Menopausia
Acabo de recibir una carta del concejal de Salud y Consumo del Ayuntamiento de Madrid inform¨¢ndome de que la menopausia no es una enfermedad y de que estoy en 'un buen momento para pensar en m¨ª misma'.
Se me ofrece la posibilidad de asistir a un programa en un Centro Municipal de Salud; lamentablemente, el horario -de 12.00 a 14.00- no es compatible con mi jornada laboral. Sin embargo, en un folleto adjunto vienen unas recomendaciones que me propongo llevar a la pr¨¢ctica: 'Caminar en espacios abiertos y soleados'.
Como vivo en el Paseo de Extremadura tengo la suerte de tener la Casa de Campo enfrente. El domingo me lanzo a la calle con aspecto deportivo. Mi primera duda es: '?Por d¨®nde paso a la Casa de Campo?' S¨®lo hay dos accesos desde el paseo. Por ser hora temprana me decido por el paso elevado. Caigo sobre el recinto del Ifema y bordeo el antiguo anfiteatro donde el Ayuntamiento quiere hacer un rockodromo para 12.000 personas. 'L¨¢stima', pienso, 'm¨¢s espacio para coches y ruidos'. Salgo hasta el pinar de las Siete Hermanas.
Con frecuencia oigo un extra?o rugido que, tras mucho cabilar, achaco al Parque de Atracciones. Por el paseo de los Casta?os me dirijo al Lago. Hay mucha circulaci¨®n. Dos coches estan a punto de chocarse, frenan y arrancan sin sentido, parece que los conductores van distra¨ªdos por algo. Las mujeres apostadas en los arcenes ni me miran, con los conductores de los coches no tengo la misma suerte. No se enteran de que soy una menop¨¢usica mejorando mi calidad de vida.
Alguno se para; por gestos le indico que circule, que no soy del negocio. Dos ni?atos, que por edad podr¨ªan ser mis hijos, no cejan en su empe?o de preguntar mis tarifas en la pr¨¢ctica ling¨¹¨ªstica de distintos idiomas. Me empiezo a poner nerviosa y pido auxilio a unos ciclistas que circulan por los laterales. Me indican que ellos no pueden utilizar los viales por lo peligrosos que resultan los coches. Me acompa?an amablemente al Lago, dejando su entrenamiento. Me cruzo de acera, pero, a pesar de hacerlo por un paso de cebra, debo dar un salto para esquivar un coche que viene lanzado. Los 40 kil¨®metros de velocidad m¨¢xima no los repeta nadie. Paso frente a la piscina muncipal; por desgracia esta cerrada los domingos, tendr¨¦ que esperar a los horarios de verano para practicar mi deporte favorito.
Hacia la salida de la Puerta del Angel paso entre los coches del aparcamiento de un restaurante de lujo y, por fin, llego a un subterr¨¢neo, me espero a que pase un grupo familiar para hacerlo con ellos y, milagrosamente sana y salva, estoy de vuelta en casa. Qu¨¦ suerte tengo que vivo entre dos v¨ªas r¨¢pidas, que tengo pr¨®xima la Casa de Campo, que mi Ayuntamiento se preocupa de mi menopausia, y que he mejorado mi calidad de vida paseando ?entre coches! Ser¨ªa mejor que mi Ayuntamiento, que nunca se ha encargado de mi salud, se preocupara de gestionar los espacios verdes, que s¨ª son de su estricta competencia.
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