De Quesada
Ten¨ªa la voz rota de la amistad; siempre habitaba en su mente proustiana una idea, que bull¨ªa como un c¨ªclope interior que a veces le asomaba a los ojos. Cuando le inquietaba demasiado el silencio alrededor, escuchaba la m¨²sica de otras pinturas, era un hombre cabal, esencial, un dibujante capaz de reflejar con un trazo toda la duda que ten¨ªa enfrente, y como pintor se fij¨® en la realidad -en la vida- con el esp¨ªritu libertario que fueron su obsesi¨®n y su est¨¦tica; por eso no necesit¨® decirlo demasiado, ¨¦l era un trazo, a veces una voluta, la inspiraci¨®n del instante, como si hubiera una conexi¨®n ilimitada entre la vida y la pintura, y la vida y la pintura fueran la misma cosa.
Me gustaba verle caminar por la Redacci¨®n, en aquellos a?os en que la prisa nuestra era el espejo de su paciencia; sonre¨ªa, miraba, dibujaba un trazo, y as¨ª cubri¨® las paredes de esta Casa, la de EL PA?S, de una galer¨ªa de retratos que hoy son la esencia del rostro de la Espa?a que en aquel periodo empez¨® a recuperar la respiraci¨®n: Delibes, Zambrano, Jorge Guill¨¦n, Francisco Ayala...
Generosidad
Vest¨ªa entonces largos pantalones de pana y en los bolsillos fondones llevaba bol¨ªgrafos, papeles, ideas, y siempre conviv¨ªa esa abundancia de materiales con los que caminaba por la vida con el m¨¢s ligero y m¨¢s hondo de los equipajes, el amor por el pueblo que ¨¦l mismo adopt¨®, Quesada, en Ja¨¦n.
Cuando le hablabas del mundo, ¨¦l sab¨ªa d¨®nde estaba el mundo, y, como para Juan Rulfo, estaba en esa esquina del mapa, all¨ª donde s¨®lo habita la generosidad de una memoria que poco a poco se fue haciendo tambi¨¦n un s¨ªmbolo del arte de la amistad. S¨®lo ten¨ªa esa ambici¨®n principal: ser amigo de todo el mundo, y nunca s¨¦ si estos esp¨ªritus verdaderos reciben en vida la generosidad que reparten tanto cuando est¨¢n entre nosotros.
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