Empresario
Lo menos asombroso de la andanada lanzada contra la Junta por el presidente de la CEA, Rafael ?lvarez Colunga, es su demanda de reducir el gasto social del Gobierno andaluz. Hubiera sido una sorpresa escuchar de labios de los representantes empresariales otra cosa. No deja tambi¨¦n de ser sorprendente la energ¨ªa y ¨¦nfasis que ha puesto el presidente de la patronal andaluza en sus ataques, cuando es de todos conocido el clima de armon¨ªa y paz que se hab¨ªa establecido entre nuestros empresarios y los ¨²ltimos gobiernos andaluces: firma de concierto va, firma viene, subvenci¨®n por aqu¨ª, subvenci¨®n por ac¨¢, convenio de formaci¨®n un d¨ªa y al otro tambi¨¦n. Al final, el presupuesto p¨²blico andaluz es el que pagaba.
Que lo digan si no los agricultores, ganaderos, empresarios de las comarcas de Linares, bah¨ªa de C¨¢diz, Huelva y tantas m¨¢s. ?Qu¨¦ ha ocurrido para que ?lvarez Colunga haya destapado la caja de los truenos? S¨®lo dos cosas se me ocurren: una, que ante la asamblea de socios empresariales conven¨ªa levantar un poco la voz para quedar bien con un auditorio que, de vez en cuando, necesita testimonio de su litigio con los rojillos; dos, que nuestro empresario primero prepara el terreno por si otros vienen a gobernar.
Pero volvamos al gasto social. ?Qu¨¦ les habr¨¢ hecho el dichoso cap¨ªtulo presupuestario a estos emprendedores andaluces? ?No es acaso cierto que una cantidad sustancial de las partidas destinadas a gastos sociales repercute de una forma u otra en los empresarios y en la capacidad de ¨¦stos de ganar dinero con un mejor clima social? El gasto social, los millones de pesetas destinados a educaci¨®n, sanidad, formaci¨®n permanente, mejora de pensiones o ayudas a inmigrantes, son ni m¨¢s ni menos lo que diferencia a una sociedad justa y reequilibradora de otra donde s¨®lo domina la ley de la selva monetaria. Lo cual no significa aceptar un modelo social pasivo, que dependiera exclusivamente de la ayuda institucional. En Andaluc¨ªa, sin duda, hacen falta m¨¢s iniciativa, capacidad de inversi¨®n, riesgo y autonom¨ªa social para lanzarse a emprender aventuras. Pero, seguramente, los primeros que tienen que aprender esa filosof¨ªa son los empresarios andaluces.
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