?Chabacano o popular?
Nos guste o no, el moranquismo es una de las modalidades de humor televisivo m¨¢s populares en nuestro pa¨ªs. Los Morancos han gozado de audiencias que otros, m¨¢s sutiles y menos estridentes, ya quisieran para s¨ª. En busca de ese share capaz de combatir el dilatado d¨¦ficit de una de nuestras muchas deficitarias televisiones p¨²blicas, La Primera estren¨® el viernes (22.00) Oma¨ªta en La Primera, una f¨®rmula que hace bueno el dicho de que si algo funciona, no lo cambies.
Volvemos a los decorados de mesa camilla y Virgencita, y a su b¨ªpeda fauna, interpretada por los Fabulosos Cadaval Boys travestidos de abuela, de hija pija u ordinaria, chillando y practicando ese andalucismo simpl¨®n que tanto contribuye a mantener vivos los peores t¨®picos sobre la deslumbrante y fascinante tierra.
Quiz¨¢ porque saben que los di¨¢logos que, como en un pincho moruno, van ensartando no matan, los Cadaval suplen las lagunas de gui¨®n con histrionismo gestual y la t¨¢ctica de vociferar y repetir las frases, a ver si as¨ª el tiempo pasa m¨¢s deprisa y acabamos de una vez. Una anciana y sus relaciones con un par de hijas aparentemente opuestas justifican el paso de una situaci¨®n a otra. Fugazmente aparece alg¨²n destello de humor fet¨¦n, material para un posible gag acompa?ado de alg¨²n gui?o social, pero enseguida es arrastrado por el vendaval chabacano que reina en este ruidoso jaleo. Ejemplo de di¨¢logo: '?D¨®nde est¨¢ el papel higi¨¦nico?', pregunta la madre. Y la hija responde: 'Mam¨¢, no me preguntes por el papel porque siempre has ido al v¨¢ter de memoria'. ?Lo pillan?
Al igual que le ocurre a Lina Morgan, a los Cadaval tambi¨¦n se les escapa la risa, y lo que podr¨ªa constituir una falta de rigor se convierte en una espont¨¢nea confesi¨®n del esp¨ªritu de la serie: puro desmadre y cachondeo de ?ay! que me da la risa. Para esta nueva entrega de oma¨ªtas, se introduce la figura del personaje invitado. Abri¨® la veda el maestro Luis del Olmo, interpretando a un entrenador de tenis engre¨ªdo que, con modulaciones de voz dignas de figurar en el Museo Nacional de la Radiofon¨ªa Ret¨®rica de Luxe, no desenton¨® con el nivel general. Lo cual, dadas las circunstancias, no puede considerarse ni un m¨¦rito ni un dem¨¦rito, sino m¨¢s bien todo lo contrario.
[Oma¨ªta en La Primera obtuvo 4.685.000 espectadores, con un 31,1% de cuota de pantalla].
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