolo de la nada hasta la nada. Eso mismo hizo con su segundo. Pero aquel pulcro ir y venir s¨®lo gust¨® a una parte de los espectadores de sol que lo jaleaba mientras los de sombra no deb¨ªan ver nada, pues nada dec¨ªan. Mat¨® mal y eso le vali¨® una sola oreja. Se temi¨® que aquel paliz¨®n con aviso incluido, c¨®mo no, le abriera la puerta grande.
Aparicio estuvo un ratito dispuesto, fue con el primero. Agotado el cr¨¦dito no se sabe si los pocos muletazos claros que sac¨® eran templados por s¨ª o por pura desidia. La monoton¨ªa sigui¨® en el que cerraba plaza con la gente pendiente de los relojes, la que no escapando, mientras el artista porfiaba desconfiado contra la nada.
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