Los disidentes cubanos se unen para ganar fuerza
M¨¢s de 100 grupos suscriben un proyecto para reunir 10.000 firmas a favor del cambio en la isla
El atomizado movimiento disidente cubano trata de recuperar espacio y respaldo internacional aprovechando la presencia en La Habana de 1.400 legisladores de 120 pa¨ªses del mundo, que asisten a la 105? Conferencia de la Uni¨®n Interparlamentaria (UIP). Durante el encuentro, que concluye hoy, los principales opositores han sostenido contactos con pol¨ªticos europeos y latinoamericanos, a quienes han explicado su visi¨®n de la realidad y de la situaci¨®n de los derechos humanos en la isla.
'Hay un inter¨¦s de diversas delegaciones de reunirse con nosotros y esto es se?al no s¨®lo de que existimos, sino de que nuestro punto de vista tiene una importancia creciente', afirm¨® el disidente socialdem¨®crata Elizardo S¨¢nchez. S¨¢nchez y otros opositores al Gobierno de Fidel Castro consideran que la disidencia est¨¢ viviendo un 'momento importante'; aseguran que por primera vez en mucho tiempo se han firmado varios documentos conjuntos y que recientemente un centenar de l¨ªderes de peque?os grupos han apoyado una plataforma com¨²n llamada Proyecto Varela.
El Proyecto Varela fue concebido hace varios a?os por el disidente democristiano Osvaldo Pay¨¢. Su pretensi¨®n es reunir las 10.000 firmas que exige la Constituci¨®n para pedir al Parlamento que convoque un refer¨¦ndum, en el cual los cubanos se definir¨ªan sobre la conveniencia de introducir cambios pol¨ªticos en la isla en base a cinco aspectos: libertad de expresi¨®n y asociaci¨®n; amnist¨ªa para los presos pol¨ªticos que no hayan participado en hechos violentos; autorizaci¨®n para que los cubanos tengan sus propias empresas; una nueva ley electoral, y, s¨ª se aprueba el refer¨¦ndum, elecciones en el plazo de un a?o.
En un hecho ins¨®lito, el proyecto fue suscrito en marzo por 116 grupos opositores, la mayor¨ªa min¨²sculos y que raramente se ponen de acuerdo. Entre ¨¦stos hay grupos de derechos humanos, periodistas independientes, sindicatos, ONG, bibliotecas independientes y partidos pol¨ªticos casi desconocidos, muchos de los cuales est¨¢n infiltrados por la polic¨ªa.
El Gobierno acusa a estos grupos de ser 'marionetas' de EE UU y de estar financiados y organizados desde el exterior, incluso en sus afanes unitarios. Dichas acusaciones son rechazadas por la disidencia. 'Esto forma parte de la guerra sucia para desacreditarnos', dice Elizardo. El activista admite que EE UU a veces hace un flaco favor a la disidencia, como con el reciente proyecto de ley bipartidista presentado por un grupo de 86 congresistas en la C¨¢mara de Representantes que busca 'ayudar al pueblo cubano a recobrar su libertad' mediante un programa de asistencia y financiamiento a la oposici¨®n interna. 'Esa iniciativa da?a a la disidencia porque alienta la campa?a de infamias' afirma S¨¢nchez.
La disidencia cubana adquiri¨® su mayor protagonismo durante la IX cumbre de presidentes iberoamericanos, que se celebr¨® en La Habana en noviembre de 1999. Durante aquel encuentro, varios mandatarios -entre ellos Aznar- se reunieron con representantes de la oposici¨®n, pero posteriormente el caso Eli¨¢n y la campa?a ideol¨®gica organizada a su alrededor eclips¨® a la disidencia, que ahora trata de recuperar el terreno perdido.
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