Privatizar y liberalizar
La reverencia hacia el Estado como soluci¨®n a los problemas econ¨®micos, sin calibrar bien los todav¨ªa mayores problemas que acarreaba su consolidaci¨®n olvidando los mercados y sus reglas, naci¨® especialmente en Europa despu¨¦s de la Primera y, se acentu¨® tras la Segunda Guerra Mundial. El gasto p¨²blico respecto al PIB en la Uni¨®n Europea creci¨® desde el 21% en 1938 hasta el 45,4% en el a?o 2000, sin olvidar que en 1900 no alcanzaba ni el 10%.
Margaret Thatcher y Ronald Reagan fueron los iniciadores de un proceso de desmitificaci¨®n del Estado, de una potenciaci¨®n de los mercados con la venta de muchas empresas p¨²blicas acogidas a monopolios de mayor o menor intensidad, as¨ª como de solucionar los problemas econ¨®micos desde la ¨®ptica del mercado, la competitividad, la eficiencia, los precios, la rebaja de impuestos frente a una concepci¨®n estatista, intervencionista, cuya soluci¨®n era el Estado sin m¨¢s y que afortunadamente se derrumb¨® con el muro de Berl¨ªn en 1989. Desde entonces se aceler¨® un proceso de privatizaciones en todo el mundo sin excepciones en el que -seg¨²n un informe del FMI- cinco pa¨ªses han reiniciado nacionalizaciones frente a ciento cincuenta que privatizan.
Privatizar un monopolio, independientemente del sector que sea, es bien f¨¢cil. Se pone a la venta, se hace una presentaci¨®n correcta y se vende sin problemas. Lo dif¨ªcil para un gobierno y tambi¨¦n para un sector econ¨®mico es crear una competencia real con reglas de juego l¨®gicas y estables que permitan la entrada de nuevos competidores que sepan d¨®nde se est¨¢n metiendo; y que lo hagan conociendo a la perfecci¨®n la historia, la circunstancia y las ventajas o inconvenientes, las diferencias que se encontrar¨¢n frente a las empresas procedentes del sector p¨²blico que, si bien cuando eran p¨²blicas no deb¨ªan olvidar nunca que eran una parte del Estado, siendo privadas no deben olvidar que son propiedad de millones de accionistas privados. Existen hoy en Espa?a casi ocho millones de accionistas privados, en la UE existen 70 millones de accionistas, de los cuales un porcentaje muy importante lo son de empresas p¨²blicas privatizadas.
El Reino Unido inici¨® este proceso privatizador y liberalizador en la mayor¨ªa de empresas p¨²blicas y sectores con la llegada de Margaret Thatcher, que encontr¨® a su pa¨ªs que era 'el enfermo econ¨®mico de Europa'; y su medicina fue tener fe en la libertad, en los mercados libres, tener el ahorro como virtud y el despilfarro como vicio, y creer en un gobierno limitado. No s¨®lo privatiz¨® bancos y empresas, tambi¨¦n lo hizo con las viviendas p¨²blicas traspas¨¢ndolas a sus ocupantes privados mediante f¨®rmulas imaginativas como la flexi-propiedad. Trat¨® de cambiar la mentalidad estatista frente a una mayor potenciaci¨®n de la soberan¨ªa del individuo, con la propuesta del cheque escolar. Sucesivamente se abri¨® a nivel mundial, sin casi excepciones, la experiencia privatizadora. En 1999 -seg¨²n datos de Privatisation-, los ingresos en el mundo por privatizaciones fueron de 27 billones de pesetas y en 2000 cerca de 37 billones.
Un primer balance hist¨®rico sobre las privatizaciones no puede ser m¨¢s que positivo. Los precios, principal objetivo para los consumidores, se han reducido relevantemente, desde los costes de la electricidad hasta las telecomunicaciones pasando por el transporte a¨¦reo y terrestre. Los accionistas han efectuado una buena inversi¨®n pues el valor en Bolsa y la rentabilidad han sido muy positivos. Los Estados privatizadores, esto es, todos nosotros, tampoco pueden quejarse pues han recibido ingresos important¨ªsimos que han servido para reducir las ingentes deudas generadas por pol¨ªticas que pretend¨ªan resolver problemas simplemente con m¨¢s gasto p¨²blico, sin importar el endeudamiento y, por tanto, el medio y largo plazo.
'Privatizar es f¨¢cil, liberalizar es m¨¢s complicado', ven¨ªa a decir Lucas Beltr¨¢n, disc¨ªpulo de Hayek y Mises. No hay razonamiento m¨¢s exacto. Poner reglas de juego en un sector que viene del monopolio o de algo parecido es un recorrido lleno de minas peligros¨ªsimas. Hay que actuar con mucha cautela, prudencia, dando pasos adelante y alguno que otro hacia atr¨¢s. Primero, cada sector tiene su historia y su circunstancia que no debe olvidarse. Segundo, vamos hacia un mercado cada vez m¨¢s global, pero los procesos de liberalizaci¨®n en la Uni¨®n Europea van a diferente ritmo y con intensidades dispares -desde una Francia todav¨ªa muy intervencionista hasta un Reino Unido liberalizado-. Tercero, y ¨²ltimo, pero muy importante y decisivo de cara al futuro: mejorar precio y calidad en el servicio.
Para entendernos, privatizar es un juego de ni?os. Lo dif¨ªcil es liberalizar en serio y con conocimiento de causa y perspectiva a largo plazo. Una liberalizaci¨®n a medias, un trozo s¨ª, otro no, un subsector s¨ª, otro subsector no, es pre¨¢mbulo de fracaso estrepitoso -v¨¦ase la electricidad en California con generaci¨®n liberalizada y distribuci¨®n intervenida y tarifada-. De ah¨ª que nuestros pol¨ªticos, de todos los partidos, debieran leer y estudiar la literatura abundant¨ªsima sobre los fracasos, errores y aciertos de los procesos privatizadores. La clave, sin duda, es una acertada liberalizaci¨®n, con todas las precauciones necesarias, sin pausa y hasta el final, con todas las consecuencias.
Juan Rosell Lastortras es presidente de Fomento del Trabajo Nacional
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