Se acrecienta la divisi¨®n en CC OO tras el primer a?o de Onaindi en el poder
El s¨¦ptimo congreso de CC OO se cerr¨® en junio de 2000 con una fractura interna y un nuevo secretario general, Josu Onaindi. Casi un a?o despu¨¦s, lejos de haber cicatrizado, la herida abierta entonces se ha hecho mayor. En pura teor¨ªa y de acuerdo con las ponencias aprobadas en el anterior congreso, en CC OO no ha habido un cambio estrat¨¦gico ni de ideas. De hecho, la nueva direcci¨®n asumi¨® las propuestas de la anterior, encabezada por Santiago Bengoa, como en m¨¢s de una ocasi¨®n ha reconocido el secretario de comunicaci¨®n, Jos¨¦ Luis Ruiz. Sin embargo, sobre el congreso plane¨® el papel que el sindicato deb¨ªa jugar ante la violencia. Entonces, Onaindi se mostr¨® partidario de centrarse en la acci¨®n sindical frente a Bengoa, qui¨¦n consider¨® necesaria 'la libertad como el aire' para poder ser sindicalistas. Hoy el mismo debate sigue abierto y los perdedores del congreso se encuentran apartados por la actual direcci¨®n.
La ¨²ltima pol¨¦mica, que ha disparado la tensi¨®n entre los dos sectores, es la cr¨ªtica de CC OO de Euskadi a la declaraci¨®n por las libertades y contra el terrorismo firmada por los principales sindicatos franceses (CFDT, CGT, FO y UNSA) y UGT y CC OO. Esta declaraci¨®n recibi¨® el apoyo del Confederaci¨®n Europea de Sindicatos (CES) y de la Confederaci¨®n Internacional de organizaciones Sindicales Libres (CIOSL). La manifestaci¨®n contraria a la declaraci¨®n del sindicato en Euskadi se emiti¨® sin haberse realizado un debate en sus ¨®rganos de direcci¨®n. La actual ejecutiva est¨¢ formada por 13 hombres de Onaindi y 10 de Bengoa.
?Se ha perdido en CC OO la democracia interna? La respuesta es distinta en funci¨®n de quien sea el que responda. Sin embargo, las reuniones de las ejecutivas son cada vez m¨¢s escasas y m¨¢s complicadas para los cr¨ªticos, a algunos de los cuales la direcci¨®n del sindicato ha retirado la condici¨®n de liberados: Bengoa ha vuelto a trabajar en Sidenor, Jes¨²s Garatea, el anterior secretario de Navarra, en Volkswagen, y Paco Blanco, anterior secretario de acci¨®n sindical, en una empresa qu¨ªmica.
El Consejo Confederal del sindicato se re¨²ne el pr¨®ximo martes y en el orden del d¨ªa no se ha incluido a¨²n, pese a que ya se ha solicitado, una explicaci¨®n sobre la cr¨ªtica hecha a la declaraci¨®n internacional contra el terrorismo. Desde que se lanz¨® una nota de prensa contraria y, pese a la exigencia de rectificaci¨®n de la direcci¨®n del sindicato en Madrid, nadie se ha pronunciado.
Cuatro personas controlan el sindicato: Onaindi, Federico Garc¨ªa, secretario de organizaci¨®n, Pedro G¨®mez, del metal, y Jos¨¦ Luis Ruiz, de comunicaci¨®n. Onaindi y Garc¨ªa han compartido militancia en el PCE y, despu¨¦s, en EE. Ruiz fue la ¨²nica persona a la que Bengoa no quiso en su equipo y Garc¨ªa, el secretario de organizaci¨®n que prepar¨® a sus espaldas la candidatura alternativa. Los cuatro se han encargado de cerrar el paso a los antiguos dirigentes y de cambiar la trayectoria de la central.
Los secretarios de ?lava, Mari Cruz Vicente, y Guip¨²zcoa, Eduardo Garc¨ªa, son de la corriente de Bengoa. A ambos la direcci¨®n les ha colocado hombres de su entera confianza en el segundo puesto en importancia en el organigrama. Es la primera vez en la historia del sindicato que los secretarios de organizaci¨®n de dos territoriales son impuestos por la ejecutiva de Euskadi. Los dos son hombres del metal: en ?lava ha nombrado a Filberto S¨¢nchez y en Guip¨²zcoa a C¨¦sar Fandillo, procedente de la organizaci¨®n en Vizcaya y enviado s¨®lo para cubrir el puesto.
Abandono a UGT
Ruiz ha manifestado recientemente que las discrepancias con la direcci¨®n del sindicato con Madrid se han producido no solo con la declaraci¨®n por las libertades, sino tambi¨¦n con sobre la necesidad o no de convocar una huelga general o con el pacto antiterrorista PP-PSOE. La gran pregunta es saber hasta d¨®nde pueden llegar esta discrepancia, que corre en paralelo a la divisi¨®n interna. Por un lado, hay una voluntad de acercamiento a ELA y, por el otro, un alejamiento de la coordinaci¨®n hist¨®rica con UGT. Pero el margen de maniobra es escaso y las posibilidades de acuerdo con ELA muy remotas, dada la postura del sindicato nacionalista en temas como la formaci¨®n cont¨ªnua, las pensiones o la negociaci¨®n colectiva.
Mientras realiza estos movimientos, que rompen con la trayectoria de Comisiones y no est¨¢n avalados por las resoluciones del congreso, los cr¨ªticos ven con preocupaci¨®n que el sindicato se desentiende de las amenazas contra la libertad que la violencia terrorista proyecta sobre Euskadi. Tienen la sensaci¨®n de que, con su postura 'tibia', la actual direcci¨®n trata de evitar que el sindicato se convierta en un objetivo de los violentos, aunque ello suponga dejar solos en la primera l¨ªnea de fuego a los compa?eros de la UGT.
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