Tanatopraxia
Admito que, pese a cierta proclividad macabra que me lleva a menudo a triscar por catacumbas y cementerios, a coleccionar fotos de l¨¢pidas o de epitafios curiosos y a hojear manuales de anatom¨ªa forense de esos que van profusamente ilustrados, mi experiencia en materia de restos humanos es m¨¢s bien limitada. Es verdad que haber visto el coraz¨®n embalsamado de cierto tenor italiano llamado Anselmi, as¨ª como un hueso de la mano de Calder¨®n de la Barca son dos hitos que embellecen notablemente mi curr¨ªculo y podr¨ªan abrirme en el futuro las puertas de alg¨²n exquisito club de necr¨®filos. Tambi¨¦n me precio de haber contemplado, durante un buen rato y sin parpadear ni marearme, las espeluznantes momias de dos cuerpos enterrados en postura fetal y envueltos en una mara?a de largu¨ªsimos y estropajosos cabellos que se hallan expuestas en el museo de la iglesia do Carmo de Lisboa. Pero convendr¨¢n conmigo en que semejante bagaje es a todas luces insuficiente si lo que una pretende es acudir a Pompas F¨²nebres para escribir una cr¨®nica sobre las manipulaciones a que son sometidos los cad¨¢veres antes de ser enterrados, un asunto instructivo y edificante que puede evitar un par de sorpresas a los afligidos deudos.
La tanatopraxia, arte de conservar el cuerpo de los difuntos eliminando los signos externos de la muerte, se practica en Barcelona desde 1982
Tan deficiente es mi preparaci¨®n que, en cuanto llego a Sancho D¨¢vila, no tardo ni tres minutos en meter la pata, pues me dirijo al mostrador de informaci¨®n y le explico a una amable se?orita mi intenci¨®n de escribir algo sobre acondicionamiento de muertos. Sin perder un ¨¢pice de amabilidad, pero alzando una ceja, la se?orita me mira de hito en hito, respira hondo para hacer acopio de paciencia, y corrige: 'acondicionamiento de difuntos', subrayando con delicado ¨¦nfasis las ¨²ltimas tres s¨ªlabas. Comprendo -qu¨¦ burricie la m¨ªa- que mientras permanezca en este recinto, debo extirpar la palabra muerte y todos sus derivados de mi acervo l¨¦xico, primera lecci¨®n.
En el Tanatorio de Les Corts las cosas me van bastante mejor, tal vez porque ya he podado mi insolente vocabulario y porque, aunque pronuncio la palabra difuntos con un exceso de entusiasmo un tanto sospechoso, los empleados no parecen darse cuenta de nada.
Ignoro qu¨¦ clase de sombr¨ªo personaje esperaba encontrarme pero, para gran asombro m¨ªo, Xavier Arroyo, jefe del departamento de tanatopraxia, no coincide con ninguno de los t¨®picos de la imaginaci¨®n g¨®tica. Es un tipo joven, c¨¢lido y din¨¢mico, que derrocha vitalidad por los cuatro costados. Menos mal, me digo, que sus clientes no pueden verse turbados por la cochina envidia. Tras cruzar una especie de garaje donde hileras de ata¨²des esperan inquilino, llegamos a sus fr¨ªos dominios: una gran sala as¨¦ptica con las paredes cubiertas de baldosas blancas, un par de mesas alargadas o tres, una de las cuales est¨¢ ocupada por un ata¨²d al que no me atrevo a asomarme, pues Arroyo me advierte a tiempo de que tiene inquilina y, al fondo, las impresionantes neveras. Impresionantes no por su aspecto, que resulta de lo m¨¢s trivial, sino por lo que una sabe que contienen.
Me cuenta Arroyo, cuya familia trabaja en Pompas F¨²nebres desde hace a?os y que tiempo atr¨¢s compaginaba su trabajo como tanatopractor con la direcci¨®n de un instituto de belleza (de vivos), que en Barcelona la tanatopraxia se practica desde 1982. 'No hay que confundirla con lo que llamamos acondicionamiento sanitario, una pr¨¢ctica a la que son sometidos sistem¨¢ticamente todos los cuerpos y que consiste en el afeitado y el taponamiento; es decir, la obstrucci¨®n de los orificios nasales y de la boca para evitar la emisi¨®n de fluidos. La tanatopraxia, en cambio, es un servicio aparte, que s¨®lo cuesta 27.000 pesetas y con el que se pretende quitar al difunto los signos de la muerte y, adem¨¢s, conservar el cuerpo'.
A diferencia de los procedimientos que, en materia de conservaci¨®n de cad¨¢veres, hac¨ªan furor en la III y IV dinast¨ªa egipcias, aqu¨ª no se trata de evisceraci¨®n, sino de una inyecci¨®n intraarterial de l¨ªquido colorante y conservante destinada a darle al finado un aspecto natural, y de un posterior drenaje de la sangre y los l¨ªquidos de las cavidades viscerales que garantiza la conservaci¨®n durante dos a?os, que es el periodo al t¨¦rmino del cual puede abrirse una sepultura. Sepan ustedes que, sin la tanatopraxia, el cuerpo est¨¢ sujeto a una descomposici¨®n violenta y que acaba explotando por el abdomen; hostit¨², a la cama no te ir¨¢s sin saber una cosa m¨¢s. ?Ser¨¢ esa explosi¨®n, me pregunto, lo que origina el fascinante fen¨®meno de los fuegos fatuos, esos ef¨ªmeros fogonazos de luz que corren sobre las tumbas?
Durante nuestra emocionante conversaci¨®n, Xavier Arroyo me informa asimismo de que, en Barcelona, el cementerio del Poblenou es el que m¨¢s favorece el proceso de momificaci¨®n natural por sus peculiares condiciones climatol¨®gicas.
Mientras abandono el tanatorio contemplo el edificio de la Maternidad, que se halla justo enfrente, del otro lado de la ajardinada avenida. All¨¢ en medio, un poco m¨¢s abajo, se yergue la mole del Camp Nou. Qu¨¦ gran met¨¢fora de la vida, me digo: nacer, un poco de circo y luego morir.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.