'El mundo no tiene un pa¨ªs l¨ªder ni va a tenerlo'
Ni Estados Unidos es el l¨ªder mundial, ni la globalizaci¨®n impone un modelo capitalista ¨²nico, ni la injerencia internacional salvaguarda los derechos humanos. As¨ª lo ve el diplom¨¢tico Carlos Alonso Zald¨ªvar (Bilbao, 1946), quien dedica su ¨²ltimo libro, Al contrario (Espasa), presentado ayer en Madrid, a discutir los lugares comunes sobre liderazgo, globalizaci¨®n e injerencia, 'sin af¨¢n de convencer, sino de descubrir'.
Alonso Zald¨ªvar, ex embajador en Corea y en la actualidad destinado en Israel, afirma que 'el mundo no tiene l¨ªder ni va a tenerlo', y en relaci¨®n con EE UU sostiene que 'no es lo mismo ser el pa¨ªs m¨¢s poderoso del mundo que ser su l¨ªder natural'.
El libro se inspira en el concepto cient¨ªfico de din¨¢mica de sistemas complejos para defender un liderazgo internacional en forma de red. El autor lo explica con un ejemplo: 'Las c¨¦lulas no necesitan de una prote¨ªna l¨ªder para crear vida, ni el cerebro, de una neurona l¨ªder para crear pensamientos'. A?ade que el presunto liderazgo pol¨ªtico de EE UU carece tanto de la legitimidad de otros pa¨ªses como de una voluntad real de los estadounidenses para ejercerlo.
Igual de provocativo se muestra Alonso Zald¨ªvar al desmentir la progresiva consolidaci¨®n de un mercado libre global. El libro defiende que la globalizaci¨®n no exporta al mundo el modelo de capitalismo estadounidense, sino que genera en cada pa¨ªs capitalismos diversos, basados en sus diversidades culturales: 'Hay una ideolog¨ªa de la globalizaci¨®n que es homogeneizadora, pero la realidad de la globalizaci¨®n potencia la diversidad'.
Alonso Zald¨ªvar desarm¨® en la presentaci¨®n, con iron¨ªa, la supuesta hegemon¨ªa cultural de EE UU: 'Cada vez que un agorero me habla de la macdonalizaci¨®n, le recuerdo que el mundo est¨¢ lleno de restaurantes chinos y nadie se asusta'. Puso otro ejemplo: 'Cuando apareci¨® el rock, en EE UU se temi¨® una africanizaci¨®n de la cultura americana. Lo cierto es que sin Elvis Presley no tendr¨ªamos a Miguel R¨ªos, ni a los Beatles, que son una aportaci¨®n cultural a la humanidad'.
Respecto a la justificaci¨®n de la injerencia como garante y promoci¨®n de los derechos humanos, el diplom¨¢tico se pregunta en Al contrario c¨®mo hacer compatible la universalidad de los derechos humanos con la diversidad cultural. La respuesta que da es: 'Si Occidente quiere promover los derechos humanos, lo que tiene que hacer no es ense?ar a otras culturas c¨®mo deben vivir, sino aprender a convivir respetuosamente con ellas'.
El ensayo distingue dos modelos de intervenci¨®n humanitaria: el que parte de una 'concepci¨®n blanda' del derecho internacional y fomenta la discrecionalidad de los Estados en el uso de la fuerza -cuyo modelo sit¨²a en la intervenci¨®n en Kosovo-, y la l¨ªnea dura universal, preferida por el autor, que representa el Tribunal Penal Internacional.
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