Ucrania, contra el cambio
La cadena de protestas populares e iniciativas pol¨ªticas que desde hace cuatro meses estrechan el cerco en torno al presidente de Ucrania, Leonid Kuchma, pretenden no tanto lograr la dimisi¨®n de ¨¦ste, punto menos que imposible, como cambiar el sistema de poder y crear un nuevo r¨¦gimen, seg¨²n el modelo de las democracias parlamentarias occidentales. Las manifestaciones callejeras no cesan, pero se concentran sobre todo en la capital, Kiev, y no consiguen articularse en un aut¨¦ntico movimiento de masas que obligue a claudicar al jefe del Estado. Kuchma conserva las riendas del pa¨ªs y no muestra la m¨¢s m¨ªnima intenci¨®n de aflojarlas.
El martes, unas 5.000 personas se manifestaron como tantas otras veces por el centro de Kiev, con gritos contra Kuchma y a favor del primer ministro, V¨ªktor Yushchenko, un reformista que, sin ¨¦l mover un dedo, se ha convertido en la principal alternativa al actual presidente. Los comunistas, principal grupo de oposici¨®n, unen fuerzas estos d¨ªas con algunos diputados centristas fieles a Kuchma para forzar un voto de censura contra el Gobierno el pr¨®ximo jueves. Si cuaja, el cambio ser¨¢ a peor.
El presidente Kuchma trata de desactivar a la oposici¨®n para conservar el poder
Dicen los l¨ªderes de la oposici¨®n al presidente que ¨¦ste quiere deshacerse de todo posible rival, que por eso cay¨® en desgracia la viceprimera ministra Yulia Timoshenko (procesada por contrabando, encarcelada y hoy en libertad condicional mientras recupera su salud maltrecha), y que por eso le puede tocar ahora a Yuschenko. Kuchma huye hacia adelante y est¨¢ lejos de reaccionar como un tigre acorralado. Mientras tanto, tres movimientos creados especialmente para deshacerse de ¨¦l (Ucrania sin Kuchma, Foro de Salvaci¨®n Nacional y Por la Verdad) unen sus fuerzas para orquestar las protestas populares y estudian iniciativas como la recogida de tres millones de firmas para un refer¨¦ndum cuya base legal es m¨¢s que discutible.
Al l¨ªder socialdem¨®crata Alexandr Moroz le cabe el honor de haber destapado el esc¨¢ndalo que tiene en un brete a Kuchma. En sus manos cayeron las cintas magnetof¨®nicas, grabadas supuestamente desde un sof¨¢ del despacho del presidente, en las que ¨¦ste (o alguien con una voz id¨¦ntica) habla con lenguaje de g¨¢ngster de deshacerse de un periodista de la oposici¨®n, desaparecido en septiembre y cuyo cuerpo (o lo que parece serlo) fue hallado decapitado en noviembre. Es el caso Gongadze, tambi¨¦n conocido como el Kuchmagate, que Moroz ha explicado en un libro titulado Cr¨®nica de un crimen y que rastrean el FBI y dos agencias privadas (y extranjeras) de detectives. Ayer, adem¨¢s, EE UU decidi¨® conceder asilo pol¨ªtico a la mujer del periodista asesinado.
Desde su despacho de diputado, Moroz, que en 1999 disput¨® la presidencia a Kuchma, no llega a decir que ¨¦ste sea un asesino, pero s¨ª asegura que las cintas son aut¨¦nticas y que no conf¨ªa en que alguna vez se haga la luz sobre el caso porque 'la fiscal¨ªa ha convertido la investigaci¨®n en una farsa'.
Moroz lo tiene claro: el presidente de Ucrania es un criminal y un corrupto, manipula las elecciones, viola los derechos humanos y no respeta la Constituci¨®n. Por eso quiere derribarle. 'Pero lo esencial', a?ade, 'es cambiar el sistema pol¨ªtico y crear una democracia parlamentaria europea que evite la concentraci¨®n de tanto poder'. Si hay refer¨¦ndum, a?ade, ¨¦sa deber¨ªa ser la pregunta clave, y no si Kuchma debe seguir como jefe de Estado.
El presidente lo niega todo y se dice v¨ªctima de una conspiraci¨®n que, tal vez, tenga ramificaciones en el exterior. Su jefe de prensa, Alexandr Martinenko, repite esta l¨ªnea de defensa, que apoya en que un solo hombre (el ex guardia de seguridad Mikola Melnichenko, origen de todas las revelaciones y que tambi¨¦n ha recibido el asilo pol¨ªtico en EE UU) no pudo grabar 300 horas de conversaci¨®n en el despacho del presidente. Y en algo coincide con Moroz: en que lo m¨¢s probable es que el asesinato de Gongadze no se aclare nunca. Sobre las protestas, afirma que, excepto en Kiev y Lvov, nunca han congregado a m¨¢s de 200 personas. Los impulsores de esas acciones, a?ade, s¨®lo buscan promoci¨®n personal. Y el presidente est¨¢ dispuesto al di¨¢logo, pero no sobre la 'opci¨®n extremista'. O sea, de dimisi¨®n, nada.
Vlad¨ªmir Chemeris, coordinador de Ucrania sin Kuchma, tiene a la puerta de su despacho un cartel que recoge un lema de Mayo del 68: 'Seamos realistas, pidamos lo imposible'. Por eso, afirma, pide la dimisi¨®n del presidente. Y tambien 'cambiar el sistema de relaciones pol¨ªticas, econ¨®micas y sociales, abrir una mesa redonda como la de Jaruzelski y Solidaridad en Polonia, que permiti¨® cambiar el sistema'.
Kuchma, seg¨²n Chemeris, no quiere ni o¨ªr hablar de ello 'porque conf¨ªa en que la protesta se desinfle, pero se equivoca: la onda no baja, aunque tampoco aumenta de forma espectacular'. Y las encuestas, a?ade, se?alan que s¨®lo el 11% de los ucranios creen que es inocente, mientras que el 46% apoyan al movimiento que pretende derribarle. 'No tendr¨¢ m¨¢s remedio que reaccionar'. En este mismo despacho del Instituto Rep¨²blica se organiz¨® la estrategia antiKuchma, que arranc¨® en diciembre de 2000 con una acampada en Kiev. No cree que pueda lograrse con un refer¨¦ndum, aunque acaricia la idea de reunir millones de firmas para demostrar a Kuchma que no puede seguir ignorando las protestas. 'Lo importante no es ya que caiga Kuchma', concluye, 'sino que el presidente sea una figura decorativa, como la reina de Inglaterra'.
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