A clase en el hospital
1.699 ni?os han acudido a las aulas hospitalarias de Educaci¨®n en el primer trimestre del curso
M¨¢s de 1.600 ni?os de toda la regi¨®n acudieron el primer trimestre del curso a unas clases muy especiales. Estaban enfermos, ingresados en alg¨²n hospital. Para que no perdieran el ritmo de sus cursos respectivos, los 23 profesores que trabajan en estos centros les dieron las clases que les correspond¨ªan en las aulas hospitalarias (en la imagen, la del Doce de Octubre) o en sus habitaciones.
Lleva 13 a?os dando clases en hospitales para que cuando los chavales enfermos sanen y vuelvan a sus colegios no se descuelguen del resto de sus compa?eros. Paqui Raya, como los otros dos profesores que hay en el aula hospitalaria del Doce de Octubre, sabe bien que ir al cole despu¨¦s de un tratamiento de quimioterapia no es lo mismo que al acabar el desayuno. 'La diferencia es total. Los miedos, la angustia, el dolor, el des¨¢nimo y la falta de motivaci¨®n que produce la enfermedad a estos chavales no te las encuentras ni por asomo en un colegio normal', asegura.
Paqui ha impartido clases a 137 ni?os en el primer trimestre del curso, seg¨²n los datos de la Consejer¨ªa de Educaci¨®n. Una cifra que asciende a 1.699 (467, de educaci¨®n infantil; 777, de primaria; 398, de secundaria, y el resto, de otros niveles) en toda la regi¨®n. De ellos, 219 ni?os eran internos de larga duraci¨®n; es decir, estaban en el hospital para m¨¢s de un mes. 'Se trata de trabajar con los ni?os para evitar el desfase escolar cuando vuelvan a sus centros. Pero tienes que tener ganas y buscar m¨¦todos pedag¨®gicos distintos para motivarlos', dice.
Lo han tenido f¨¢cil con Ver¨®nica, una ni?a de seis a?os tan peque?a y tan vestida de rosa que no desentona con los dibujos infantiles que pueblan las paredes del aula. Con Rub¨¦n, los profesores tampoco han tenido problemas. Tras una larga hospitalizaci¨®n, el chico se pasea ahora por el hospital como por su casa. Hoy ha vuelto al Doce de Octubre para someterse a una revisi¨®n y est¨¢ pintando un barco. 'La relaci¨®n entre los profesores y las familias es muy estrecha. Ni comparaci¨®n con el colegio. Mi hijo incluso prefer¨ªa el hospital a la escuela', explica su madre.
La atenci¨®n en estas aulas -hay 10 en los 10 hospitales m¨¢s grandes de la regi¨®n- tiene dos formas de organizarse, dice Mar¨ªa Antonia Casanova, directora de Promoci¨®n Educativa. Los ni?os acuden a una miniescuela o, si no pueden moverse, los profesores se desplazan a las habitaciones de los escolares. La idea surgi¨® en Madrid en los a?os sesenta, cuando una epidemia de polio llev¨® a los hospitales m¨¢s ni?os de lo habitual. Con la colza, en los a?os ochenta, volvieron a sufrir otro empuj¨®n. En la actualidad se han generalizado en los centros de la Seguridad Social con m¨¢s de 20 camas pedi¨¢tricas.
'La clave es que la enfermedad no corte el v¨ªnculo de los chavales con los centros de referencia', explica Casanova. Para ello, los 23 profesores de aulas compensatorias mantienen una estrecha relaci¨®n con sus centros de origen. 'Reciben la programaci¨®n de los colegios y van mandando informes de c¨®mo les va'. Esta relaci¨®n se fortaleci¨® hace unos tres a?os, cuando el Ministerio de Educaci¨®n puso en todas las aulas un ordenador conectado a Internet para que los ni?os pudieran comunicarse con sus compa?eros y profesores.
'Es muy ¨²til, sobre todo para los ni?os que est¨¢n en la habitaci¨®n', dice Casanova, y recuerda que la Fundaci¨®n La Caixa les don¨® el curso pasado 16 port¨¢tiles para que el lugar de encuentro sea Educalia, una p¨¢gina web creada para los escolares que est¨¢n convalecientes en casa o en el hospital. 'La experiencia es muy positiva. Adem¨¢s del seguimiento escolar, la escuela y la conexi¨®n a la Red fomenta la relaci¨®n de los ni?os con otros de su edad'.
?lvaro, que acude a clase con el suero y tiene cole de diez de la ma?ana a tres de la tarde, pinta, despu¨¦s de comer, sobre una radiograf¨ªa, porque las ¨²ltimas horas se dedican a talleres y trabajos manuales con material de enfermer¨ªa que ya no sirve.
En 1998, para el 25? aniversario del Doce de Octubre, el centro edit¨® un libro de dibujos y cuentos realizados por los ni?os que acuden al cole del hospital. Palabras no le faltaron a una ni?a que se pintaba sonriente en mitad de un jard¨ªn. El poema que le acompa?a no deja lugar a dudas: 'Tengo, tengo, tengo. T¨² no tienes nada. Tengo cuatro sueros y unos cuantos agujeros. El suero me molesta. No me deja escribir ni tampoco dormir. El m¨¦dico me ha dicho que tengo que re¨ªr y yo no puedo sonre¨ªr. S¨®lo quiero no sufrir'.
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