Hermandades
Canal Sur Televisi¨®n, gestionada si no me equivoco por los socialistas, ha anunciado que durante la pr¨®xima Semana Santa no s¨®lo retransmitir¨¢ con detalle todas las procesiones que se celebren en la provincia, sino que realizar¨¢ a diario conexiones en directo para que esa manifestaci¨®n de religiosidad popular pueda llegar a todos los hogares de Andaluc¨ªa. Es todo tan raro que me pregunto si no habr¨¢ que esperar a que gane el Partido Popular, ahora que su l¨ªder peregrina de vez en cuando a la Residencia de Estudiantes y se confiesa devoto de esa horda de rojos y ateos que fue la Generaci¨®n del 27, para que Canal Sur se convierta en una televisi¨®n propia de un Estado laico y sin confesi¨®n.
Informaciones sobre la Semana Santa no van a faltar: durante siete d¨ªas los peri¨®dicos locales incluir¨¢n un suplemento sobre las procesiones de toda la provincia, a?adir¨¢n un cuadernillo especial el Domingo de Ramos y proporcionar¨¢n todos los horarios de las procesiones con sus correspondientes recorridos. Para que nada se escape, m¨¢s de 60 periodistas las cubrir¨¢n este a?o en un despliegue que duplica el del a?o anterior. Ni el verdadero Jesucristo hubiera despertado tanta expectaci¨®n; y menos ahora que, tras la reconstrucci¨®n de su rostro, sabemos que ten¨ªa mucho m¨¢s de moro que de cristiano.
La p¨¢gina que la prensa local dedica todos los domingos del a?o, todos, a la informaci¨®n sobre las hermandades y las cofrad¨ªas se ha convertido desde el inicio de la Cuaresma en una secci¨®n fija y diaria. No s¨¦ qu¨¦ actividades de relevancia pueden realizar durante el a?o estas agrupaciones para merecer una secci¨®n en la prensa de Almer¨ªa. No es que me parezca mal; es simplemente que echo de menos una atenci¨®n semejante, pongamos por caso, a la Asociaci¨®n de Mujeres Progresistas de El Ejido, una hermandad que proporciona apoyo legal a los inmigrantes sin papeles, y que lleva a cabo todos los d¨ªas del a?o una labor social mucho m¨¢s importante, mucho m¨¢s heroica y mucho m¨¢s cercana al esp¨ªritu cristiano de amor al pr¨®jimo que cualquier otra.
Reconozco que la Semana Santa me deja fr¨ªo, que s¨®lo me calienta cuando sufro los cortes de tr¨¢fico derivados de sus preparativos y celebraci¨®n. La ¨²nica Semana Santa que me ha conmovido fue la que describi¨® el uruguayo Carlos Reyles en su novela El embrujo de Sevilla, que yo le¨ª para m¨¢s inri fuera de Espa?a. En la vida real no puedo dejar de mirar con ojos alucinados a los penitentes de pies descalzos y cabezas ocultas por capirotes, ni de admirarme ante el fervor que despiertan en mucha gente. Nunca he sentido como una tradici¨®n propia esa mezcla de folclore y espiritualidad exacerbada. En mi imaginario, corrompido inevitablemente por una larga estancia en Estados Unidos, los enhiestos conos que ocultan las identidades de quienes desfilan son l¨®gicamente las siniestras capuchas del Ku-Klux-Klan. Me dan miedo. Lo ¨²nico que veo, y tambi¨¦n lo ¨²nico que me agrada de las procesiones de Semana Santa, por lo que tiene de ir¨®nico, es la involuntaria hermandad que se produce entre el exaltado sentimiento religioso de sus participantes y el fervor de esos otros peregrinos que todos los a?os acuden a La Meca.
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