Paseo de la Realidad
Un se?or que estaba en su casa completamente parado por falta de trabajo recibi¨® un t¨ªtulo de t¨¦cnico auxiliar en comercio exterior sin comerlo ni beberlo. El t¨ªtulo ten¨ªa todas las firmas pertinentes y la bendici¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, ya que estaba expedido por el Instituto Municipal para el Empleo y la Formaci¨®n Empresarial, tambi¨¦n llamado Imefe. Al parado le hizo gracia que le dieran un t¨ªtulo sin ir a clase ni estudiar ni nada, pero luego pens¨® que, ya puestos, pod¨ªan haberle dado uno de dentista, porque la carrera de t¨¦cnico auxiliar en comercio exterior, pese a sonar tan bien, no sirve para nada. Pero s¨ª sirve, porque todo este esc¨¢ndalo cutre del Imefe ha puesto de relieve que parte del presupuesto municipal se va en las apariencias. Las apariencias siempre han preocupado mucho a la derecha.
-Tenemos que aparentar que hacemos algo.
-Pues vamos a hacer como que damos cursos de formaci¨®n a los parados.
-Hombre, los parados ya tienen bastante con lo suyo.
-Pero con los cursos les hacemos salir de casa.
-?Y en qu¨¦ podr¨ªamos formarles?
-En comercio exterior.
Pod¨ªan haber dicho f¨ªsica nuclear o teolog¨ªa cu¨¢ntica, pero a alguien se le ocurri¨® lo del comercio exterior, que suena fant¨¢stico, y se pusieron a ello. Ahora bien, como ense?ar sin fe desalienta mucho a profesores y alumnos, decidieron no dar las clases, que, sin embargo, cobraban, y regalar los t¨ªtulos a los parados que pasaran por ventanilla.
Gran parte de la econom¨ªa real es as¨ª de imaginaria. Lo que pasa es que de vez en cuando llega alguien con el diploma en la mano, pregunta para qu¨¦ sirve ese papel municipal y espeso y la fastidia.
-?Pero es que no se da usted cuenta de que se trata de un t¨ªtulo imaginario?
-?Y para qu¨¦ quiero yo un t¨ªtulo imaginario estando lleno de necesidades verdaderas?
-Para fantasear, hombre de Dios. Imag¨ªnese, por ejemplo, que se presenta en una multinacional con el t¨ªtulo de t¨¦cnico auxiliar en comercio exterior y que le dan un despacho como el del Defensor del Pueblo, que es tambi¨¦n un t¨ªtulo imaginario, como se acaba de demostrar. Imag¨ªnese ahora que toma usted posesi¨®n de ese despacho lleno de alfombras y tel¨¦fonos desde los que se pasa el d¨ªa haciendo gestiones de comercio exterior.
-Pero es que yo de comercio exterior no s¨¦ nada.
-Estamos dici¨¦ndole que se lo imagine, por favor. No es m¨¢s que una fantas¨ªa. Tampoco M¨²gica sabe defender al pueblo y ah¨ª est¨¢.
-Pero M¨²gica cobra un salario real y tiene un despacho real y un autom¨®vil oficial real.
-?Qu¨¦ pesados os pon¨¦is los parados con la realidad! Te arriesgas a ir a la c¨¢rcel para alegrar la vida a unos in¨²tiles y mira c¨®mo te lo pagan.
Lo normal es que el tinglado aguante a base de parches, pero de vez en cuando aparece gente empe?ada en pedir cosas reales y se va todo al garete. Vean, si no, lo imaginativa que fue la venta de Sintel a Mas Canosa. El que no obtuvo beneficios econ¨®micos ingres¨® plusval¨ªas pol¨ªticas. Y la verdad es que todo iba sobre ruedas hasta que a los empleados les dio por pedir un poco de realidad.
-Oiga, que nosotros tambi¨¦n tenemos derecho a un pedazo de realidad.
-Ustedes, a callar.
Los empleados de Sintel salieron en silencio del despacho del director de recursos imaginarios, pero esa madrugada levantaron en la Castellana un campamento que parece la selva Lacandona, s¨®lo que sin pasamonta?as. Al tramo ocupado por los h¨¦roes de Sintel habr¨ªa que llamarle desde ahora paseo de la Realidad.
Hac¨ªa a?os que no ve¨ªa uno gente tan real. Seguro que han intentado enga?arlos cien veces ofreci¨¦ndoles t¨ªtulos de t¨¦cnicos en comercio exterior y cosas semejantes, pero ellos dicen con toda la raz¨®n que tienen tanto derecho a una parcela de realidad como Mas Canosa, Alierta o Villalonga.
Ojal¨¢ aguanten. Son un ejemplo de resistencia moral que deber¨ªa sustituir a los cursos imaginarios del Imefe y sus diplomas consecuentes. Han ganado ya la batalla de la opini¨®n p¨²blica, y de la publicada.
Y el campamento constituye un modelo de organizaci¨®n real que ha puesto al descubierto todo el tinglado de la econom¨ªa imaginaria. Si nos necesit¨¢is, silbad.
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