Al¨¢ en el Parc dels Capellans
M¨¢s de un millar de musulmanes se re¨²nen en un parque de Reus para alertar contra la permisividad
Viernes Santo. 19.00 horas. El Santo Cristo de la Sangre, una figura yacente, desfila precedido de los Armats (vecinos vestidos de romanos) entre otros 19 misterios. Numerosos ciudadanos de Reus, con cirios encendidos, se congregan en una procesi¨®n caracterizada por su austeridad y solemnidad. La Semana Santa de siempre de Reus. Pero en las afueras de la ciudad, otro rito, otra exaltaci¨®n. Al¨¢ es Grande. Al¨¢ Akbar!, Al¨¢ Akhbar! Una llamada al rezo para 1.500 musulmanes, procedentes de varios puntos de Espa?a y de Europa, que se aprestan a recibir las lecciones y lecturas del Cor¨¢n que seis sabios, llegados de Arabia Saud¨ª y de Egipto han venido a impartir. Los religiosos musulmanes de Reus han organizado un encuentro, que se prolongar¨¢ hasta el pr¨®ximo lunes, que se centra este a?o en su preocupaci¨®n por los j¨®venes, sobre todo por los que ya han nacido, como sus padres, en territorio europeo y que se alejan de la cultura madre isl¨¢mica, que les previene de tomar alcohol, de jugar con las drogas en general, entre otros preceptos de su religi¨®n, peligrosamente acechada, consideran, por la permisividad occidental al respecto.
Los han ubicado en el conocido como Parc dels Capellans. En una carpa habilitada como mezquita en una explanada que el Ayuntamiento de la capital del Baix Camp destina para la realizaci¨®n de conciertos de rock o heavy.
Los problemas que tuvo la comunidad isl¨¢mica de Reus en a?os anteriores -con una mezquita en la calle de Cervantes que, a juicio de los t¨¦cnicos del consistorio, no reun¨ªa las garant¨ªas de higiene necesarias y las quejas de los vecinos- forzaron a llegar a un consenso entre los musulmanes y el Ayuntamiento para trasladar el encuentro de fieles, que se realizaba desde hac¨ªa tres a?os, a otro lugar. M¨¢s amplio, con mayores servicios, y, a la vez, m¨¢s abierto al p¨²blico.
'Queremos echar por tierra la idea que tienen algunos vecinos de la ciudad de que el islam es una religi¨®n cerrada, un colectivo cerrado que no quiere entender las cosas. No somos integristas. Nuestra religi¨®n es la de la paz, la de huir de los conflictos. Estamos abiertos a todo el mundo, aunque tenemos peque?as normas que hay que respetar'. Entre las peque?as normas que enumera el presidente de la comunidad isl¨¢mica del Tarragon¨¨s, Iddir Elgzahoui, al que hay que recurrir en este encuentro para encontrar un interlocutor v¨¢lido que se preste a hablar con la prensa o que flanquee la entrada al recinto (una carpa habilitada como mezquita), est¨¢ la de que las mujeres, sean o no musulmanas, deban entrar en el recinto con la cabeza cubierta. Las charlas del encuentro se pueden escuchar desde la zona acotada a las mujeres 'porque la megafon¨ªa es la misma'. De hecho, la gran mayor¨ªa de los asistentes son varones dada la dificultad de los inmigrantes para reagrupar a la familia.
El encuentro se desarrolla de acuerdo con la tradici¨®n ¨¢rabe. Coches de B¨¦lgica, Holanda, Navarra, Barcelona; abrazos y besos, ninguna mujer por la ma?ana, alg¨²n hombre cogido amigablemente del brazo de otro, palmadas en la espalda, reencuentros, t¨¦, un olor a estofado de cordero que invita a la comida en cuanto llegas. En realidad, la invitaci¨®n hacia los ciudadanos de Reus ha tenido un resultado escaso. En tres horas, cuatro o cinco personas ajenas a la religi¨®n isl¨¢mica se han acercado al recinto. Ninguna de las dos mujeres que accedieron libremente a la carpa tuvo que cubrirse. Los mediadores culturales de Reus y el mismo alcalde, Llu¨ªs Miquel P¨¦rez (PSC), han recordado que desembolsar alg¨²n dinero en subvenciones para actos de este estilo es 'invertir en el futuro', para contradecir las opiniones expresadas por los l¨ªderes del PP local, que han acusado al consistorio de favorecer a los isl¨¢micos 'frente a otras minor¨ªas de la ciudad'.
Seg¨²n Elgzahoui, han sido solo unos 50 vecinos de Reus los que se han interesado por la actividad. Alg¨²n padre, acompa?ado por sus hijas, se acerc¨® a la zona y se les invit¨® a t¨¦ ayer por la ma?ana. Al igual que las cofrad¨ªas hacen proselitismo repartiendo su propaganda y difundiendo la antig¨¹edad de sus pasos, ellos ofrec¨ªan panfletos, La religi¨®n de la verdad, Fallos isl¨¢micos sobre el adivino y el hechicero o Muhammad, el hombre ante quien la historia se detuvo. Otra Semana Santa.
Finalmente, despu¨¦s de esperar en el exterior del recinto y de localizar al interlocutor v¨¢lido, se da acceso a la prensa al recinto. Las periodistas tienen que cubrirse la cabeza con unos pa?uelos que gentilmente se les facilitan. Con mucha suerte, alguna parece, con las gafas de sol puestas, a Audrey Hepburn. Alguien recuerda que en las iglesias cristianas, hasta no hace mucho, se exig¨ªa lo mismo. Pero llega el rezo. Al¨¢ Akbar! Y se invita cort¨¦smente a las periodistas a entrar en la librer¨ªa, lejos de las miradas que, como afirman los musulmanes, pueden distraer a los hombres concentrados en el rezo. Otra Semana Santa.
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