El placer se llama Tudor
En el calendario pol¨ªtico-social del a?o, el mes de marzo amanece en su octavo d¨ªa con una celebraci¨®n de consenso universal llamada D¨ªa Internacional de la Mujer Trabajadora. En tal fecha, los medios de comunicaci¨®n prodigan informaciones sobre la persistente desigualdad de g¨¦neros en la vida cotidiana y la barbarie a que son sometidas las mujeres de pa¨ªses lejanos, y reportajes sobre la alarmante intensidad de la violencia dom¨¦stica, las razones de su crueldad, la necesidad de su denuncia y lo profundo de sus ra¨ªces, con lo cual se pretende contribuir, supongo, al rechazo moral y a la intervenci¨®n efectiva contra la desigualdad y la violencia hist¨®rica sobre muchas mujeres de todas las clases.
Dicho as¨ª resulta precioso. Pero la realidad es muy pu?etera. Y muy s¨®rdida tambi¨¦n. Sucedi¨® en marzo, en la ¨²ltima edici¨®n del concurso de c¨®mics convocado por el Ayuntamiento de Cornell¨¤. Con primavera en el ambiente, violetas en el campo y piedras del jur¨¢sico inferior en el cerebro, el jurado otorg¨® el galard¨®n destinado al mejor gui¨®n a una historieta cuya protagonista es la mu?eca Tudor, un sue?o de mujer nacida para obtener un 'matrimonio triunfador'. Su lema comercial es la 'total sumisi¨®n', raspa, friega y lava y guisa, dispuesta siempre a obedecer cualquier uso sexual sin aviso ni permiso por cualquiera de sus siete vibradores, correspondientes a los siete orificios naturales del cuerpo femenino (no entiendo por qu¨¦ descuenta los ojos, podr¨ªan ser de quita y pon y sacar dos agujeros m¨¢s de ventaja). Como ilustra el guionista, 'lo mejor de todo' es el placer que obtiene Tudor al ser golpeada por su marido; despu¨¦s de la paliza, una sonriente Tudor responde desde el suelo: 'As¨ª me gusta, machote'. El usuario, desfogado y sin remordimiento, sonr¨ªe. No s¨¦, quiz¨¢ el autor cuenta su biograf¨ªa, porque a la vista de la historieta, francamente, el galardonado tiene poca imaginaci¨®n.
Cornell¨¤ tiene un alcalde de lujo, Jos¨¦ Montilla, primer secretario del Partit dels Socialistes de Catalunya, y por el momento no se le ha o¨ªdo pronunciar una palabra al respecto. S¨ª habl¨® en cambio el concejal de Comunicaci¨®n del Ayuntamiento, Antonio Balm¨®n, echando balones fuera al decir que, si bien no comparte el contenido del gui¨®n, el jurado era libre en su dictamen, un jurado, dijo, 'formado por profesionales del c¨®mic', apostillando el asunto con un pensamiento profund¨ªsimo: 'El c¨®mic hace s¨¢tira de todo lo que afecta a nuestra sociedad'. Eso es lo que arguye el jurado en un comunicado que rezuma indignaci¨®n por las cr¨ªticas, a¨²n t¨ªmidas, que ha provocado el premio. El comunicado no tiene desperdicio. Editores y autores miembros del jurado apelan a la libertad de expresi¨®n y proclaman que lo que jam¨¢s har¨¢n 'es reprimir ni censurar visiones que se salgan de lo impuesto o aceptado como pol¨ªticamente correcto'. Adem¨¢s dicen que as¨ª se habla del tema. Aparentemente es gente rebelde, s¨ª se?or.
El asunto es demasiado tr¨¢gico para la justificaci¨®n de errores est¨²pidos provocados por la falta de talento de un autor, pero generados especialmente por la pijer¨ªa burocr¨¢tica en funci¨®n de jurado que ha premiado una historia en la que si se habla del maltrato femenino, de sumisi¨®n y dominio, no es para satirizarlo, sino para banalizarlo. No he visto que ese tema se oculte hoy; al contrario: por fortuna, d¨ªa a d¨ªa aflora en todos los medios de comunicaci¨®n en su dram¨¢tica realidad, s¨®lo lo ocultan quienes lo sufren, por tanto los se?ores del jurado no tienen por qu¨¦ alzarse en paladines de la transparencia para cubrir su falta de sentido com¨²n. Lo curioso es ese hinchar pecho ante lo 'pol¨ªticamente correcto'. Qu¨¦ raro, ¨²ltimamente todos los contenidos sociales igualitarios introducidos en la estructura ¨¦tica general que se considera que debe guiar las relaciones humanas son calificados despreciativamente como 'pol¨ªticamente correctos'. Son muchos los colectivos sociales que se han esforzado para conseguir esa penetraci¨®n igualitaria y dejar atr¨¢s la intolerancia y la carcundia, present¨¢ndolas como valores negativos, y muchos de nuestros pol¨ªticos han trabajado positivamente para que as¨ª sea, convirtiendo en leyes esos principios. Pero observo que a veces esa expresi¨®n se usa como escudo para cubrir verg¨¹enzas propias, con chuler¨ªa barriobajera seg¨²n qui¨¦n, con altivez profesional seg¨²n qu¨¦ otro. Y ¨¦se es el caso, porque entre la circulaci¨®n de una idea y la comisi¨®n de un acto y su premio -un premio es, por definici¨®n, un agradecimiento con vocaci¨®n de referencia- hay distancia. Como hay distancia entre condecorar a una v¨ªctima inocente del terrorismo y condecorar a un creador de v¨ªctimas del fascismo abatido asimismo por el terror de pistola, como sucedi¨® con Melit¨®n Manzanas.
Un premio jam¨¢s es una decisi¨®n t¨¦cnica, deriva de un criterio, y si hay error, pues qu¨¦ le vamos a hacer, debe aceptarse, aunque entonces podemos dudar de la competencia de sus autores. Pero resulta grotesco huir hacia el infinito con aquel manido argumento de que todas las ideas son respetables. No es cierto, hay ideas que son abominables y no merecen respeto alguno. Y si no es as¨ª, ?por qu¨¦ prohibieron en L'Hospitalet una concentraci¨®n que no era pol¨ªticamente correcta el 1 de abril y autorizaron otra que s¨ª lo era?
Por cierto, el jurado estaba compuesto ¨ªntegramente por hombres. La raz¨®n aducida por el Ayuntamiento es que no hay mujeres que se dediquen al tema. No tengo ni idea del sector del c¨®mic, pero la verdad es que cuesta creer, a lo mejor es una bola, o no. En cualquier caso, sugiero al creador de Tudor que, de la misma forma que est¨¢ capacitada para tocar el clavicordio y amansar al guerrero despu¨¦s de una buena paliza, tambi¨¦n podr¨ªa dotarla para hacer alg¨²n croquis, alguna historia, as¨ª podr¨ªa formar parte del jurado en el pr¨®ximo a?o.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.