'En Espa?a, lo mejor que puedes hacer es esconderte'
Exiliado en el campo, el decano de los promotores de conciertos dirige sus negocios por tel¨¦fono y se mantiene alejado de la vida social
Pregunta. Cuando te fuiste a vivir al campo pens¨¦: mi amigo Gay se ha propuesto ser una versi¨®n rockera de Josep Pla. Cre¨ª que no aguantar¨ªas ni dos semanas.
Respuesta. Pues aqu¨ª sigo. Entre la Selva y el Giron¨¨s, con vistas a la Garrotxa. En esta casa cuyo mantenimiento, por cierto, me cuesta un ojo de la cara.
P. No me extra?a: ocho perros, dos yeguas, una pareja de patos, un n¨²mero indeterminado de gallinas... ?S¨®lo en comida para los bichos ya es para arruinarse!
R. Estoy muy bien. Y llevo mejor mis negocios. En Barcelona perd¨ªa mucho tiempo en recados, yendo a ver a gente, acudiendo a reuniones. Aqu¨ª lo resuelvo todo por tel¨¦fono y las cosas van mucho m¨¢s r¨¢pido. La oficina sigue en Barcelona, y ah¨ª est¨¢n las veintitantas personas de la organizaci¨®n. La mayor parte, contables. En eso se ha convertido la m¨²sica pop: en un ej¨¦rcito de contables y abogados. La figura del manager ya no existe. Antes, el manager estaba m¨¢s loco y era m¨¢s interesante que los m¨²sicos. Ahora no es m¨¢s que un t¨ªo al que env¨ªas a por tabaco.
P. ?La huida al campo fue una especie de epifan¨ªa?
R. M¨¢s bien una idea que siempre estuvo ah¨ª. A¨²n conservo un texto escrito a los 11 a?os, cuando iba al colegio en Par¨ªs, que se titula La maison de mes r¨ºves. A los 11 a?os ya hablaba de la casa que ahora tengo. Yo creo que la gente siempre quiere lo contrario de lo que tiene. El sue?o de un ni?o parisiense era una casa en el campo. Y mira que el Par¨ªs de mi infancia era, realmente, el centro del mundo. Ya no lo es, aunque algunos lo sigan creyendo, pero lo fue cuando yo era un chaval... Tambi¨¦n hubo algo de paranoia en mi exilio campestre. A principios de los noventa yo llevaba una vida algo excesiva...
P. ?Sexo, drogas y rock & roll?
R. Mucho de todo. Y me entr¨® la neura de que si segu¨ªa as¨ª iba a palmar. Salir de casa cada noche, convenientemente animado, para pillar mujeres en los bares puede tener su gracia un tiempo. Hasta que deja de tenerla. Por eso, tras las olimpiadas me vine aqu¨ª. En un pa¨ªs como el nuestro lo mejor que puedes hacer es esconderte.
P. ?A qu¨¦ te refieres?
R. A que aqu¨ª, cuando te van las cosas bien, te envidian y desean que te la pegues.
P. T¨² te la has pegado varias veces...
R. Tres. Tres ruinas. Pero siempre he salido a flote. Soy de los que se crecen ante la adversidad. Una de las cat¨¢strofes fue por culpa del zumbado de Axl Rose. Yo hab¨ªa alquilado el estadio del Atl¨¦tico de Madrid para un concierto de Guns'n'Roses y le hab¨ªa adelantado al grupo medio mill¨®n de d¨®lares. En esas, descubro que el estadio tiene aluminosis. El concierto se va al carajo y Axl Rose decide quedarse con mi medio kilo. Conclusi¨®n: le llevamos a juicio, acabamos ganando y, sobre todo, sentamos jurisprudencia para evitar que chiflados como Rose vayan por ah¨ª timando a los promotores.
P. Veo que no guardas muy buen recuerdo de Axl Rose.
R. Bueno, en este negocio hay de todo. Tipos estupendos, como Keith Richards, con el que me une una buena amistad. Tipos que dejan de drogarse y se convierten en seres levemente aburridos, como Eric Clapton. Y tipos que son igual de antip¨¢ticos y desagradables con drogas que sin ellas, como Lou Reed. Tambi¨¦n hay hip¨®critas santurrones como Bono, de U2, que se pasa la vida pidiendo la condonaci¨®n de la deuda del Tercer Mundo y luego se queda el 97,5% de la taquilla. As¨ª no hay promotor que haga negocio.
P. Cuando t¨² empezaste, Espa?a ni siquiera estaba en el mapa del rock.
R. Supongo que por eso mi empresa va ahora tan bien: porque el que pega primero pega dos veces. Yo volv¨ª a Espa?a a buscarme la vida a trav¨¦s de la m¨²sica. Tuve trabajos chungos que desesperaban a mi padre, al que le hubiese gustado verme estudiando Derecho. Ricardo Urgell, el de Pach¨¢, me enviaba a Londres a comprar discos. Vend¨ª camisas en la tienda de Toni Mir¨®. Hasta que mont¨¦ el concierto de la Incredible String Band en el Palau con mi amigo Segis y empez¨® todo.
P. Se hablaba de que Oriol Reg¨¤s y tu t¨ªo, Vittorio de Sica, hab¨ªan sido v¨ªctimas de tus sablazos.
R. Oriol y yo fuimos socios, que no es lo mismo. Y al t¨ªo Vittorio nunca le ped¨ª ni un duro. Ya me hab¨ªa dado bastante con su presencia. Los De Sica viv¨ªan en Par¨ªs cuando yo era peque?o, y sus hijos eran mis compa?eros de juegos. Como los de Rossellini.
P. A m¨ª me hubiera encantado jugar con Isabella Rossellini. A cualquier edad. Por cierto, se comentaba que Rossellini era un miserable disfrazado de humanista.
R. Mi t¨ªa, Mar¨ªa Mercader, no le ten¨ªa el menor aprecio.
P. ?A¨²n te dura tu fascinaci¨®n por los Stones?
R. Fue mi grupo favorito. Y Keith Richards, un gran t¨ªo.
P. ?Sigue pimplando?
R. Con moderaci¨®n... No hace mucho me cruc¨¦ con un ex manager de los Stones. Me confirm¨® que Keith es un tipo tranquilo, encantado con su mujer y sus hijas, y que Mick est¨¢ perdido desde que se divorci¨® de Jerry Hall y va por ah¨ª persiguiendo jovencitas para recordarse a s¨ª mismo que sigue siendo el gran Mick Jagger.
P. ?Nunca se te cae la casa encima?
R. Se trata de no vivir solo. Lo estuve un a?o, cuando me separ¨¦ de Inka. Vuelvo a estar acompa?ado y espero que funcione porque estoy agotando las cinco relaciones y media que, seg¨²n algunos estudios, tiene el hombre en su vida. Igual hasta me animo a tener un hijo. Ya me toca, a mis 52 a?os.
P. ?Y si empiezas por sacarte el carn¨¦ de conducir?
R. ?Eso nunca! Conozco muy bien mis limitaciones.
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